Aparece en escena Igor Antón vestido de amarillo. Color del Tour. Un guiño a la carrera, al pantone que rige en el ciclismo. Ese tono manda en el maillot de la escuela de ciclismo que dirige. “La salida del Tour desde Euskadi es muy ilusionante. Es una carambola que algo así suceda. Es muy difícil, así que hay que disfrutarlo a tope. Además de ser algo muy especial para los ciclistas de casa y para la afición, creo que un evento así servirá para que los chavales tengan más ilusión y se enganchen más al ciclismo”, descubre el vizcaino, que cuando vestía el naranja del Euskaltel-Euskadi, festejó la victoria de su vida entrando en solitario en la Gran Vía. Antón también se posó sobre las nubes del Giro, en la cima del Zoncolan, el mejor triunfo deportivo, pero el logro en Bilbao llevaba consigo emoción, piel, corazón y entrañas.
La etapa del Tour que saldrá y finalizará en Bilbao, no se asemeja a aquella jornada de gloria que vivió Igor Antón. La Grande Boucle presentará un trazado que acumula más de 3.330 metros de desnivel, “una etapa de media montaña en toda regla”, describe el galdakoztarra. Serán 185 kilómetros con las ascensiones de Laukiz, San Juan de Gaztelugatxe, Morga, el Vivero y el afamado y espumoso Pike Bidea, “un muro”, que marcará el sino de una jornada que encarama el final al lado del Parque Etxebarria, tras una subida al 5,2% en su último kilómetro. “Es una etapa ideal para Van der Poel, Van Aert, Alaphilippe y claro, Vingegaard y Pogacar”, revela Antón, que no quiere olvidarse de Pello Bilbao. “Es muy buena para sus características y es uno de los corredores con muchas opciones de vestirse de amarillo”, subraya Antón.
Fino, recién venido de una travesía en bici para celebrar su 40 cumpleaños, Antón rastrea la jornada inaugural del Tour junto a este diario. La cita es en San Mamés, donde una exposición hace memoria sobre los hitos del ciclismo vasco en el museo del club. El Athletic tuvo, en su día, un equipo ciclista. También la Real Sociedad. Antón cabalga su bici, una Orbea negra de carbono. Una bici discreta. Brilla el ciclista. Ligero, el de Galdakao desgrana el paso por la costa, donde se recuesta el Tour en cuanto se despide de Bilbao y va en busca de la mar. La ría queda sumida en sus pensamientos. Después de la cota de Laukiz, que sirve para entrar en calor, la carrera descargará hacia la línea de costa. Un paraje bello que limpia la mente, pero calienta las piernas. “Es un sube y baja constante. Eso siempre exige y desgasta”, establece Igor Antón, cuyo pedaleo no ha perdido decibelios. Está en forma el vizcaino. “Al ir cerca de la costa también habrá que estar atentos al viento que entra de la mar”. No parece que a pesar de las postales que se acumulen en el caleidoscopio de Urdaibai, una paisaje que llena los ojos, la calma reine cuando se trate de ir en bici. Menos aún en el Tour. En su primera etapa. En el descorche. Cuando todo puede pasar.
Nervios
“El Tour es especialmente tensionante. Se nota hasta en los auxiliares que quieren tenerlo todo controlado. El Tour es el Tour y la tensión en la carrera es enorme. Las primeras etapas son de muchos nervios, porque todo el mundo llega en su mejor momento y dispuesto a ofrecer su mejor versión. Eso implica que se eleve el estrés en la carrera. Además, la primera etapa en Bilbao es un día marcado para los de la general, no sólo para que quieran vestirse de amarillo el primer día. El amarillo del Tour es muy goloso y especial, así que se verá una bonita lucha”, analiza Antón, que cree que la carrera se descapotará con celeridad por el peso del día de estreno y la posibilidad de que haya lucha de cara a la general. En esta etapa van a pasar cosas. Se van a ver cosas. Este no va a ser un día de activación porque hablamos de una etapa de más de 3.300 metros de desnivel que es una etapa de media montaña debido a la acumulación de desnivel”.
