Es una final. No cabe otro calificativo para definir el partido que el Baskonia afronta esta noche (20.05 horas) en uno de los célebres santuarios continentales como el Menora Mivtachim Arena, la antigua Mano de Elías. La derrota de la semana pasada ante el AS Mónaco ha incrementado las urgencias alavesas antes de visitar al Maccabi, un rival directo en la encarnizada pelea por el Top 8 y con el que se encuentra igualado a 15 victorias en la clasificación.
Con apenas seis jornadas por disputarse de la fase regular, cualquier tropiezo puede pagarse caro a estas alturas, más si es en un partido con tintes casi dramáticos como el que se disputa en tierras israelíes. El desafío para los azulgranas es mayúsculo porque aguarda, con el cuchillo en la boca, el anfitrión más sólido de esta Euroliga.
El Maccabi, muy inestable en diferentes tramos de la temporada y que no está acusando las tres bajas de larga duración en su plantilla (Jalen Adams, Austin Hollins y Alex Poythress), presenta los mejores números como local de todos los participantes: once victorias por tan solo dos derrotas.
El Barcelona y el Estrella Roja son los únicos forasteros que presumen de haber conquistado la cancha hebrea, una de las más calientes y bulliciosas del Viejo Continente donde la presión ambiental resulta, por momentos, asfixiante.
No cabe duda de que es una noche para valientes y jugadores con personalidad. El consuelo es que el Baskonia es, desde tiempos inmemoriales, un visitante temido y respetado en Tel Aviv, donde ha firmado algunas de las victorias más conmovedoras a lo largo de su historia dentro de la máxima competición.
Se buscan héroes que se echen el equipo a sus espaldas, como en su día ya hicieron en esta pista ilustres como Elmer Bennett, Fernando San Emeterio o Vincent Poirier, autores de canastas icónicas que silenciaron la cancha amarilla.
El Baskonia tampoco debe afrontar con complejos un partido de la máxima exigencia. No en vano, ha competido de tú a tú con todos los transatlánticos continentales desde la primera jornada y atesora argumentos para discutir la supremacía de un Maccabi que, eso sí, llega al duelo con la moral por las nubes tras haber hincado el diente al Anadolu Efes a domicilio.
Conservar el basket average es algo que se da por hecho teniendo en que los pupilos de Joan Peñarroya infligieron un durísimo castigo a su rival en la ida (116-87). Los jugadores locales dirigidos por Oded Kattash querrán vengar aquella dolorosa afrenta.
Salvo sorpresa, será una velada a muchos puntos porque tanto alaveses como israelíes se sienten más cómodos dando rienda suelta a su voracidad ofensiva. El baloncesto alegre, desinhibido y de elevadas revoluciones forma parte del ADN de los dos equipos, que cuentan con auténticos especialistas en la materia a la hora de profanar el aro rival a golpe de talento.
Si el Baskonia cuenta entre sus filas con el timonel puro más en forma de Europa (Darius Thompson) o un killer de gatillo fácil como Markus Howard, el Maccabi no le va a la zaga. La rutilante pareja de exteriores en las filas macabeas integrada por Wade Baldwin y Lorenzo Brown también es de muchísimos quilates.
Ambos hacen y deshacen a su antojo. Van sobrados de pólvora cada vez que echan el balón al suelo y atacan el aro contrario. El primero es el cuarto máximo anotador de la Euroliga con 16,8 puntos por encuentros, unos guarismos prácticamente idénticos a los firmados por el base nacionalizado español con 16,5 tantos, algo que le coloca en el sexto lugar entre los mejores pistoleros. Minimizar su álgido potencial ofensivo se perfila como la principal clave para salir vivos de la caldera israelí.