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Una alternativa real para huir de la guerra

Gracias al programa psicosocial Berritze, la joven ucraniana Irka ve Euskadi como su hogar para muchos años
La adolescente ucraniana Irka, entre Nicole Bumiller y Ana Isabel Iglesias, del programa Berritze.
La adolescente ucraniana Irka, entre Nicole Bumiller y Ana Isabel Iglesias, del programa Berritze.

Ante una situación excepcional y dramática como la invasión de Ucrania, Euskadi ha vuelto a mostrar una vez más su cara más solidaria. Desde que el pasado mes de febrero las tropas rusas entrasen en territorio ucraniano, cientos de familias han llegado a la CAV huyendo de la guerra.

Con el objetivo de acogerlos de la mejor manera y de acompañarlos en su convivencia, el departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco puso en marcha el 1 de junio el programa psicosocial Berritze, integrado en la iniciativa del Fondo Isuri, por el que han pasado 527 personas entre ucranianos con estatuto de protección y familias acogedoras vascas.

La joven ucraniana Irka, de 16 años, forma parte del programa desde que en abril llegó a Euskadi con su madre y su hermano. “Fue muy complicado venir. No conocía a nadie cuando llegamos a casa de mi tío”, recuerda esta menor, que tuvo que dejar atrás su hogar familiar en Chernobil para ir a uno nuevo situado en Gipuzkoa, a miles de kilómetros. Al poco de llegar, su madre y su hermano regresaron a Ucrania, dejándola sola con su tío. Fue en ese instante cuando la Diputación, que tiene la competencia para la protección de los menores, asumió su guarda y la trasladó a una familia de acogida en Donostia.

Fue muy complicado venir. No conocía a nadie cuando llegamos a casa de mi tío

“Vimos que, tras la marcha de la madre y el hermano, su familia de acogida podía ayudarla. Contaban con todos los recursos necesarios y psicológicamente podían atenderla”, explican Ana Isabel Iglesias y Nicole Bumiller, del programa Berritze. “No es un acogimiento fácil, es complejo porque vienen escapando de un lugar. Llegan traumatizados a un sitio que no conocen de nada, por lo que las familias de acogida son muy importantes para ellos. Facilitan su integración”, revelan. Buena parte de estos menores que llegaron a Euskadi lo hicieron “con mucha ansiedad y con cuadros psicóticos”. “La sintomatología es de bloqueo, tristeza y desesperanza, pero muchas familias consiguen hacer que lo olviden y vuelvan a ser felices”, indica Bumiller.

No lo hacen solas, ya que gracias a Berritze cuentan con diferentes apoyos de escucha, de acompañamiento, de atención psicológica y de actividades grupales. “Es un programa flexible, que se adapta según las necesidades de cada persona. Al principio, le dimos mucha importancia a los trabajos comunitarios y grupales, pero los hacíamos online porque las personas estaban repartidas por toda Euskadi”, cuenta Iglesias, al tiempo que añade que el apoyo va dirigido tanto a los menores como a las familias de acogida.

Es un programa flexible, que se adapta a las necesidades de cada persona

Ana Isabel Iglesias - Programa Berritze

“Me encanta vivir aquí”

La Irka que llegó en abril a Euskadi con la Irka de la actualidad tiene poco que ver. La joven se encuentra completamente integrada en el territorio, domina a la perfección el castellano y está “muy bien” con su familia de acogida.

Me gustaría volver a Ucrania para ver a mi familia, pero quiero seguir viviendo aquí

Irka - Menor ucraniana

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Gracias a todo ello, Euskadi se ha convertido no solo en su presente, sino también en su futuro. “Para ellos es una oportunidad de seguir avanzando y creciendo. Ven la alternativa de poder quedarse”, indican Iglesias y Bumiller. Irka también lo ve de este modo: “En el futuro me gustaría volver a Ucrania para ver a mi familia, pero a mí me gustaría seguir viviendo en Euskadi”.

2022-12-25T06:38:02+01:00
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