Perder un anillo de casado puede suponer un tremendo disgusto para su propietario por su importante valor sentimental, e incluso un enfado para su cónyuge por no haber cuidado un objeto tan simbólico y que sirve de recuerdo de un día tan especial como una boda. De ahí que muchas veces se enciendan las alarmas cuando se pierde de vista y no se sabe dónde puede estar.
Perdido en un establo con vacas
Es lo que le sucedió a un granjero de Baviera, Johannes Brandhuber, que perdió su anillo de casado hace cuatro meses, en noviembre de 2024, mientras atendía a sus 60 vacas en el establo de su explotación del sur de Alemania, como él mismo ha relatado al diario Passauer Neue Presse. Nada más ser consciente de que el anillo no estaba en su dedo lo buscó de todas las maneras posibles, incluso con un detector de metales por toda la instalación, pero no había ni rastro de la joya.
Así que Brandhuber, de 32 años, decidió no darle más vueltas, se resignó y optó por comprarse un anillo de reemplazo que sustituyera al que selló su boda con su mujer Sophie en el año 2023. Pero cuando ya habían pasado cuatro meses y ya se había olvidado del otro anillo y de la posibilidad de encontrarlo, sucedió lo que nadie podía esperar.
Lo encuentra un carnicero
Arthur Rohzetzer, un carnicero de la localidad de Pleiting, situada a unos 30 kilómetros de la granja de Brandhuber, encontró el anillo cuando vaciaba el contenido del estómago de la vaca Herzal (que significa corazoncito en bávaro), un ejemplar de dos años y medio que había pasado por la granja de Brandhuber unos meses antes.
Que apareciera el anillo fue fruto de una serie de casualidades. En primer lugar, por el hecho de que Rohzetzer es uno de los carniceros que todavía despieza el ganado de la manera tradicional. Y también por la suerte de hallarlo dentro de un estómago que puede pesar hasta 60 kilos.
Descifra la inscripción
Aunque los ácidos propios de ese órgano habían corroído la joya hasta hacer la inscripción casi ilegible, el carnicero fue capaz de descifrarla y quiso buscar a su propietario. Consiguió contactar con el padre de Brandhuber, que no podía creer que hubiera aparecido el anillo de su hijo.
Una vez que la joya fue devuelta a su dueño, el granjero quiso agradecer el detalle y las molestias que se había tomado el carnicero y le llevó una cesta de cerveza.