Si algo estaba meridianamente claro en los despachos del Baskonia a la hora de conformar el boceto de plantilla de cara a la campaña 2021-22 era el origen estadounidense del jugador al que el club iba a conceder las llaves del equipo.
Ya fuera Pierria Henry si aceptaba la oferta de renovación u otro, la dirección deportiva quería dar continuidad a las exitosas apuestas de los últimos tiempos en una demarcación crítica donde se cuece el éxito o el fracaso de un proyecto. Y eso pasaba irremediablemente por reclutar a un jugador procedente del otro lado del Atlántico que tuviera, entre otras virtudes, físico, piernas, capacidad de liderazgo y experiencia al más alto nivel en la Euroliga.