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Una guillotina a tiempo...

Va siendo hora de que, quienes llevan años intentando sustituir el sistema democrático por una horda justiciera, la dirijan armada de hoces y antorchas contra las sedes de las instituciones. Mejor eso que tanta impostura argumental cada vez que abren la boca. Plantemos ya la guillotina y vaciemos las sedes de los partidos que gobiernan; que sus restos abonen la tierra, que ya dijo Thomas Jerfferson que “el árbol de la libertad debe regarse de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos”. Eso sí, una vez retrasado el reloj de la política 250 años, que los verdugos pidan su propio turno en el cadalso.

¡Qué barbaridad! ¿Eh? Claro, dicho crudamente y sin pompulosas frases envueltas en falsa dignidad, el populismo acaba siendo lo que es: el medio de sustituir la democracia por la manipulación de masas. Basta con desprestigiar los mecanismos de garantías de los que durante los últimos dos siglos nos hemos ido dotando a base de prueba y error. Mecanismos judiciales, legales y punitivos bajo el principio de protección de unos derechos cuyo recorte debe ser regulado, excepcional y solo en bien del colectivo y el propio interés particular del o la implicada.

Todo este rollo debería servir para reforzar el relato común de las bases de convivencia y el ejercicio de la política en democracia. Pero no es así. Hacer política ha pasado a la siguiente fase de deterioro. No basta con oler sangre en la debilidad del rival; hay que desbordar un río rojo en el que bañar la frustración general.

A Sánchez, con sus errores y su actitud de estar por encima del bien y del mal, es fácil tenerle ganas. Lo leal sería tumbarle en el ring con directos de veracidad al mentón. Pero sus rivales no tienen pegada ni superioridad ética para ello, así que lanzan clavos en su camino al cuadrilátero para decir luego que cojea. No soy un furibundo defensor del presidente español pero sí de su derecho a las garantías democráticas, que es el mío. El que tiene Aldama para, pillado indiciariamente en una vorágine de corrupción, defenderse sembrando unas dudas que solo serán verdad cuando las acrediten pruebas. Si llegan, cada vela sujetará a su palo. Que los jueces, y no los políticos, dirijan a los verdugos.

24/11/2024