La segunda cita de la pretemporada tras el triangular de la Copa de las Tradiciones sirvió a Ernesto Valverde para probar nuevas variantes de cara al estreno liguero del próximo 15 de agosto ante el Mallorca en San Mamés. También para encontrar el camino del gol. Hasta cuatro tantos, no en vano, endosaron los rojiblancos al Bochum de la Bundesliga en un encuentro en el que el póker de zarpazos llegó en la segunda mitad. Después, para más inri, de que el cuadro teutón se adelantara en el marcador en el minuto 58 por mediación de Zoller en la primera acción de peligro que generaron los alemanes, que se vieron arrasados por un ciclón bilbaino en la última media hora de juego.
Si en la primera mitad brilló el fútbol asociativo de los leones con Iker Muniain y Oihan Sancet en perfecta sintonía en la zona ancha, pero sin obtener el tan ansiado y buscado premio del gol, tras la reanudación sucedió todo lo contrario. No estuvieron tan exquisitos en el manejo del esférico los de Valverde, pero mostraron una notable y pocas veces vista eficacia en el remate con Asier Villalibre como principal protagonista. Raúl García, con una sublime picadita ante la que nada pudo hacer el guardameta alemán Michael Esser, puso las tablas en el marcador y el delantero de Gernika, en sus primeros minutos de la pretemporada al saltar al césped tras el descanso en detrimento de Gorka Guruzeta, firmó el segundo y el cuarto gol de la tarde en clave rojiblanca con Iñaki Williams como tercer goleador entre medias.
Fue, así las cosas, un test de suma producción para un reconfortado Villalibre, quien no perdonó en sus dos vis a vis con el cancerbero rival. En ambas acciones, con todo el tiempo del mundo para decidir, lo cual supone en ocasiones un hándicap para el propio delantero, definió a la perfección el búfalo, quien batió primero por alto y después por bajo a Esser para quitarse así un soberano peso de encima. Necesitaba ganar en confianza el 20 del Athletic, sin minutos al igual que Guruzeta en el triangular que abrió la pretemporada, y pudo hacerlo a base de goles, justo lo que se le reclama a sus 24 años después de una última temporada marcada por los problemas físicos.
Hasta cuatro lesiones musculares acumuló el gernikarra a lo largo de un ejercicio 2021-22 que acabó convirtiéndose en una auténtica tortura a título individual. A finales de septiembre, en su primera titularidad del curso contra el Rayo Vallecano en San Mamés, sufrió un primer percance muscular al que le siguieron otros tres en octubre, noviembre y abril de este mismo año, cuando tuvo que pedir el cambio después de salir desde el banquillo ante el Celta en la segunda mitad. Solo 540 minutos, repartidos en 19 partidos, pudo sumar en liga un física y anímicamente mermado Villalibre que, con solo dos goles en su casillero, cerró la campaña con las peores sensaciones posibles a la espera de poder reivindicarse en la temporada entrante.
LA COMPETENCIA
La llegada de Guruzeta, titular ayer frente al Bochum, ha aumentado de entrada la competencia para el de Gernika, señalado aun así por una parte de la afición como la esperanza goleadora de cara a un curso en el que Valverde debe decidir quién es su delantero titular. El citado Guruzeta, Iñaki Williams, quien actuó como ariete en el triangular del domingo y como extremo derecho ayer con gol incluido, son las otras opciones que maneja Txingurri además de la figura de Villalibre, a quien precisamente hizo debutar el de Viandar de la Vera en diciembre de 2016.
Seis años después, con un total de 95 partidos y 13 goles a sus espaldas como rojiblanco, lo cierto es que el gernikarra no ha podido comenzar con mejor pie una pretemporada en la que sabe que debe dar un paso al frente. En el verano del pasado año, a las órdenes de Marcelino García Toral, Villalibre solo vio portería en una ocasión. Marcó ante el Southampton en el penúltimo amistoso y no volvió a ver portería hasta el pasado 3 de abril. Ayer, en Alemania, el búfalo, con el punto de mira perfectamente calibrado, dio un golpe en la mesa.