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Un policía local de Zarautz de paisano frustra un atraco en una joyería de Donostia: "Ni me lo pensé"

El agente, que disfrutaba de Santo Tomás con sus hijos, irrumpió en el establecimiento y arrebató el cuchillo al atracador
Entrevista al policia municipal Juanmi, que evitó un atraco a una joyería.

El esguince en la muñeca derecha es ya lo de menos. Pasado el susto, hoy le puede la satisfacción. Era un día bonito para un donostiarra como Juanmi. Aunque reside en Errenteria, Santo Tomás es siempre buena excusa para pasear por el centro de Donostia con sus dos hijos de 11 y 8 años. Juanmi es policía municipal en Zarautz, donde lleva dos años de servicio, y había trabajado de turno de mañana. Ya por la tarde, después de una “pequeña siesta”, decidió ir con sus pequeños a dar un paseo, y “de vuelta a casa, sobre las siete de la tarde”, se topó con una escena inédita en plena calle Elkano, junto a la tienda de la Real Sociedad: un atraco a mano armada en el interior de la joyería Josephine. “Ni lo pensé”.

“Yo pensaba que estaban rodando una película. Vi un grupo de gente apelotonada en el exterior. Igual 30 personas mirando hacia la tienda y una persona gritaba: ¡un hombre con un cuchillo!”. Juanmi se acercó al tumulto y observó que dentro “había un hombre amenazando con un cuchillo a la dueña y la dependienta de la joyería, blandiendo el arma de un lado a otro y gritando: ¡te lo clavo, te lo clavo!”.

El agente de paisano paseaba con sus hijos de 8 y 11 años el día de Santo Tomás, cuando vio un tumulto fuera del establecimiento

Ni se lo pensó. En dos segundos, Juanmi se vio dentro frente al agresor. “No sé ni por qué lo hice. Ves que está pasando y te sale de dentro. Me jugué un poco el tipo, pero pude quitarle el cuchillo y reducirlo. Iba con los hijos y les dije, esperad aquí, no entréis. La niña (de 8 años) se puso a llorar”.

“¿Habéis llamado al 112?”, dijo Juanmi nada más entrar en la tienda. Este agente asegura que es lo primero que hay que hacer, llamar a emergencias, porque ante una llamada de alerta por robo, sus compañeros, policías locales o ertzainas, “vienen a toda hostia”.

Desde su irrupción en escena, “el ladrón ya se centró en mí. Todo fue muy rápido. Él me miraba, con el cuchillo en la mano, pero giraba la cabeza hacia las dependientas y aproveché el despiste para abalanzarme. En dos segundos fui sobre su muñeca”.

El forcejeo duró “unos quince segundos. Ejerció mucha resistencia, no soltaba el cuchillo, pero al final conseguí que lo hiciera. Luego vino un chico a ayudarme y le pusimos contra la pared”, asegura Alvarado, de 47 años de edad. El peligro había pasado, pero había que esperar a la Policía de servicio.

Fueron “cinco o seis minutos” que se hicieron largos, pese a la “rapidez” de los agentes. “Llegaron a la vez la Policía local (de Donostia) y la Ertzaintza”. “En esos momentos de espera sale mucha adrenalina en el cuerpo, porque al final pasas de 0 a 100 en uno o dos segundos”, asegura Juan Miguel. En el exterior, asegura, “había gente que grababa la escena con el móvil”.

Alvarado acumula 20 años de experiencia como policía local en Zumaia, Hernani, Irun y desde hace dos años en Zarautz

Según Juan Miguel Alvarado, el atracador era “una persona de unos 50 años, pero me sorprendió porque ejerció mucha resistencia; tuve que hacer mucha fuerza para quitarle el cuchillo y al final lo logré”. Admite que en una situación así, podría perfectamente haber recibido un corte en la cara, pero solo sufre un esguince en la muñeca que le comenzó a molestar un poco más tarde.

Cinturón negro

En sus 20 años de carrera como Policía local en distintos pueblos de Gipuzkoa como Zumaia, Hernani, Irun y ahora Zarautz, Juan Miguel no había vivido una situación igual. Sí otras de gran tensión, pero durante el servicio, acompañado de sus compañeros, uniformado y armado. Esta vez iba desarmado, con ropa de calle y con el único comodín que le proporciona el ser “cinturón negro de karate, que también ayuda”, dice, además de la formación de defensa personal que reciben los agentes. “Por eso actué rápido. Tomé la decisión rápidamente”.

Las mayores “situaciones de riesgo” las vivió “en Irun sobre todo: una vez un coche francés nos intentó arrollar camino de Behobia, sacarnos de la carretera. Esa fue gorda. Yo me puse a llorar y todo”. Y luego, “muchas peleas” de alto riesgo, con arma blanca.

“Pero una cosa es ir de uniforme cuando estás trabajando y otra ir de paisano con tu familia, que no sabes si le va a tirar el cuchillo a las dependientas o a ti”.

24/12/2022