Joana Sanz, esposa del futbolista Dani Alves, y tres amigos con quienes estuvo de fiesta el 30 de diciembre de 2022 han avalado ante el tribunal su versión de que estaba borracho la noche en que una joven lo acusa de violarla, una circunstancia que su defensa esgrime como atenuante.
La modelo tinerfeña, que está casada desde 2017 con Dani Alves, ha declarado como testigo, a petición de la defensa del futbolista, en el juicio por agresión sexual que se celebra contra él en la Audiencia de Barcelona, en el que la Fiscalía le pide nueve años de cárcel y doce la acusación particular ejercida por la víctima.
La testigo, que en marzo del año pasado sugirió en Instagram que iba a poner fin a su relación con Alves pero hoy ha recalcado que "legalmente" no se ha divorciado, ha declarado bajo la advertencia del tribunal de que, por su relación de parentesco con el acusado, está excusada de testificar en su contra, pero sigue teniendo la obligación de decir la verdad.
A preguntas de la abogada de Alves, Inés Guardiola, la modelo ha explicado que el 30 de diciembre de 2022 el futbolista pasó el día con sus amigos en un restaurante. Pensó que volvería para cenar con ella, pero lo hizo a las 4 de la madrugada, "muy borracho y oliendo a alcohol".
Sanz ha detallado que cuando el internacional brasileño entró en la habitación "se chocó con una mesita de noche y cayó desplomado en la cama" y que no pudo hablar con él en esos momentos dado su estado.
Al día siguiente, ha añadido, "se levantó supertarde" y le contó que había estado de fiesta con sus amigos en un restaurante, pero soslayó cualquier referencia a las horas que había pasado en la discoteca Sutton.
Asimismo, la testigo ha negado, como apuntaba la acusación particular, que el 30 de diciembre de 2022 ella tuviera intención de cenar y salir con su marido, pero este se lo impidió diciendo que era una "noche de chicos".
Fue "el que más bebió"
Otro de los testigos cuya declaración ha tratado de apuntalar la atenuante de embriaguez de Alves ha sido Bruno, un chef brasileño amigo del futbolista que le acompañaba la noche de Sutton y que también fue con su abogada al juzgado cuando fue detenido, hasta el punto de que estaba presente cuando les entregaron los informes policiales que le involucraban en la violación.
El testigo ha explicado ante el tribunal que el día de los hechos estuvo almorzando y cenando con Alves en un restaurante, donde el futbolista fue "el que más bebió" -una botella y media de vino y dos whiskys, en concreto-, tras lo que se fueron de copas a un local antes de dirigirse a Sutton.
Además de apoyar la versión de la defensa de que Alves estaba borracho -con lo que espera beneficiarse de una atenuante por embriaguez-, el cocinero brasileño ha contradicho a las amigas de la víctima que evocaron la actitud "babosa" que el futbolista tuvo con ellas y ha señalado que el acusado estuvo bailando y conversando con las jóvenes con "respeto".
Tampoco apreció, según ha dicho, ninguna actitud extraña ni en Alves ni en la víctima cuando ambos salieron del baño del reservado: afirma que la joven le saludó con la mano antes de irse, con normalidad, y que su amiga incluso le besó las mejillas para decirle adiós.
Los otros dos amigos de Alves que han testificado también han confirmado que el futbolista bebió "bastante" alcohol y que prefirieron que no condujera.