El trabajo de la mujer en el ámbito científico ha pasado desapercibido durante siglos, y muchos de sus logros han sido relegados a un segundo plano o incluso olvidados en numerosas ocasiones.
Los tiempos han cambiado y, tras romper no pocos techos de cristal, las científicas se han abierto por fin un hueco en esta disciplina.
Hasta el punto de que a día de hoy representan ya el 66% de las personas involucradas en los proyectos de investigación que desarrolla Osakidetza.
Pese al enorme progreso, la Organización Sanitaria Integrada (OSI) Araba no quiere olvidar a aquellas pioneras y este viernes, en vísperas del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ha querido rendir un "sincero y humilde" homenaje a algunas de las más representativas.
"Mujeres cuyas aportaciones han supuesto grandes avances en el mundo sanitario y, gracias a las cuales, nuestro trabajo es hoy un poco más fácil", según Juncal Santa Coloma y María Aranzazu Sierra, referentes de Igualdad de la OSI.
Sentenciada a muerte
Este listado de científicas referentes arranca con Agnodice, que vivió en el siglo IV antes de Cristo. Especializada en obstetricia, tuvo que simular ser un hombre para poder ejercer su profesión.
Cuando se descubrió que Agnodice era mujer, y dado que la medicina estaba vetada para las féminas, fue sentenciada a muerte, aunque después fue perdonada gracias a la solidaridad de sus pacientes, que se rebelaron contra la sentencia.
Hay historiadoras e historiadores que la consideran un mito. Sin embargo, también hay quienes no albergan ninguna duda sobre su existencia.
La OSI Araba ha recordado también a Metrodora, cuya existencia está datada entre los años 200 y 400 después de Cristo. Fue médica y autora del texto médico más antiguo conocido y escrito por una mujer, Sobre las enfermedades y los cuidados de las mujeres.
Vivir como hombre
La organización tampoco ha querido olvidar a Elena de Céspedes (siglo XVI), que al igual que muchas de sus predecesoras tuvo que vivir como hombre para realizar su trabajo como cirujana, incluso yendo a la guerra como soldado.
Ni a Isabel Zendal (1773-siglo XIX), reconocida por la OMS como la primera enfermera de la historia en misión internacional, que llevó la vacuna de la viruela a los territorios españoles de ultramar.
Ya en plena Edad Contemporánea aparecen los nombres de Letitia Geer (1852-1935), la enfermera que inventó la jeringuilla “de una sola mano”, y de Alice Ball (1892-1916), científica y química que desarrolló un extracto de aceite inyectable efectivo contra la lepra hasta que se empezó extender el uso de los antibióticos.
En el siglo XX
La OSI Araba ha recordado igualmente, saltando al siglo XX, las figuras de Rosalind Franklin (1920-1958), cuya contribución al descubrimiento de la estructura del ADN pasó desapercibida, y de Virgina Apgar (1909-1974), médica anestesista y creadora del test de Apgar, utilizado para evaluar la salud de las y los recién nacidos que ha reducido considerablemente la mortalidad infantil en todo el mundo.
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"Y como estas, otras muchas que trabajaron para que el mundo fuera un lugar más saludable; mujeres que sirvieron y sirven de ejemplo a otras generaciones; mujeres que se han convertido en referentes a seguir hoy en día; mujeres cuyo ejemplo siguen las científicas actuales para superar desafíos presentes y futuros", ha recordado desde la organización sanitaria alavesa.