"Estoy viendo muchas caras conocidas y os quería dar las gracias por haber venido”, expresó el txistulari Juan Antonio Aroma al recoger su galardón en la sexta edición de los Dantza Tradizionalaren Esker Onak que se celebró en el Museo Guggenheim. Precisamente, la palabra “gracias” fue la que más se escuchó en la velada. Ese término lo reseñó el director general de Editorial Iparraguirre, Javier Andrés, cuando alabó la “importancia de tener unas sólidas raíces” que permiten “mantener en el país una gran riqueza de folklore y danza tradicional”, como subrayó José María Oyarzabal, presidente de Bizkaiko Dantzarien Biltzarra, organizadora del acto.
“Empecé con nueve años y al principio no fue por gusto, fue porque mi madre quería que aprendiera”, reconoció Aroma a quien el gusanillo del txistu le invadió e incluso se llevó “a la mili a Canarias” este instrumento para disfrutar en los momentos de juerga durante el periodo militar. La constancia del txistulari también la ha tenido Raimundo Flores, Mundi, quien puso en valor la importancia de “ir buen vestido a la manera tradicional”. Sus trabajos de investigación se han reflejado en el vestuario de la procesión del Carmen de Santurtzi. “Había fotografías en blanco y negro de la procesión. Solo había que darles color”, comentó este estrecho colaborador de Bizkaiko Dantzarien Biltzarra con quien ha “confeccionado trajes y realizado exposiciones” en diferentes puntos. .
Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó cuando María Junkera, hermana de Kepa Junkera, recogió un premio en su nombre. “En mi vida musical he tenidos dos referentes: mi entorno familiar y la pertenencia al Beti Jai Alai. Me gustaría mandar un recuerdo muy especial para Jon Pertika. ¡Sigamos con la danza!”, leyó con la voz entrecortada María, que trasladó las palabras que Kepa Junkera había escrito.
El “orgullo” que sienten los dantzaris de San Lorentzo Dantza Taldea e Iremiñe Dantza Taldea de Berriz se vio sobre el escenario cuando bailaron un agintzariena y un zortzinangoa. Poco después, recibieron su galardón en reconocimiento a su aportación para que la dantzari dantza de la localidad continúe. “Hay que empezar desde joven”, aseguró Iñaki Arbulu, de San Lorentzo, mientras que José Alberto Narbaiza, de Iremiñe, destacó que “ambos grupos gozamos de buena salud” respecto al número de integrantes.
Una larga trayectoria comparten Goizaldi Dantza Taldea, Tronperri Dantza Taldea y Salleko Txistu eta Dantza Taldea. Los donostiarras, representados en el escenario por Igor Saez Eizagirre, cumplirán el próximo 2023 sus bodas de brillante. 75 años en las plazas y calles que tendrán “en el Teatro Victoria Eugenia” uno de los puntos neurálgicos de la celebración. Uno poco más jóvenes son los durangarras y los sestaotarras ya que este año han cumplido 60 años. Izaskun Aliende, de Tronperri, tuvo una palabras emocionadas para Jose Ignacio Erdoiza, que falleció hace unos días. Asie Bikuña, de Salleko, compartió impresiones con los durangarras. “Al igual que a Tronperri hemos tenido problemas de gente después de la pandemia. Pero seguiremos con la muestra de folklore y la Umeen Euskal Jaia”, anunció.
La espontaneidad se asomó a la gala de la mano de Ander Martín, uno de los integrantes de Ondalan Erraldoien Konpartsa, que tras bailar un vals con los gigantes medianos y txikis cogió el micrófono y contó su experiencia. “Empecé con 5 años porque me retó Jabi Ortega ya que yo quería levantar el gigante del txistulari”, relató Martín que entró en el grupo “aunque era el que peor bailada”. La Aste Nagusia de 2013 quedó grabada en su retina ya que fue cuando debutó con el grupo. Un sinfín de anécdotas para premiar esa dedicación “altruista” para que la cultura vasca se mantenga muy viva y atrape al público.