Horas antes del control de firmas, de la megafonía que brama nombres, del público que espera a los ciclistas encarrozados en autobuses con todo tipo de comodidades, asientos de ejecutivo, cafetera, ducha y conexiones para el uso expansivo de la tecnología, un pelotón anónimo, sin dorsal, pero imprescindible, pone en pie la carpa de la caravana del Euskaltel-Euskadi, compuesta por unas 25 personas y varios vehículos: un bus, un camión, cuatro coches y un furgón. Su etapa amanece con las luces del alba. Es la rutina que sostiene la emoción, el tejido que impulsa a los ciclistas. Entre esas bambalinas, lejos de los camerinos, transcurre la vida de Andoni Arce, masajista del Euskaltel-Euskadi, cicerone que presenta las entretelas del equipo naranja en la Vuelta.
Un día de competición comienza madrugando. El despertador avisa sobre las 7.30 y las 8.00 horas. A partir de ahí se inicia una contrarreloj por equipos. Cada uno tiene su función perfectamente asignada. Engranaje tras engranaje. Sincronizados. “Tras el desayuno del staff, los mecánicos revisan las bicis, hinchan las ruedas y cargan las bicis en las bacas de los coches. Mientras tanto, nuestro trabajo, el de los masajistas, es preparar los bocadillos. Es un trabajo laborioso. Unos 20 bocadillos al día para el staff”, establece Arce.
Una vez realizada esa tarea, se desenrolla el desayuno para los ciclistas. Energía para la carretera. “Preparamos el desayuno para los ciclistas. Se combinan arroz, cereales, frutas… Todo previsto para que no falte de nada”. Si bien el desayuno es genérico, cada ciclista tiene sus particularidades. Todo se calcula para que el rendimiento sea óptimo en carrera. Con los ciclistas alimentando el depósito de energía, los auxiliares se aprestan a llenar la bodega de carga del autobús.
Charla en el bus
“Metemos los avituallamientos al autobús y de ahí se va hacia la salida, donde se preparan las bicis para cada corredor frente al bus del equipo y ponemos los bidones de carrera en cada bici”, describe Arce. En ese tiempo de preparativos del staff, el director del equipo naranja, Jorge Azanza, aprovecha para dar la charla previa a la etapa. Se pulen los detalles en la reunión para enfocar lo mejor posible la jornada. En paralelo, se disputa la otra carrera. Un trabajo de hormigas. Los auxiliares se dispersan en puntos concretos del recorrido para dar el avituallamiento y los bidones a los ciclistas. “En las bolsas de avituallamiento se meten dos barritas energéticas, dos geles y dos pastales de arroz que hacemos nosotros”, detalla Arce. Se gane o se pierda, pero con la tripa llena. El adagio del ciclismo. Ganar o alcanzar el podio es una posibilidad, pero la realidad, ocurra lo que ocurra, impone una liturgia una vez concluya la competición. Atención, descanso y recuperación. “Al acabar, toca atender a los ciclistas. Toca ducha y recuperación a base de carbohidrato y proteína. Una merienda con pavo, arroz, patata cocida, atún...”, apunta el masajista del Euskaltel-Euskadi. Mientras una parte del staff recibe a los corredores en meta, otro se desplaza al hotel donde toca hacer noche. Su misión es fundamental.
“El que va de hotel en hotel tiene que preparar todo para la llegada del equipo. Conectar el camión con las tomas para cuando lleguen los mecánicos. A ellos les toca entonces limpiar las bicis y, sobre todo, revisarlas por si han tenido alguna avería y arreglar lo que toque”, dice Arce. Con los mecánicos centrados en las monturas, los masajistas despliegan las camillas para dar masaje a los ciclistas. Las piernas necesitan mimos con celeridad. La recuperación es primordial. “Los masajistas intentamos dar el masaje lo antes posible porque de lo contrario se solapa con la cena”, expone el masajista del Euskaltel-Euskadi.
El encargado de ser el enlace de los hoteles aprovecha la estancia para “preparar el avituallamiento, y hacer el pastel de arroz con diferentes sabores, salados o dulces, al gusto”. Una vez concluido el masaje, con los ciclistas sentados, dispuestos para cenar, los auxiliares continúan preparando el día siguiente tras el masaje. “Se rellenan las neveras con aguas, sales y bebidas con carbohidrato para meterlas al autobús”. Finalizado el tajo, toca algo de relax y de tertulia antes de irse a dormir. Espera otra nueva jornada. Un día más en las carreras del Euskaltel-Euskadi.