Las leyendas urbanas -y la fanfarronería propia de las gente de Bilbao- cuentan que las raíces del tilo que se estiraba en El Arenal frente a la iglesia de San Nicolás desde 1816 llegaban hasta la Plaza Nueva. También es verdad que eran otros tiempos; sin tanto asfalto, ni cemento, ni conducciones subterráneas que dificultaran el florecimiento de este árbol que era también punto de encuentro para las generaciones que crecieron a su sombra hasta que en 1948 un intenso vendaval lo derribó para lamento de la población local.
Ahora, 75 años después, el Ayuntamiento de Bilbao ha querido recuperar ese trocito de la historia de la villa y que no caiga en el olvido. A unos cuantos metros del lugar exacto donde se erguía ‘El abuelo’ -como era conocido aquel colosal tilo- ha sido colocada una sencilla placa en la que se da cuenta de todos estos hechos, y alguno más.
La actual disposición de la trama urbana y la red de tuberías han imposibilitado aproximar al retoño de aquel tilo al lugar exacto donde se reunían ciudadanos anónimos, pero también ilustres como Antonio Trueba o el propio Unamuno, Ortega y Gasset o Ramiro de Maeztu.
En la placa puede verse El Arenal en una tarjeta postal de principios de siglo XX en la que aparece retratado el histórico árbol, “testigo de multitud de acontecimientos sociales, políticos y culturales, y que es parte de la historia de Bilbao”, ha enfatizado Juan Mari Aburto.
Cuentan las crónicas de los días siguientes a la caída del tilo que aquella misma noche del 1 de abril de 1948 "cientos de personas acudieron a despedirse del tilo, llevándose hojas o astillas de recuerdo".