Carlos Loizaga se asoma al precipicio. "¡Cuidado, cuidado!", grita. Pone la marcha más alta, coge carrerilla y acelera todo lo que puede la silla. Consigue salvar el espacio pero, como es de esperar, no lo hace de la manera más grácil. Al aterrizar, se oye un kataplom que sacude el cuerpo de este experimentado piloto y su vehículo. Hoy ha tenido suerte. El vagón del metro estaba vacío, aunque asegura que "siempre hay que tener cuidado porque, como haya mucha gente al entrar, puedes atropellar a alguien y romperle la pierna".
Metro Bilbao iniciará un programa de prueba para reducir la distancia entre el vagón y el andén entre algunas estaciones antes de que concluya el año. Tras este primer proyecto piloto y tras evaluar los resultados, se podría actuar también en otros puntos de la red del suburbano. Así lo anunció hace unas semanas, tras reunirse con la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Fekoor). "Llevamos casi desde que abrieron el metro pidiendo que solucionen este problema", recuerda Aitor Esturo, responsable de Accesibilidad de Fekoor. Para ver de primera mano las dificultades a las que se enfrentan estas personas cuando quieren realizar un trayecto a través de la red de metro, DEIA acompañó a Loizaga, usuario de silla de ruedas y miembro de la organización, en un viaje desde Deusto hasta Algorta.