EL Bilbao Athletic pondrá fin este sábado al vía crucis que ha sufrido durante los últimos nueve meses, un calvario que comenzó prácticamente desde la primera jornada del grupo II de Primera RFEF, con su derrota en Lezama ante La Nucía. Fue el principio del fin, aunque entonces no se intuyera tal dramatismo. Nueve meses después, el filial rojiblanco se despide de la tercera categoría estatal por la puerta de atrás, con su entrenador, Álex Pallarés, conocedor desde semanas atrás, tal como desveló este periódico el pasado día 2, que no continuará en su puesto. Para él, el del sábado también será su último partido bajo nómina del Athletic. Ha querido morir con las botas puestas debido a sus polémicas declaraciones que vertió el sábado tras el enésimo fiasco en Elda y en las que mandó un recado a sus jefes, paradójicamente a los que le colocaron en el puesto como recambio de Bingen Arostegi, que duró solo doce jornadas en el banquillo. Sin embargo, ha tenido que rectificar en su intento de apagar un fuego que prendió él mismo. Para más inri, en fechas previas se conoció la negativa de Mikel Goti, el séptimo cachorro con más minutos, a renovar y su compromiso para fichar por el filial de la Real Sociedad. Bajo este sombrío escenario, la dirección deportiva se encuentra inmersa en un proceso de reflexión que desembocará en la toma de decisiones para diseñar un proyecto reseteado, que competirá en Segunda RFEF con la finalidad de retornar cuanto antes a la categoría perdida y para el cual la actual plantilla sufrirá una profunda renovación.
El Bilbao Athletic se salvó in extremis de la quema el anterior ejercicio gracias a la reacción llevada a cabo con Patxi Salinas como técnico, pero en esta ocasión no se ha repetido el mismo desenlace. La Junta Directiva presidida por Jon Uriarte se inclinó, a los pocos días de ganar las elecciones, por pasar página y no contar con el mayor de los Salinas al frente del filial, una vez que consideraba que se cerraba una puerta y quería abrir otra pese a que detectaba cierta herencia que podría lastrar su idea, como contratos blindados de ciertos futbolistas, el despido de otros valores, cesiones ya decididas por la anterior cúpula de Lezama… Sin embargo, Sergio Navarro, el número dos de la factoría rojiblanca, huía de excusas y se decantó por un modelo quizá arriesgado que ha resultado un fiasco, acentuado por su apuesta personal tras destituir a Arostegi por Pallarés, un desconocido por estos lares pero al que el onubense conocía perfectamente y con el que ha tenido una paciencia que no tuvo con su antecesor. Tampoco le ha funcionado recurrir al mercado invernal, en el que emprendió cuatro incorporaciones –Urko Izeta (Amorebieta), Quicala Bari (Portugalete), Iñigo López (Arenas) y Asier Pérez (Mutilvera)– que, salvo la excepción del primero, comprado al Eibar, no ha mejorado lo anterior.
La dirección deportiva y la Junta Directiva asumen el fracaso y ya tienen puesto el foco en el proyecto para la próxima campaña en Segunda RFEF, una categoría que ofrece una merma del nivel competitivo para los cachorros en el objetivo histórico de Lezama de nutrir de canteranos al primer equipo. Se trata de hacer borrón y cuenta nueva, pero siempre, como reconoce el club, desde un escenario que obliga a tirar de registros novedosos. De salida, el Amorebieta, que paradójicamente podría ascender a LaLiga SmartBank en el derbi de este sábado en Lezama frente a los cachorros, y el Sestao River, que ha sellado el ascenso a Primera RFEF, son los dos conjuntos vizcainos que competirán en categoría superior, por lo que el Athletic tendrá que reforzar el hilo directo con estos dos clubes a la hora de valorar y negociar posibles cesiones de determinados valores con la finalidad de paliar el abismo que se dará entre el primer equipo y el filial, y con la idea de que se curtan lo más cerca de la élite posible. El Sestao ya ha adelantado su disposición a reforzar este vínculo, voluntad que también se intuye en el caso del Amorebieta.