Este 2022 Errenteria se vuelve a quedar sin la romería al monte San Marcos. Debido a la pandemia, durante los dos años anteriores, esta tradicional fiesta ya tuvo que ser suspendida. Y hoy, de nuevo, la romería se ha cancelado. En esta ocasión, ha sido el mal tiempo el causante de que no se pueda llevar a cabo. Los vecinos de la localidad tendrán que esperar al año que viene para celebrar esta tradicional romería, que suele concentrar a cientos de personas en ambiente festivo con el acompañamiento musical de los trikitilaris y los puestos de venta de talos o queso, entre otros productos.
Pero, sin duda, aunque la romería se haya suspendido las madrinas de Oarsoaldea y Bidasoaldea sí mantendrán la tradición de regalar la “opila” a sus ahijados.
De hecho, esta tradición vuelve con fuerza a Irun y Hondarribia. Mañana, los niños acudirán con su opila a la bendición, un acto que habitualmente reúne a numerosas familias de la comarca. Y después, subirán a las campas de San Marcial y Guadalupe a degustar el regalo de las madrinas. El Ayuntamiento de Irun ha dispuesto un servicio gratuito de autobuses desde el centro de la localidad que contará con dos líneas y recorridos diferentes, uno hacia San Marcial y otro hacia Guadalupe, con horario de mañana y tarde y una frecuencia de media hora.
¿Qué es la “opila” de San Marcos?
Según nos ha explicado en Onda Vasca, Ana Iriarte, una de las responsables de la Pastelería Agirre de Irun, “el día de San Marcos hay tradición de que las madrinas regalen a los ahijados un bizcocho decorado con huevos rojos o huevos de chocolate”. Asegura Ana Iriarte que “lo más importante es que lleve los huevos, un pollito que les acompaña y luego siempre va decorada con caramelos, dulces, etc…”
Iriarte detalla que “hace años las opilas se vendían en la calle y había de 2 o 4 huevos, dependiendo de lo que podía pagar la madrina. Hoy en día, los huevos representan la edad del ahijado”.
Las madrinas obsequian con las opilas a sus ahijados hasta que estos se casan e, incluso, envían el bizcocho a donde sea necesario. “Se cumple la tradición, la madrina envía la opila sea donde sea. En principio, que yo recuerde, lo más lejos que he enviado una opila ha sido a Nueva Zelanda, pero también conozco a quien la ha mandado a Argentina, a Alemania o a Luxemburgo.”