En Navidad, es importante recordar la multiculturalidad que existe en las mesas navideñas del territorio histórico. Poco se habla de lo diversa que es la sociedad ahora y de cómo ha cambiado en los últimos años. Sin ir más lejos, según datos revelados por el Instituto Nacional de Estadística, en Euskadi hay 253.038 personas empadronadas de origen extranjero. Representan el 11,5 % de su población. La mayoría provienen de Colombia, Nicaragua, Honduras, Venezuela, Paraguay y Bolivia, sin embargo, los lugares de origen son cientos y se encuentran en todos los continentes. Ha sido un crecimiento continuo con subidas y bajadas, pero nunca ha parado. El proceso de la migración es tan antiguo como la humanidad misma y hasta la actualidad sigue siendo un fenómeno resaltante que involucra a millones de personas.
De hecho, según cifras mostradas por el Observatorio Vasco de Inmigración, en 2002 la población de origen extranjero era de 56.868 personas, un 2,6%. Ya en 2012, este número subió a 183.772, es decir, un 8,4%. Y actualmente han superado los 250.000. Con el paso de los años, se han convertido en parte importante de la población y todo lo que su idiosincracia compone, volviéndose parte de sus más entrañables tradiciones y dando su toque personal a una de las festividades más importantes del año, la Navidad. La mitad de los residentes nacidos en otros países se encuentran en Bizkaia, luego en Gipuzkoa y el resto en Araba. Pero, como siempre, en estas épocas algo que une a todos, ya sean de Bilbao, Caracas o Buenos Aires, es la gastronomía. Ese elemento gastronómico que evoca recuerdos de la infancia y acompaña los álgidos debates de la adultez. Eso que suele rejuvenecer al más anciano, empequeñecer al más grande y ablandar al más duro. En cada casa se le da una tónica distinta y cada familia tiene una manera de realizarla. Tan voluble como lo quiera la mano que la elabora y tan diversa como quienes residen en estas tierras.
“ Las recetas navideñas forman parte de la identidad culinaria de cada país, además de mostrar su cultura e historia ”
No es una novedad que las comidas, al igual que las lenguas y culturas, traspasan fronteras. Y que a veces, cuando se está tan lejos del hogar, un bocado (pese a no ser un billete de avión) reconforta bastante. Las historias que rodean estas singulares fechas son numerosas, al igual que las maneras para celebrarlas. Desde estas páginas Cecilia conecta con la tradición de su mamá en Argentina, Noreida hace lo mismo con Colombia y Eugenia, con Venezuela. Otra Eugenia mantiene en Barrika nuestras tradiciones.
Cada país, ciudad e incluso cada persona, se relaciona de manera distinta con las fiestas. Para algunas, es un momento de reunión y para otras, de fiesta, o lo contrario, aunque lo reconfortante de un buen almuerzo o una exquisita cena va con cualquiera de las situaciones anteriores.
Ya poco a poco las mesas navideñas se van llenando. Bien sea con platos más locales o con aquellos que tienen millas de por medio. Incluso los restaurantes se preparan para uno de los días con más ocupación del año. Muchos optan por celebrar las festividades fuera de casa. Para ellos los bares y restaurantes simbolizan un punto estratégico de reunión. También están los que prefieren quedarse en casa y preparar una comida especial.
Al final del día, la foto de todos los años no hace justicia a todo el trabajo que conlleva una comida navideña. Hay recetas simples y otras más complejas. Algunas que requieren días o semanas de anticipación, con una cuidadosa elección de los ingredientes y la inconsciente pretensión de que todo quede perfecto.
“ La cantidad de personas empadronadas de origen extranjero ha ido creciendo exponencialmente en las últimas dos décadas ”
Una buena manera de conocer una cultura es a través de su comida, y en Navidad esa oportunidad se multiplica. Dependiendo del lugar, algunos varían los platos de año en año, pero aún así, sus tradiciones se hacen notar siempre. Ya sea por las carnes, vegetales o especias que utilizan. Sea dulce o salado. Esas características destacan la identidad gastronómica de cada individuo, además del lugar donde se ha criado. En ocasiones, como la sociedad misma, las mesas navideñas tienen comidas de múltiples países.
En Bilbao, el encendido de las luces, el mercadillo de Navidad y la pista de hielo dan los primeros indicios de una Nochebuena llena de familia, tradiciones y, sobre todo, comida. Siendo una comunidad con una cultura gastronómica tan grande y ancestral como su lengua y su sociedad, sus comidas navideñas no se quedan atrás.
Cada año Bizkaia se nutre de la evolución en sus propias tradiciones y de las que llegan con quienes vienen de todas partes.