Bizkaia

Una ruta para andar sobre la ría de Bilbao

La pasarela para servicio peatonal y de bicicletas que la Diputación de Bizkaia construirá el próximo año entre Barakaldo y Erandio supondrá un nuevo cosido sobre la herida acuática de la ría de Bilbao. Un zurcido de un gran diseño, como se pudo comprobar en la presentación del proyecto efectuada el pasado mes, que unirá las márgenes y que implicará una conexión nueva a la historia de un cauce que ha estado trufado de pasarelas que han permitido a los bilbainos andar sobre la ría.

La primera unión a escala andante fueron, como no, los predecesores del puente de San Antón que con el paso de los siglos fue ensanchándose para acoger carros, carretas, tranvías, coches, furgonetas y camiones hasta presentar el aspecto que hoy ofrece a la sombra de la iglesia de San Antón, mucho más tranquilo y relajado que el siglo pasado.

Puente de la Ribera 1827.

Históricamente, el tramo de la ría que encorseta en una suave curva el Casco Viejo de Bilbao, ha sido el que más uniones ha brindado a villanos y foráneos. La cada vez mayor expansión de la urbe en la margen izquierda con una bulliciosa actividad en la zona de San Francisco a inicios del siglo XIX fue la que propició un aumento del tráfico peatonal que había que cubrir con accesos adecuados.

De esas primeras décadas son los diferentes pasos denominados precisamente de San Francisco, que fueron sumando las nuevas técnicas de ingeniería según iban desapareciendo sus predecesores. Coincide un año clave, 1874, cuando con el sitio de Bilbao, en medio de la Guerra Carlista, los bombardeos desde los montes cercanos acabaron a la vez con la última versión de la pasarela de San Francisco y el de Los Fueros, el que conectaba el muelle de La Naja con la calle Santa María del Casco Viejo.

Con el fin de siglo, vinieron pasarelas más robustas como la de hierro que heredó la movilidad principal entre San Francisco y la calle Ribera o la bella conexión que unía el muelle de Uribitarte con la zona del Ayuntamiento o San Agustín. Esta pasarela, también de hierro, fue muy especial por el hecho de que se cobraba su uso a los peatones, de ahí su nombre popular del Perrochico, por la perra chica de cinco céntimos que debían abonar sus usuarios. Otra característica especial, además de su construcción de carácter privado, es que, como ocurrirá con la próxima pasarela foral para bicicletas y paseantes, su sección central tenía un mecanismo de giro que permitía dar paso a los buques hasta la zona de El Arenal, entonces bulliciosa área de atraques.

18/04/2022