FUE una hermosa metáfora: la celebración de un siglo de luces que todo lo alumbran se concentró en la fachada del colegio de los jesuitas de Indautxu –tratémosle así, con la familiaridad de alguien de casa...–, iluminada a media tarde con la bandera de Bilbao, intercambiándose con los colores corporativos del colegio, en una ceremonia que alcanzó su cenit cuando, tras la cuenta atrás, pulsaron el interruptor el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; el director del colegio, Jorge Urrutia; el superior de la Comunidad del Colegio de Nª Sª de Begoña (Indautxu), José Javier Pardo; y dos extremos de la vida del colegio, la joven Jone Ayala, del primer curso y Joseba Verdes, miembro de la promoción del 49, una cosecha de casi 90 años. A cinco manos, con José Ramón Urizar, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos , en la sombra, encargado de que todo fluyese. Antes, la antigua alumna del colegio Izaro Artetxe, miembro del Beti Jai Alai, había bailado un aurresku de honor al compás del txistu de la profesora Miren Zupiria y casi al tiempo un ramillete de fuegos artificiales celebraban los cien años de vida, algo que no siempre pareció posible...
Porque si es cierto que todo comenzó en 1921 no lo es menos que los jesuitas fueron expulsados de España en 1932 y durante cinco años al colegio se le apagó la luz (durante un tiempo fue sede del batallón Tomás Meabe y poco más...) y parecían sumergirse en las tinieblas. Volvió con fuerza.
El acto conmemorativo de los cien años de vida se celebró bajo el lema Educando hombres y mujeres para los demás (el propio José Javier añadió, en sus palabras, un matiz: "y con los demás...") y en él se le escuchó a Jorge Urrutia recordar que se celebran, además, los 500 años de San Ignacio, y de que importan más las personas que las piedras. José Javier analizó al colegio de la Compañía de Jesús como si fuese una clase de gramática: un centro donde el sujeto es plural, el verbo se conjugan en presente continuo, el objeto directo es el alumnado y el complemento indirecto la propia sociedad vasca que se nutre con la gente que allí se formó. Redondeó el tiempo de discursos el alcalde confesándose "hijo de Santiago Apóstol" antes de recordar que pasaba por los jesuitas camino del colegio. En su discurso, humano y social, habló de la formación, "donde la familia juega también un papel primordial" y elogió el carácter social de los valores del colegio de los jesuitas de Indautxu "conscientes, competentes, compasivos y comprometidos" para abrochar sus palabras con una idea: suena mejor el aprendizaje corporativo que la competitividad. Antes había recordado a Ignacio Ellacuria cuando decía que había que hacerse cargo de la realidad, cargar con la realidad y encargarse de la realidad.
El colegio Jesuitas de Indautxu comenzó ayer los actos conmemorativos de su centenario con la iluminación de su fachada
El acto conjugó la nostalgia con la fuerza presente y el vigor de una lema que reza 'Educando hombres y mujeres para los demás'