Euskadi expande su marca al universo cada vez que hay una prueba ciclista. Flandes, El Giro de Italia, La Vuelta, Las clásicas de primavera, la París - Roubaix… y por supuesto el Tour de Francia se han visto impregnadas de ikurriñas.
Respeto, admiración y sobre todo fidelidad son las las señas de identidad de unos seguidores que no distinguen entre “ciclistas propios” o “ciclistas enemigos”.