La cornisa cantábrica es un entorno propicio que durante décadas ha despertado la imaginación de sus moradores, donde los mitos y las leyendas campan a sus anchas a través de los bosques, valles y montañas. En Galicia podemos encontrar, sin ir más lejos, a las meigas o a la Santa Compaña -un augurio, también en Asturias, una procesión de almas, encabezada por un mortal condenado-. Si viajamos a Asturias, conoceremos también al Trasgu, o Diablu Burlón, un duende pequeño, de apariencia humana, muy vivaz y pícaro. Y en la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra brujas, lamias, gentiles y galtzagorris son solo algunos de los seres que podemos encontrar en el corazón de nuestros bosques.
Pero no solo valles y montañas ocultan nuestra historia de leyenda. Las rocas también tienen sus secretos, especialmente en Álava. Y es que, echar un vistazo al interior de los dólmenes que podemos encontrar repartidos por el territorio alavés es sinónimo de recuerdos. Allí es donde viajamos, precisamente, en esta ocasión, ya que hemos querido hacer un viaje geográfico, pero también en el tiempo, para descubrir los secretos que se esconden tras las piedras que conforman el dolmen conocido como La chabola de la hechicera, en Elvillar, y Sorginetxe, en la localidad de Arrizabalaga.
Una hora y cinco minutos en coche separan una y otra construcción, y precisamente nuestra aventura la arrancaremos en Sorginetxe. Tal y como recuerdan desde el Gobierno vasco, el Dolmen de Sorginetxe es un monumento funerario construido aproximadamente en el año 2500 antes de Cristo cerca de la localidad de Salvatierra-Agurain. “En este lugar enterraban a sus seres queridos los antiguos pobladores del valle, ganaderos en su mayoría. Fue descubierto por los científicos en 1831 y excavado por el señor J. Apraiz en 1890, quien recogió puntas de flechas y restos óseos humanos. Todos ellos en paradero desconocido”, señalan en la web del departamento de Turismo.
Se trata de uno de los monumentos megalíticos mejor conservados de Euskadi. Está formado por cinco piedras calizas verticales, y la que las cubre, alcanza en su punto más alto unos 2,3 metros. Pero, ¿cuál es su historia? ¿A qué se debe el nombre de Sorginetxe? Para conocer sus secretos, recurrimos a una eminencia en la materia, el sacerdote, antropólogo, etnólogo y arqueólogo José Miguel de Barandiaran.
En la obra Brujería y Brujas, dedica un apartado completo a la toponimia, y en este mismo libro cuenta cómo en Arrizala en el año 1964 le explicaron que este dolmen fue construido “por sorguinak y que estas bajaban las piedras desde Atokolarri -peñas de Entzia-”.
El propio Barandiaran explica que Federico de Baraibar publicó una noticia sobre este monumento en la revista Iruracbat en el año 1879, y en el 81 este arqueólogo dio una conferencia recogida por la revista Euskal-Erria exponiendo que había estudiado la leyenda relativa a este dolmen “construido por las brujas, según la creencia popular a la cual debe el nombre de Sorguinechea”.
De este dolmen también habla el historiador Carlos Ortiz de Urbina en La arqueología en Álava en los siglos XVIII y XIX. En ella, dedica un apartado a Arrízala, y recoge cómo a este punto se le llamaba Sorguinecheco.
En las inmediaciones del propio dolmen podemos encontrar además una descripción, que nos recuerda que se conoce desde antiguo, y que su aspecto actual es muy similar al que tenía cuando fue descrito por primera vez en el año 1833. En ese mismo texto, explican cómo en el año 1890 fue excavado parcialmente por Julián de Apraiz, hallándose restos humanos y una punta de pedúnculos y aletas, y en 1913 adquirido por la Diputación Foral de Álava para su conservación. “Su nombre, casa de brujas en euskera, está relacionado con una leyenda popular sobre su construcción, según la cual habría sido levantado por las brujas bajando la roca de la Sierra de Entzia en las puntas de las ruecas durante la noche. Otros relatos afirman que las brujas vivían en la Fuente de Lezao en Eguileor, junto a una cueva del mismo nombre y que venían a peinarse al dolmen”, reseñan.
La Chabola de La Hechicera
Y de aquí pasamos al dolmen conocido como La Chabola de La Hechicera, en Elvillar, uno de los dólmenes más importantes de Euskadi; “y probablemente sea el más grande y el que mejor conservado está de toda la zona”, explican desde Turismo.
Este monumento fue descubierto en el año 1935, una construcción formada por 9 losas que describen una figura poligonal. La galería está compuesta por 5 losas más las de cierre. “La losa de cubierta estaba partida en tres pero después de restaurarla fue colocada en la que se supone fue su posición original”, recuerdan, al tiempo que reseñan que en las excavaciones se encontraron numerosos objetos, además de restos humanos: hachas, trozos de cerámica, aros... Asimismo, aún hoy, es lugar de encuentro. Y es que la víspera de las fiestas, en torno a la virgen de Agosto, se celebra un akelarre en las inmediaciones del dolmen; una representación con un macho cabrío, brujas, etc.
Y por supuesto podemos aprovechar la ocasión y maridar esta visita mitológica con alguno de los vinos propios de Rioja Alavesa, donde se encuentra nuestro último destino, esta Chabola de La Hechicera.