Por desgracia, el mensaje seguirá estando vigente a futuro. Es más fácil imaginar nuevos conflictos que un mundo sin ninguna guerra en marcha. Pero más de 120 artistas alaveses de distintas disciplinas no han querido quedarse callados ante esa realidad y, desde sus diferentes formas y modos de expresión, han construido una propuesta colectiva en favor de la paz.
Se dice pronto, pero no muchas propuestas culturales en Álava pueden presumir de haber sido capaces de concitar tanta participación por parte de creadores de áreas como la pintura, la poesía, la música, la fotografía o el diseño gráfico. Ahora que el proyecto La guerra y el tiempo ha concluido es momento de balances y reflexiones, aún sabiendo que al camino todavía le quedan algunos pasos, como la edición de un catálogo digital en el que se recogerán las exposiciones y las actividades realizadas durante casi un mes.
Además, la acción conjunta ha llamado la atención en otras localidades y ya hay quien se ha puesto en contacto con el proyecto desde Laudio y Bilbao, entre otros lugares, para poder darle continuidad a la idea. “Pero no queremos ir a un sitio y desembarcar sin más. Creemos que el proceso debe ser colectivo, como ha sucedido aquí” e implicar a artistas de las localidades interesadas, como explica Jose Cos.
Es desde ¶espazioa, la sala de arte independiente y autogestionada que el artista lleva en la calle Costa Rica, desde donde nació esta iniciativa. El objetivo inicial era poder visibilizar una postura de rechazo a las guerras y hacerlo desde la creación en sus distintas expresiones. Poco a poco, llamando a cada persona de manera individual, se creó un grupo implicado en dar vida a una propuesta que mostrase el rechazo a las guerras y al uso de la violencia para la resolución de cualquier problema.
Mucho más que una exposición
El eje central de La guerra y el tiempo ha estado desde finales de febrero hasta hace solo una semana en una muestra en la que han tomado parte unos 60 artistas. De todas formas, no ha sido ni la única exposición ni una acción aislada, puesto que ha estado enmarcada en una amplia y variada agenda de actividades.
Con todo, esta muestra colectiva que ha estado en el Centro de Exposiciones Fundación Vital ha contado con 4.380 visitas, según los datos de una entidad que ha sido la colaboradora fundamental del proyecto. En este mismo espacio, además, se han llevado a cabo varias performances, recitales y otras citas.
Con todo, también se han realizado actividades en Artium, Vital Fundazioa Kulturunea, la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, la Asociación de Vecinos Judimendi, Extitxu, la plaza de la Virgen Blanca, el propio ¶espazioa y el Colegio San Martín. En estos lugares se calcula que han tomado parte en la agenda propuesta más de 500 personas.
“Queremos mostrar, en primer lugar, nuestra solidaridad con la ciudadanía que sufre las guerras. Somos más de cien personas, artistas, ciudadanas, que queremos expresar nuestro apoyo a las personas, allí donde se sufra la guerra. Nuestras obras quieren manifestar nuestra solidaridad” para, con ello, conseguir “que la calle también se implique”. Fue la reflexión realizada por el grupo en su presentación, y en este último punto también hay cierta autocrítica ahora.
Como explica Cos, “cuando nos preguntamos si hemos conseguido implicar a la ciudadanía, la respuesta es que no. Sí que hemos conseguido ser representativos de nosotras mismas, es decir, hemos sido un colectivo muy plural y transversal. Eso se ha visto como muy positivo. Pero no hemos conseguido transmitir a la ciudadanía un planteamiento global”. Con todo, también se pone sobre la mesa otra reflexión: “¿es nuestra responsabilidad que la ciudadanía enlace con el no a la guerra? Pues en una parte sí, pero también hay otros actores como partidos políticos, sindicatos, asociaciones de todo tipo… que se podían haber implicado”.
Germen de futuro
A falta de completar un balance final y editar el citado catálogo digital –“tenemos mucho material de documentación, sobre todo audiovisual”– sí hay una idea clara tras estos meses de trabajo conjunto, los de preparación y las semanas de realización del proyecto: “ha sido un ejercicio colectivo de toma de conciencia”.
De hecho, como explica Cos, “hemos conseguido una especie de embrión organizativo. Personas de diferentes ámbitos de la cultura, conocidas o no, se han unido. Y hemos conseguido una estructura abierta que está ahí para ser activada en cualquier momento”. De hecho, “se ha generado, por así decirlo, una sensación de orgullo. Hemos transcendido más allá de la obra individual para concretar una propuesta de conjunto. La consecuencia más clara es que al día siguiente de acabarse todo, hubo una sensación de vacío”.
Eso a pesar de que el trabajo –organizado a través de una serie de comisiones– ha sido ingente. El compromiso ha sido esencial para llevar a cabo una propuesta que ha abierto diferentes campos de reflexión y debate. Por ejemplo, en torno a los medios de comunicación y su “información de parte”. O sobre la falta de flexibilidad de los espacios culturales para poder abrir huecos en sus programaciones para iniciativas de este tipo. O... Al fin y al cabo hay algo más tenaz que la guerra, la cultura.