En las dos últimas ediciones, incluso a pesar de las restricciones derivadas de la situación sanitaria y la obligación por ellas de trasladar el festival a Montehermoso, la apuesta de 150 Gramos no ha parado de contar con el respaldo del público. Por eso, no es de extrañar que en este 2022, en el que se ha podido recuperar el 100% del aforo y han desaparecido el resto de limitaciones, los espectadores estén volviendo a arropar de manera tan numerosa a la propuesta de Pez Limbo y El Mono Habitado.
Quienes ayer acompañaron al evento en su arranque, levantaron el simbólico telón participando, en primer lugar, en la instalación escénica Estación recuerdo, de Producciones Kepler, una propuesta para hablar de los recuerdos que se quedan. También hubo tiempo para compartir Raska Nazka, de Kolectivo Mostrenko, una obra sobre la adicción al juego; EN, una coreografía de Mari Paula y Jaime Peña que aborda temas como la lucha, el cansancio y la aceptación del fracaso; y Gaizki, de amaHiru, un viaje dentro de una relación.
El más claro ejemplo de ello se vivió ayer por la tarde en el centro cultural, que se llenó para disfrutar de una programación muy variada, pero, como siempre, la misma idea, es decir, ofrecer propuestas escénicas de pequeño formato que poder disfrutar a escasos centímetros de los intérpretes. Esa cercanía, ese contacto y relación tan especial con los espectadores, es marca de la casa de un festival que, eso sí, a causa de la pandemia ya no se celebra en los puestos de algún mercado de barrio de la capital alavesa.
En lo que respecta a hoy, el festival se volverá a llenar de contenido con Una comedia de estos tiempos, de Ékoma Teatro, sobre la expansión de ciertas políticas totalitarias; Actos reflejos, de Iara Solano y Sleepwalk Collective, un documental escénico en torno a cómo habita el ser humano su cuerpo y percibe el mundo que le rodea; See-Saw, de Collectif Troïka, que une danza y teatro en esta propuesta; y Sobre volar, de Eva Alonso Martínez, una coreografía en la que un cuerpo entiende que la libertad también es romper con todo.
Por último, mañana se pondrá el broche con Ánima, de Gata de Plata, una performance para encontrarse “con la bruja en la noche, las reuniones clandestinas, las cartas y los gualichos”; El retrete, de Infierno Producciones, en la que una moneda de 50 céntimos que está en el fondo de la taza del baño será testigo de una airada disputa entre dos jóvenes; El pie, de Lucía Marote, en la que el teatro y la danza vuelven a darse la mano; y Daisy Crazy, de Pez Limbo, montaje protagonizado por dos mujeres “muy irreverentes”.