De unos años a esta parte, por suerte o por desgracia, el auge de las redes sociales ha creado nuevas profesiones, como la de influencer: creadores de contenido que tratan de conseguir miles e incluso millones de seguidores mostrando su vida, sus viajes, sus aficiones, sus trucos, etcétera. Y esos seguidores les proporcionan la posibilidad de realizar campañas o acciones publicitarias a cambio de viajes, productos y mucho dinero.
Todo vale para conseguir seguidores
De ahí que haya una competencia feroz por ganar seguidores y por obtener visitas y likes tanto en las publicaciones como en los vídeos. Por eso llegan a verse hechos ilegales e insensatos: colarse en espacios prohibidos o protegidos, arriesgarse a hacer una foto en lo alto de un rascacielos o en el acantilado más peligroso o, como ha sucedido recientemente, entrar en la cueva de un oso. Todo vale con tal de aumentar la popularidad, aunque se ponga en riesgo la vida propia.
Este último caso lo ha protagonizado un influencer croata, llamado Stefan Jankovic, que tiene más de un millón de seguidores en YouTube y roza el millón en Instagram, donde ha colgado su última hazaña. En el vídeo, que acumula cerca de 100 millones de visualizaciones, 4,3 millones de likes y casi 40.000 comentarios, se ve cómo el joven entra en la cueva habitual de un oso, que se encuentra en ese momento vacía, pero cuando se dispone a salir observa cómo el plantígrado regresa a su casa y comienza a entrar en la cueva.
Angustia hasta que el oso se va
Son unas imágenes angustiosas en las que se le ve con cara de absoluta preocupación y se le escucha respirar con ansiedad, y en las que parece temer con su vida ante la presencia del animal. Pero éste finalmente se retira y le deja vía libre para abandonar la cueva.
Otros vídeos que desmontan esa angustia
Entre los comentarios, la mayoría en croata (nacionalidad del grueso de sus seguidores) se pueden leer numerosas críticas que le reprochan si todo vale por conseguir unos likes o unos seguidores más. Pero, eso sí, ese vídeo tan popular parece tener algún truco al ver las grabaciones posteriores que ha subido el croata, en las que se ve interactuando con el oso con toda la tranquilidad del mundo. Aparece dándole de comer de la mano e incluso pasándose con él una fresa con la boca, además de acariciando a una pareja de osos, con lo que parece que se trata de unos animales acostumbrados a la presencia humana o semidomesticados y que la angustiosa grabación de la cueva no habría tenido demasiado riesgo. "Nos hemos hecho mejores amigos", escribe en una de las publicaciones.