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Una de cada cuatro mayores de 65 años ha sufrido violencia machista

Un estudio de Emakunde saca a la luz la grave realidad que ha padecido toda una generación
Una manifestación contra la violencia machista.
Una manifestación contra la violencia machista.

Una de cada cuatro mujeres mayores de 65 años en Euskadi ha sufrido violencia machista a lo largo de su vida. Esta es la conclusión del estudio encargado por Emakunde Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca. Esta realidad es la consecuencia más cruda de años de sometimiento a la cultura patriarcal que obligaba a la mujer a mantener a toda costa el rol de madre y esposa perfecta, por supuesto sin independencia económica. Son mujeres que pertenecen a la generación que cultivaba aquello de que los trapos sucios se lavan en casa, mujeres que no se autoperciben como víctimas aunque hayan vivido violencia machista de forma cronificada.

La socióloga, gerontóloga y criminóloga Iratxe Herrero y el politólogo y experto en igualdad Carlos Díaz de Argandoña presentaron este informe que también repasa el perfil de los maltratadores. El estudio asegura que los hombres mayores maltratadores presentan características singulares, entre las que destacan “la socialización patriarcal más intensa” que han recibido en comparación con las generaciones más jóvenes “en un contexto social más permisivo que el actual con este tipo de violencia, lo que ha contribuido a reforzar y legitimar sus comportamientos violentos”. Con el paso de los años, añade el informe, estos hombres “cronifican su comportamiento violento” y modulan el tipo de violencia ejercida en frecuencia e intensidad en función del cambio producido en sus capacidades físicas y cognitivas.

Violencia crónica

En el caso de las mujeres, el estudio señala que son víctimas de violencia de muy larga duración y que asumen y normalizan la violencia “adaptándose a ella”. “Han asumido la obligación de mantener su rol de esposa y madre como elemento que define su identidad y su prestigio social, por lo que desvincularse de este papel supone para ellas una dificultad mayor y desarrollan un comportamiento de mayor aceptación de las experiencias vitales”, añade el informe. Además, tienen un estado de salud físico y psicológico más deteriorado y una autopercepción de su estado de salud y de su imagen más negativa que otras mujeres de su edad y también presentan un mayor grado de aislamiento social. La mayor parte de ellas se mantienen en la relación hasta que esta cesa por fallecimiento del hombre, visibilizan menos su situación, lo comunican menos a su entorno y tienen una mayor dificultad para identificarse como víctimas, para reconocer su derecho a ser ayudadas y para solicitar ayuda de manera explícita. En este sentido, las autoras del estudio destacan que las asociaciones tienen un papel importante ya que ofrecen espacios informales de interacción que permiten establecer los vínculos necesarios para crear un clima de confianza que facilite cualquier ayuda.

La directora de Emakunde, Miren Elgarresta, destacó precisamente la importancia de visibilizar la “especial vulnerabilidad” de este colectivo ya que ello contribuye a la detección de casos. Recordó que, a pesar de que estas mujeres son diversas y no todas responden a un mismo perfil, se puede hablar de una “especial vulnerabilidad debido a factores asociados a su edad”. Entre ellos, explicó que son mujeres que en su mayoría no han disfrutado de autonomía económica, han vivido en el pasado una época en la que debían pedir permiso a sus maridos para trabajar, para abrir una cuenta corriente o para salir al extranjero.

2023-07-06T05:00:03+02:00
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