“Perdón, cada vez está más difícil aparcar”, asegura un Mikel Laboa en blanco y negro nada más entrar a un estudio de grabación donde varias personas le esperan visiblemente molestas. El carácter huidizo y esquivo del cantautor más inaprensible que ha dado la cultura vasca se capta a la perfección en Yo no soy Mikel Laboa, un cómic de Elkar en el que Unai Iturriaga y Harkaitz Cano han guionizado las viñetas que Joseba Larratxe ha dibujado.
“En momentos cruciales no era difícil que desapareciese”, revela Cano sobre el pánico que sentía el carismático donostiarra al tener que dejar para la posteridad algunas de sus melodías más singulares. Esos detalles que humanizan al personaje, que cantó desde el humor y la libertad, son los que configuran el relato del que es un mito. Es un retrato del cantante vasco más querido y admirado.
El proyecto tiene su origen hace cinco años, cuando la entonces directora de la cátedra Mikel Laboa, Jone Miren Hernández, se puso en contacto con Unai Iturriaga. “Recibí la llamada con alegría, pero también con preocupación. No me sentía capaz de abordar el proyecto solo”, relata el bertsolari, escritor y músico durangarra, quien finalmente reunió a un grupo “increíble”. Sin embargo, según detalla, en aquel momento todos ellos estaban inmersos en otros trabajos.
“La cátedra ha tenido mucha paciencia, este cómic se ha publicado cuando se ha podido publicar”, reconoce Iturriaga, quien agradece el margen que les proporcionaron, poco habitual en la industria editorial, para elaborar el libro que en principio estaba previsto que viera la luz en el décimo aniversario de la muerte de Mikel Laboa, a finales de 2018.
Una convivencia de varios días en Lekeitio entre los tres creadores fue el germen de lo que hoy es Yo no soy Mikel Laboa. “Elaboramos una hoja de ruta y rompimos la brújula”, admite Harkaitz Cano, quien recuerda que las memorias detalladas sobre el célebre cantautor ya estaban escritas por Marisol Bastida, por lo que su objetivo, definitivamente, debía ser otro.
“Para la gente de cierta edad, Mikel Laboa es como la magdalena de Proust, a cada uno nos lleva a momentos, a personas determinadas. Cada uno tiene su Laboa predilecto, quizá un poco mitificado”, apunta Cano, quien describe a Laboa como el chamán de la tribu, el amante del clown o el experimental de los lekeitios. Pero también fue quien dio a conocer a grandes poetas como Ar-tze, Lete, Sarrionaindia o Atxaga, incluso también otros de la tradición europea como Bertolt Bretch.
Teniendo en cuenta todo esto, afirma Cano que llegaron a la conclusión de que debían dejarse guiar no solo por el espíritu experimental y catártico del autor de obras como Txoria Txori o Baga, biga, higa, sino también por su humor. “Desde la primera página el lector sabe a lo que atenerse. Es uno de esos libros en los que no todo lo que se cuenta sucedió, pero todo lo que se cuenta es cierto”, concreta el escritor, quien explica que se relata la vida del cantautor mediante pasajes biográficos que se intercalan con otros más oníricos y libres.
“Es un trabajo pensado por tres cabezas pero dibujado por dos manos”, evidencia sobre una forma de trabajar que ha definido como caprichosa y en alternancia. Lo que ha dado como resultado que la autoría se difumine. “Y esa es una muy buena señal”, sentencia.
Decisiones artísticas
Un trabajo de dos años es el que necesitó el arquitecto e ilustrador Joseba Larratxe para materializar un guion al que también ha aportado mucho. “Me sentía legitimado para llevar a cabo el proyecto porque cumplía un gran requisito, que era ser un gran fan de Mikel Laboa”, asevera Larratxe, quien ha tomado varias decisiones artísticas.
“El cómic no está en cuatricomía. A cada escena se le atribuye un color. Quería hacer un guiño a Zumeta, que fue amigo y colaborador de Laboa, utilizando colores primarios”, añade el ilustrador que ha empleado un trazo sencillo utilizando lápiz blando y papel rugoso con el objetivo de hacer los dibujos de la forma más fácil, emulando la puesta en escena de Laboa, quien actuaba con una guitarra y un micrófono.
“Es una pequeña tragedia que no se hayan inventado cómics con música. Aunque a gran parte de los lectores, nada más empezar a leer, les vendrán a la cabeza las canciones”, indica sobre el trabajo que permite el acceso a una playlist de Spotify compuesta por 28 canciones como Izarren hautsa, Piedra y Camino o Egun da Santi Mamiña.
Antxiñe Mendizabal, editora de Elkar, concreta que el libro fue publicado en euskera hace unos meses con muy buena acogida. “Es un cómic, pero también una biografía ilustrada. La vida de Mikel Laboa llevada a cuento”, indica sobre esta obra, “difícil” de definir.
“Es un nuevo camino para conocer a Mikel Laboa, fuera de todas las normas”, considera. Por su parte, Miren Ibarluzea, directora de Cultura de la UPV, revela que el libro cumple con la función de “internacionalizar la cultura creada en euskera a través de la traducción”. “Es un proyecto muy bello”, reconoce, por su parte, Amaia Elizalde, responsable de la cátedra Mikel Laboa, quien destaca que el mérito de sacarlo adelante no es suyo sino, de su predecesora en el cargo.
En cualquier caso, asegura que con esta iniciativa se cumplen varios objetivos como “impulsar la cultura vasca y tratar de hacerla accesible también a quienes no saben euskera”. Ahora, como indica Iturriaga, el objetivo es comprobar si hay fans de Laboa que no sean euskaldunes al otro lado.