La Pañuelada de Estella-Lizarra ya no es solo un acto solo para chicos. Eso se pudo comprobar ayer cuando en muchas de las filas se pudieron ver varias chicas que se incorporaron a esta peculiar celebración que se produce cada año tras la procesión, reteniendo el avance del cuerpo de la Corporación hacia el ayuntamiento. Un acto popular -como la gran mayoría de los que se celebran en la ciudad- y que nació de la rebeldía de un grupo de jóvenes hace más de 55 años, desde que en 1967, decidieran retrasar el regreso de la Corporación municipal cuyo alcalde era entonces Miguel Lanz, hacia las dependencias del ayuntamiento. Un acto que cuenta con la participación de la Unión Musical Estellesa (la banda de música estellesa) que repite incansablemente el tema Bajo la Doble Águila. Una ceremonia festiva en la que la voluntad popular interfiere y es capaz de retrasar el regreso de la Corporación durante horas. Así sucedió ayer que los apenas doscientos metros de distancia que separan la escalinata de San Pedro del número uno del Paseo de la Inmaculada, tardaron alrededor de hora y media en recorrerlo. Una llegada que, como todos los años,antes de la pandemia, se realizó desde la calle Mayor donde estuvo franqueada por la presencia de cuatro figuras de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Un momento en el que los y las participantes se desprendieron del pañuelo e hicieron un pasillo a la Corporación municipal que una vez en el ayuntamiento salieron al balcón a saludar.
Un momento intenso y con el rojo de los pañuelicos como protagonista de este acto popular que nació hace más de medio siglo y ha venido a quedarse y sin entender de géneros.