El año del centenario del Deportivo Alavés está cerca de tocar a su fin y DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha seleccionado su particular alineación de gala. Un once de lujo con muchos de los que, sin lugar a dudas, son los mejores jugadores que el club, compendio de muy diversas épocas que se han tratado de reflejar, ha disfrutado en sus cien años de vida. Y que se queda corto, pues por cuestiones de espacio son muchas las leyendas que se han quedado fuera. Cada alavesista tendrá sus preferencias en el corazón y seguro que todos echan de menos a alguno de sus predilectos entre esta selección de mitos elegida por DNA.
FERNANDO PACHECO
Una leyenda en activo que ni siquiera necesita cartel de presentación. Cumple su séptima temporada en el club (2015-22), es el jugador con más partidos en Primera División, protagonista del último ascenso y pieza clave en el actual periplo de seis temporadas en la máxima categoría.
Como portero que es, el extremeño no ha conseguido ni un solo gol, pero son innumerables las paradas decisivas que se le recuerdan, entre ellas penaltis parados a los Messi o Cristiano Ronaldo.
El apelativo de San Fernando es justamente merecido para quien en la presente etapa en Primera ha sido considerado de manera unánime casi todos los años el mejor jugador del equipo y que no está muy lejos de ser el mejor en toda la historia del club si es que no lo es ya. En la portería, Tiburcio Beristáin y Javier Berasaluce han sido los otros dos grandes mitos del club.
COSMIN CONTRA
Con solo dos años en Mendizorroza (1999-01), el rumano es sin lugar a dudas el mejor lateral derecho en la centenaria historia alavesista.
El secretario técnico del Alavés, Juan Carlos Rodríguez, se enamoró de él en 1998, pero hubo de aguardar un año para ficharlo al negarse entonces el Dinamo de Bucarest a su traspaso, del que también se acabaría beneficiando el Salamanca.
Pequeño, con un poderío físico espectacular y una velocidad endiablada, durante dos años el carril diestro fue de su propiedad exclusiva, siendo pieza clave en dos de las mejores campañas del club: la que condujo a la primera participación en Europa y que se quedó rozando la Liga de Campeones y la que concluyó con la final de la Copa de la UEFA.
Tras este periplo (80 partidos), 2.000 millones de pesetas le condujeron a Milán en el que por entonces fue el traspaso más caro en la historia del club.
JACINTO QUINCOCES
Sin lugar a dudas, el mito fundacional del club. Ocho años de albiazul en la década de los 20 y hasta 1931 (durante la Guerra Civil jugaría algunos amistosos con el club vitoriano) y parte imprescindible de la época gloriosa.
Aunque nació en Barakaldo, sus orígenes familiares se encontraban en Álava y unos problemas de salud le condujeron a Vitoria y al Alavés, en el que se estrenó con 18 años. A partir de ahí, la leyenda: campeón de Vizcaya por encima del Athletic que hizo doblete, internacional absoluto, ascenso a Primera División con el Alavés y una campaña de ensueño en el estreno en la máxima categoría que le condujo, junto a Ciriaco y Olivares, al Real Madrid a cambio de 65.000 pesetas.
Ya de blanco, en el Mundial de 1934 fue destacado como el mejor defensa del mundo. Y eso a pesar de jugar durante casi toda su vida con un menisco roto que nunca se quiso operar, portando una rodillera que era, junto a su pañuelo en la cabeza, marca de la casa.
CIRIACO ERRASTI
El nombre del central guipuzcoano aparece indisolublemente ligado al que fuera su inseparable compañero Quincoces. De ellos se llegó a decir que, aunando sus virtudes, habrían conformado la figura del mejor defensa de la historia.
Corpulento, duro y contundente, durante seis temporadas fue agigantando su leyenda como defensa expeditivo en Vitoria, donde llegó procedente de su Eibar natal para cumplir el servicio militar.
Otro de los nombres propios de la época gloriosa, con el Campeonato de Vizcaya y el ascenso a Primera División entre sus grandes logros, e internacional absoluto durante sus años en el Alavés, antes de su traspaso al Real Madrid. Tal fue su devoción por el club vitoriano, como la de la mayoría de sus compañeros de aquella época, que la desgracia la visitó en forma de lesión en 1933, cuando se vistió de nuevo de albiazul para recabar fondos para un club que estaba en un momento crítico.
JUAN GOROSPE
Llegó al Alavés en 1952 (nacido en Bilbao, ya conocía Vitoria al haber entrado interno en Marianistas con diez años y una de sus pasiones de chaval era ir los domingos al fútbol en Mendizorroza) y se convirtió en uno de los emblemas albiazules durante más de una década, en la que se incluyó el segundo ascenso a Primera División.
Un lateral izquierdo potente y con buen manejo de las dos piernas que acabaría jugando en casi todas las demarcaciones gracias a su poderoso físico. Doce temporadas y 312 partidos oficiales de un Juantxo que lo fue todo en el club, ya que también fue entrenador y presidente, además de un reconocido hostelero en Vitoria.
JORGE VALDANO
Con 19 años y el pelo a lo afro, aterrizó en 1975 en Vitoria, descubierto por Txema Zárraga, para comenzar a forjar una sólida carrera en España. Cuatro años en la capital alavesa que fueron preludio de su ascenso a Primera División de la mano del Zaragoza antes de su paso al Real Madrid y de ser campeón del mundo en 1986 al lado de Diego Maradona.
