Todavía quedan unos días para poder visitar y codearse con los modos urbanísticos y arquitectónicos propios de la Ilustración. Ejemplos –algunos de ellos detalles que daban otro aire a tal o cual localidad– que se construyeron sobre suelo vasco o simplemente fueron proyectados durante este periodo de la Historia. Todos ellos impregnados por la sostenibilidad, la naturaleza y los espacios amplios.
Se trata de los primeros espacios verdes urbanos de Euskadi que ahora, gracias al Colegio de Arquitectos Vasco Navarro (COAVN) estarán a la vista de miradas curiosas a través de planos, maquetas a gran escala y fotografías en las oficinas de Alameda Mazarredo 69-71 hasta este próximo martes, día 13.
La colección es el resultado de tres años de investigación en la que se recogen los dibujos e infografías de los principales paseos y alamedas vascas, a manos de un equipo formado por profesores y estudiantes del Grado en Fundamentos de la Arquitectura de la UPV/EHU. La selección se completa con facsímiles y sendas maquetas a gran escala de los dos proyectos de ciudad más ambiciosos jamás planteados: la Nueva Sangüesa del arquitecto Santos Ángel de Ochandategui y el proyecto de Silvestre Pérez para el Puerto de la Paz en Abando, Bilbao.
Tal y como explicaron desde el COAVN, la construcción de los primeros espacios verdes de las ciudades y localidades coincidió con una de las épocas “más prolíficas y unitarias” de la arquitectura vasca, “un momento de resurgir urbano impulsado bajo el paraguas de la Ilustración”, entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del XIX.
Al mismo tiempo que las ciudades vascas se ennoblecían con proyectos urbanos y arquitecturas neoclásicas alzadas en unas pocas décadas, una transformación urbana “más frágil y sutil” se extendió por prácticamente la totalidad del territorio, “engalanando no sólo las grandes ciudades, sino también las villas e incluso la poblaciones rurales”.
En este sentido, paseos, alamedas y prados arbolados construidos fuera del núcleo urbano sirvieron “como escenario de las nuevas costumbres sociales de la época y definieron por vez primera una transición entre las ciudades y su territorio circundante”.
“Estas manifestaciones representan el resultado más tangible de esta inflexión en la conciencia urbana impulsada por las ideas ilustradas y fueron a menudo el origen de los ensanches que ampliarían nuestras ciudades, dando a sus centros históricos su forma actual”, detallaban los responsables de la muestra.
La muestra Paseos y alamedas de la Ilustración en el País Vasco –que se estrenó a finales del pasado año en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU– incluye planos, dibujos, infografías para Markina, Gernika, Durango y Bermeo, y otro más especial que jamás vio la luz: el Puerto de la Paz de Bilbao; o mejor dicho, de Abando.
Porque sí, aquella proyección arquitectónica fue diseñada para rivalizar con Bilbao. Más bien, para acabar con el predominio comercial de la villa frente al resto del Territorio Histórico. Corría el año 1801. Tuvo todos los permisos y órdenes de la época en regla, pero las intrigas políticas y la coyuntura bélica dieron al traste con esta reformulación urbanística que hubiera supuesto un antes y un después en la historia de Bizkaia y, quien sabe, de Euskadi.
La propuesta consistía en levantar una nueva ciudad con todas las de la ley (universidad y ejército, incluido) al otro lado de la ría con un superpuerto capaz de acoger a grandes embarcaciones –las crónicas hablan de hasta cuarenta fragatas– varios muelles más modestos y canales navegables hasta el mismísimo centro urbano de la actualidad. También se planearon calles y espacios públicos, respetando los templos religiosos que ya existían, como la catedral de Santiago y la iglesia de San Vicente, por ejemplo.