George Russell aprovecha un duelo memorable en Austria

Vuelta 50 de las 71 programadas para el Gran Premio de Austria. Situación de carrera: Max Verstappen rodaba en cabeza perseguido por Lando Norris. “La distancia se ha abierto hasta los 7 segundos. Todo está bien”, reportaban al líder. Todo apuntaba a una nueva conquista del campeón, que no se había visto inquietado en ningún momento. La Fórmula 1, sin embargo, es esa caja de sorpresas que puede guardar cualquier situación. Es ese guion que de manera drástica se rompe para ser reescrito con un cambio sorprendente de la historia, porque solo un giro después de un escenario idílico para Verstappen todo se torció.

En la vuelta 51, Red Bull y McLaren mandaron a sus pilotos a realizar el segundo pit stop. El equipo austríaco completó la parada en 6,5 segundos, una eternidad. La mayor parte del margen de Verstappen se había esfumado. Además, los primeros montaron un neumático medio usado mientras que los segundos instalaron el mismo compuesto pero con gomas a relucir. Doble error humano, uno de destreza y otro estratégico.

Nada más abandonar ambos el pasillo de boxes, Verstappen sintió la amenaza en su cogote. Acechado, se pasó de frenada y realizó un plano en sus gomas. “Algo va mal en el coche, porque no tengo grip”, protestó el neerlandés. Por primera vez en toda la carrera, Norris se situaba a distancia de DRS, con plenas opciones de lograr la victoria. Sufría Verstappen, que vio asomarse el morro del McLaren. “Se ha protegido con un cambio de dirección en la frenada”, denunció Norris. Apasionante.

De pronto, Norris vio la bandera blanca y negra por excederse de los límites de la pista. Y acto seguido, en un nuevo intento de adelantamiento, se coló por el interior de la curva pero marchándose de nuevo fuera de la pista, lo que le supondría una sanción de 5 segundos que aún no se había dictaminado cuando se prolongaba el vibrante duelo. Norris devolvió la posición a Verstappen, que recuperaba la defensa del liderato tras verse superado por el exterior de la pista.

Quedaban once vueltas de agonía para Verstappen; las mismas para que Norris organizase un adelantamiento definitivo que le otorgara el segundo triunfo de la temporada. La protección de la primera plaza era numantina; el ataque era feroz y constante. Impresionante. Verstappen aguardaba como un púgil arrinconado contra las cuerdas al tañido de la campana. Acorralado.

Y entonces, en una nueva acometida, Norris lanzó el coche esta vez por el exterior. Verstappen estranguló al de McLaren hasta que ambos colisionaron y desllantaron. Cuando reina la igualdad, chocan los intereses y esta vez también los coches. Los dos llegaron cojos al garaje, donde Norris se tuvo que bajar del McLaren y Verstappen, con nuevos calzos, reemprendió la marcha para finalizar en una quinta posición que sabe a gloria porque, pese a ver de nuevo amenazada su jerarquía y ser privado de la victoria, amplió su renta en el Mundial. Su maniobra de proteger la posición causando una colisión le costó una sanción de 10 segundos que no alternó su resultado final.

En estas, ante el cisma vivido a más de diez segundos de distancia del alerón delantero de su monoplaza, George Russell se alzó al frente de la carrera, incrédulo, porque como admitió, “Red Bull con Max y los McLaren están por delante nuestro”. El piloto de King's Lynn de 26 años se vio levantando el trofeo de ganador por segunda vez en la Fórmula 1 tras Brasil 2022. Un éxito insospechado que no quiso abrazar hasta cruzar la meta. “Puedes ganar esta carrera”, le señaló su jefe, Toto Wolff, al situarse líder en la vuelta 66. “¡Dejadme conducir!”, respondió Russell, ávido por aprovechar la oportunidad.

“Se veía que estaban yendo el uno a por el otro. Sabía que era una posibilidad y siempre sueñas con verte aquí. Estábamos en el lugar adecuado para poder capitalizar”, manifestó Russell con el triunfo en su poder, espectador desde las pantallas del circuito Red Bull Ring de un debate inmenso. Un episodio memorable del duelo entre dos pilotos que no será definitivo a juzgar por el cruce de caminos entre el menguante rendimiento de Red Bull y la creciente progresión de McLaren que lleva a Verstappen y Norris a chocar.

Verstappen se libra de una sanción

La carrera, además de la refriega en pista, también dejó combates en los garajes, con McLaren denunciando un posible unsafe release de Verstappen sobre Norris que quedó sin sanción pero que sembró insatisfacción en el equipo británico, porque lo cierto es que Lando bloqueó sus ruedas cuando Max abandonaba su box tras cambiar los neumáticos. El espectáculo está servido en diversos frentes. “¡Cabeza alta!”, le espetaron a Verstappen desde su garaje, mientras Red Bull baja, alicaído.

Russell celebró en el podio en compañía de Oscar Piastri, segundo, y de Carlos Sainz, tercero. Obviamente, la grata sorpresa dejó a todos ellos con rostros de alegría; no así tanto a Lewis Hamilton, cuarto. Si bien, en Ferrari debe haber lugar para la reflexión, porque después de la victoria de Charles Leclerc en Mónaco se multiplican los síntomas de un nivel decreciente. En Austria, el monegasco chocó con Piastri y su coche quedó dañado, lo que le condujo a terminar undécimo. Es decir, no ha sumado en dos de las tres últimas citas. “Conseguimos un tercer puesto, es un buen resultado. Podemos estar muy contentos y orgullosos, porque este fin de semana no fue fácil para nosotros”, expresó Sainz, en una clara muestra de que la escudería italiana atraviesa problemas.

Aston Martin también debe meditar. Lance Stroll fue decimotercero y Fernando Alonso, decimoctavo, sancionado con 10 segundos por provocar un accidente. “Voy con más optimismo a Silverstone”, apuntó el ovetense, agarrado al clavo ardiendo de que peor es complicado estar.