Una red comunitaria de ayuda joven en Huarte

Casi parece haber quedado atrás esa imagen de las bolsas de la compra en el rellano. O en el ascensor, esperando a ser recogidas por su dueño, en un reparto anónimo que llegaba siempre en silencio. Desde la distancia. No hace tanto de ello y menos mal que terminó, pero no está de más recordar ese gesto amigo que, en el confinamiento más duro, se hizo igual de valioso que de necesario. Y en Huarte corrió a cargo de la juventud.

La red de ayuda domiciliaria surgió durante la pandemia con el objetivo de ayudar a las personas mayores de la localidad con sus compras, una red voluntaria de más de 40 jóvenes del municipio que se volcó en dar una respuesta inmediata y necesaria ante la crisis del covid, cubriendo las necesidades básicas de las personas más vulnerables. Serán ellos y ellas quienes den comienzo mañana a las fiestas de la localidad, decisión que se tomó en la Coordinadora Cultural de Grupos de Huarte –foro en el que históricamente se recogen las propuestas– y que, tras ser valorada, se decidió y se acordó por unanimidad.

“Ha sido una sorpresa, estamos encantados. Y nos hace mucha ilusión”, señaló ayer Peio Barberena desde el colectivo. “Queremos agradecer al pueblo de Huarte la confianza depositada en nosotros y nosotras, y el haber valorado el trabajo realizado de esta manera tan emotiva. No podemos olvidar a todos los jóvenes huartearras que estaban dispuestos a ayudar y que quedaron en lista de espera, además de a las tiendas y trabajadores que ayudaron a facilitar nuestra labor”, indicaron.

El proyecto surgió de la coordinación entre el Ayuntamiento, la técnica de juventud y los servicios sociales, que dio como resultado una red conformada por jóvenes de las asociaciones locales Eraiki y Munduko Argia (un representante de cada una de ellas prenderá mañana la mecha desde el balcón consistorial).

“A través de esta iniciativa hemos demostrado que la juventud es un pilar importante de Huarte y que estamos dispuestos a responder a las necesidades del pueblo incluso en los momentos más difíciles”, valoraron, con la esperanza de poder dar continuidad al proyecto.

Recuerda Barberena que cada uno tenía su familia asignada, les llamaban o les mandaban un whatsapp con lo que necesitaban y ellos y ellas iban a comprarlo. Lo dejaban en la puerta de casa, “con guantes, con distancia. Ahora sabemos mucho más del virus pero fue una época curiosa. Hubo familias enteras confinadas, gente con miedo y con respeto que nos demandó ayuda durante más tiempo. La asociación surgió bastante rápido y fue una respuesta, una experiencia bonita”, asume. Quedará en el recuerdo aunque sirve también para reconocer la labor de un colectivo que estuvo, durante mucho tiempo, en el foco de las críticas. “Habrá comportamientos más o menos acertados, ha sido un periodo largo con muchos altibajos. Pero es importante que se valore. Nos está costando juntarnos y arrancar con todas esas actividades que teníamos ya en marcha. Ahora hay que seguir adelante”, dice Barberena.