Cada religión lleva asociada una manera de ver la vida y también la muerte. Para la Comunidad Musulmana la muerte es el comienzo de una vida posterior, de otro nuevo mundo y de la vida eterna por lo que entienden el fallecimiento como un acontecimiento natural y la vida como una preparación para ello. Esta tradición requiere de ciertos rituales distintos a los que realizan cristianos, ateos, o diferentes religiones, y de ahí a la importancia de disponer de un espacio privado en el cementerio para la Comunidad Musulmana. Así lo explica, al menos, Ahmed Zannouti, representante del colectivo musulmán en Vitoria, interlocutor en el Ayuntamiento y miembro de la Comisión Asesora ADOS -órgano colegiado de participación, cooperación y asesoramiento para las políticas públicas del Gobierno Vasco y de las Instituciones vascas en sus relaciones con las Comunidades Islámicas de Euskadi-.
El pasado día 11 esta comunidad realizó su primer funeral en Gasteiz, en el reciente estrenado cementerio musulmán ubicado en El Salvador. "Desgraciadamente no hemos tardado mucho en enterrar a uno de los nuestros; ha sido un señor mayor, residente de Gasteiz desde hace más de 30 años y, en general, el funeral ha ido bien, las condiciones meteorológicas no han sido favorables, pero hay que adaptarse a lo que hay", asegura Ahmed Zannouti.
"Hay detalles que nos hubiera gustado hacerlos de otra manera, pero por la normativa estamos obligados a respetar la ley y cumplir, aunque tenemos la esperanza de que estas normativas se adapten a las nuevas realidades que van surgiendo, pero siempre con la prioridad del bien común", dice. Y es en esta comunidad cuando fallece una persona musulmana se procede con varios rituales: en primer lugar, se lava el cuerpo del fallecido completamente -según las tradiciones de cada lugar se perfuma con determinados productos naturales.
Después, se le envuelve en el procedimiento de lavado y purificación. Esto debe realizarlo una persona musulmana del mismo sexo que el fallecido. Tras esto, se envuelve el cadáver en una tela blanca sin costuras, similar a la que se utiliza para hacer la peregrinación a la Meca, y "sin volver a tocar la carne del fallecido", se entierra directamente en tierra orientado hacia la Meca (en muchos lugares la normativa exige enterrar en ataúd, en Vitoria incluido, pero se les permite meter dentro del nicho un poco de tierra para que el fallecido esté en contacto con la Tierra).
La tradición y el ritual que siguen los musulmanes no termina aquí. Y es que, una vez enterrado en el cementerio, en general, se realizan las visitas de los familiares hombres y mujeres –"siempre que hablamos del colectivo musulmán, hay que recordar que estamos hablando de un colectivo numeroso, diverso, de un colectivo que viene de diferentes procedencias culturales y hay autóctonos, hay diferentes corrientes, un colectivo que no es homogéneo, por eso los detalles pueden variar entre unos y otros"-.
Sea como fuere, para el Colectivo Musulmán la muerte un es el final de una persona, "sino que es el comienzo de un viaje, de una parada transitoria hacia la vida eterna". Por eso, estos momentos de duelo tienden a celebrarlo como otro tipo de ceremonia. "Obviamente, perder a un ser querido siempre es difícil, pero en el caso de los musulmanes el luto no se debe alargar mucho porque la muerte es el destino inevitable e irremediable de todo ser, solo sus buenas obras en la vida le pueden servir", destaca.
La situación hasta ahora
Así, esta Comunidad Musulmana desde hace escasos meses ya puede realizar con sus tradiciones sus despedidas a los más allegados gracias al cementerio creado para ellos en El Salvador. Hasta ahora, los entierros de los fallecidos musulmanes se han realizado en distintas comunidades cercanas, (la gran mayoría en Burgos, Pamplona, Logroño o Zaragoza) ya que en Euskadi el único cementerio existente estaba ubicado en Bilbao, y sus nichos son solo para musulmanes residentes de la ciudad. "Buena parte de los fallecidos enterrados en estos cementerios eran niños", detalla. En el caso de los adultos, muchos fallecidos eran repatriados pero debido a la situación de pandemia mundial "las fronteras estaban cerradas con Marruecos por lo que no ha quedado más opción que realizar todos los funerales en España". Por todo ello, esta comunidad se muestra satisfecha tras la creación de este cementerio en Gasteiz.
Y es que como signo de respeto para con los que tienen distintas creencias religiosas, desde apenas tres meses los musulmanes tienen su espacio íntimo en el cementerio, atendiendo a las necesidades de enterramiento de esta comunidad, dándose por cerrada así una petición y demanda que llevan realizando desde hace más de 20 años. Para hacer esta petición posible el Ayuntamiento ha invertido varios años de proyectos, negociaciones y reuniones y cerca de 150.000 euros para poder acondicionar el espacio, en una parcela que tiene espacio para 87 tumbas. "Las tasas del entierro se pagan como cualquier otro ciudadano, los trámites y los pasos en el tanatorio se hacen según las normativas existentes. Digo esto para corregir algunos bulos y comentarios que intentar sacar partida hasta de los Muertos y las tumbas", concluye.