Alto y delgado, con una calidad técnica exquisita, su adaptación a unos terrenos de juego que no eran los de ahora le llevó su tiempo y en su primera campaña permaneció mucho tiempo lesionado. Eso sí, de sus botas salió uno de esos goles que se recuerdan como decisivos en la historia del club, el que evitó el descenso a Tercera División en la campaña 1975-76. A partir de ahí, formó parte de ese Alavés que fue conocido como el Barcelona de Segunda que nunca pudo concretar el ascenso a Primera.
Tras 121 partidos y 22 goles, fue traspasado al Zaragoza y se libró, por no haber cerrado en ese momento su fichaje, de sufrir el incendio del Hotel Corona de Aragón, que afectó a la directiva alavesista y a su por entonces compañero José Ramón Badiola.
JUAN SEÑOR
El centrocampista madrileño, que será eternamente recordado por ser el autor del duodécimo gol de España a Malta del 12-1 de 1983, había pasado por la cantera del Real Madrid, pero su físico (1,67 metros) le dejó sin sitio en el club blanco una vez acabada su etapa como juvenil. Jugaba en el Ciempozuelos cuando Txema Zárraga lo captó para el Alavés.
Fino estilista, con un toque de balón magnífico y capacidad de pisar el área rival con mucho peligro, tras tres años en el club (97 partidos y 20 goles), sensacional el tercero de ellos con quince dianas, siendo parte fundamental de aquel equipo conocido como el Barcelona de Segunda puso rumbo a Primera División de la mano del Zaragoza.
PABLO GÓMEZ
Uno de los mejores futbolistas que ha dado nunca Vitoria no podía quedarse sin espacio en el equipo de su ciudad. Elegante, con una zurda magistral y una pulida técnica individual, sus ocho temporadas en el club entroncan con la época dorada de la entidad.
Protagonista destacado en el regreso a Primera División en 1998 y pieza fundamental en los años siguientes, con el Alavés escribiendo las páginas más brillantes de su historia con letras de oro. Ser profeta en la tierra propia no es sencillo y menos aún cuando se habla de Vitoria y el Alavés. Y así lo vivió un Pablo que comenzó su ligazón con el azul y blanco de manera extraña, pues tras una primera campaña en la que fue imprescindible se quedó fuera de la última convocatoria en la que el equipo se jugaba entrar en la promoción de ascenso a Primera.
Tras un año en el Levante, volvió a Mendizorroza de la mano de un Mané que lo convirtió en el motor ofensivo del equipo con su capacidad para visualizar el mejor pase en zona de tres cuartos. Tan frío en la toma de decisiones como caliente de carácter, Pablo fue el referente local del mejor Alavés de la historia.
MANOLO SERRANO
El gran emblema del Alavés de principios de la década de los 90, cuya imagen celebrando el gol que certificaba en 1998 el regreso a Primera División tras 42 años de ausencia es un icono del alavesismo.
Eternamente cedido por el Espanyol, el menudo delantero catalán, con un olfato demoledor para resolver en el área, es el máximo goleador de la etapa moderna de un Alavés en el que brilló como en ningún otro sitio. 67 dianas en 168 partidos en una etapa en la que el cuadro albiazul consiguió abandonar el pozo de la Segunda B para desembarcar en la Liga de las Estrellas.
Autor de un par de hat trick y de un póker, fue decisivo en la promoción de ascenso a Segunda de 1995 con cinco dianas y letal para volver a Primera en 1998, con 19 tantos.
MANOLO OLIVARES
El primer gran goleador en la historia del Alavés fue otro de los grandes mitos de la época gloriosa. En apenas tres años en el club, el delantero nacido en Mallorca y criado en Hondarribia se destapó como un delantero letal.
El Txipirón fue un depredador del área gracias a una mezcla de talentos excepcional: habilidoso con las dos piernas, poderoso en el juego aéreo, veloz y dotado de un enorme instinto para leer las jugadas, fue un goleador de altura. Formó parte del equipo campeón de Vizcaya y en un partido le endosó cinco goles al Arenas, fue determinante en el ascenso a Primera División en una campaña en la que rozó los 30 goles entre Liga y Copa y fue el primer goleador alavesista en la máxima categoría en una campaña en la que marcó diez goles.
Internacional con el Alavés, formó parte del traspaso de Ciriaco y Quincoces al Real Madrid después de haber marcado 97 goles como albiazul.
JAVI MORENO
Pocos jugadores en la historia del Alavés pueden presumir de haber firmado una temporada como la que rubricó el valenciano en la campaña 2000-01. Hasta 28 goles firmó un Javi Moreno que se destapó como leyenda albiazul en un año inolvidable al que solo le faltó la guinda del título de la Copa de la UEFA, en una final en la que metió dos goles.
Al punta de Silla lo rescató de Segunda División B Juan Carlos Rodríguez a mediados de la temporada 1997-98, por lo que formó parte de la plantilla que logró el regreso a Primera División. Tras un año cedido en el Numancia en el que despuntó, comenzó a sumar goles importantes en el curso 1999-00, el mejor en la historia liguera del club.
El siguiente año fue el de su explosión, mostrándose a toda Europa en el magnífico Glorioso subcampeón de la UEFA, lo que le condujo, junto a Contra, al Milan a cambio de 1.500 millones de pesetas después de haber marcado 39 goles (29 en Primera, tope del club hasta que Joselu lo ha alcanzado) en 99 partidos.
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