San Juan de Gaztelugatxe, la ermita que se meces en el peñón con arcos cincelados por las olas del Cantábrico, el promontorio que encandila e hipnotiza, la rocadragón de Juego de Tronos, será el segundo punto elevado de la jornada, que se adentrará sin disimulo a bañarse en Urdaibai, el escaparate de costa vizcaina. Las carreteras que festonean la línea de mar, el paraíso donde entrena a diario Pello Bilbao, aumentarán la velocidad. “Eso sí, la primera etapa siempre es un examen y sirve para despejar dudas, saber quién llega bien, quién no llega tan bien. En ese aspecto es interesante”, enmarca Antón, que sugiere que una vez el bucle que también visitará las raíces de Gernika, el símbolo de la paz, en el pelotón se encenderá la guerra. Plegado el alto de Morga, “la carrera irá lanzada desde el Vivero”. La subida en la que Antón se hizo escalador cuando era Fuji, será detonante. “Es un puerto tendido. Se subirá muy rápido. Aquí nadie parará”, apunta el de Galdakao, que no para de saludar a ciclistas en el puerto que es su casa. “Lo he subido miles de veces. Recuerdo que durante la pandemia, cuando nos dejaron salir, lo primero que hice fue venir a subirlo. Lo subí muchas veces”. Afortunadamente la pandemia ha remitido. Una pesadilla que recuerda al ser humano su fragilidad y vulnerabilidad.
La llave de Pike Bidea
Donde se espera la debilidad de algunos ciclistas es en Pike Bidea, que examinará al detalle cómo está cada uno. El muro, de 2,2 kilómetros, es corto. La entrada no es demasiado bronca, pero a partir del meridiano, se encabrita. Puñetazos al mentón. Piernas de madera. Jadeos. Rampas del 20% y un desnivel medio del 14,5% con varios tramos al 15 y al 16% de desnivel. “Pike Bidea va a ser ese muro que marque la primera etapa, que tiene todos los ingredientes de una clásica”. Antón asciende risueño hasta que se encuentra con las curvas más duras, justo donde un cartel verde, testigo del padecimiento pone nombre a la subida. Pike Bidea. Antes siempre fue la cuesta de la Ola.
El oleaje de la etapa alcanzará en Pike su máxima cota. “La entrada no será fácil porque siempre hay un efecto embudo y la colocación será fundamental porque es un muro corto pero duro. Eso implica que tienes que entrar delante. Un enganchón te puede dar al traste con lo que pienses. Puede haber un corte. En Pike Bidea se romperá el pelotón, pero no creo que vayan a jugársela solo cuatro corredores porque en la bajada se reagruparán, aunque no será todo el pelotón, ni mucho menos” calcula Antón.
De allí, se lanza hacia abajo. Habrá tiempo para que alguien se encole, pero no lo harán todos. Ese es el riesgo de Pike. “Es una etapa ideal para clasicómanos con ese punto de velocidad. Creo que es un recorrido ideal para hombres como Van der Poel, Van Aert, Alaphilippe y claro, Pogacar y Vingegaard, que irán a por todas desde el principio y ya sabemos el nivel que tienen. También es un buen escenario para Pello Bilbao. Es una etapa ideal para sus características. Sabe lo que es ganar en una grande. Tendrá a favor el público, que es un gran estímulo. Eso siempre ayuda. Cuando estás en casa siempre sacas algo más”, analiza el galdakoztarra.
Opina Antón que en un recorrido de semejantes características, con la presión extra que supone la primera etapa, más de uno buscará hacer daño sin esperar al desenlace. “Tengo la impresión de que el Jumbo tal vez traté de probar a Pogacar, que apenas ha podido competir tras la lesión, aunque el esloveno llegará bien. Vingegaard y Pogacar tratarán de sacar algún segundo. Y todo cuenta en el Tour. Todos los días son importantes en el Tour, pero es fundamental no perder la carrera el primer día. Los corredores que lleguen un poquito justo lo pueden pasar mal”.
El final se antoja trepidante una vez todo salte por los aires en Pike Bidea. “El que se despiste un poco, creo que puede tiempo. Desde Pike hasta meta son 10 kilómetros y tengo la impresión de que hay corredores que ya piensan en intentar algo en esta etapa”. El descenso hacia la capital vizcaina posará a los ciclistas sobre un tramo llano antes de encarar el final. “Creo que se llegará en pequeños grupos. Pero quizás haya alguno que no pueda entrar luego con los de delante. El pulso que va a haber ahí va a ser interesante. Habrá zafarrancho en Pike Bidea. De hecho, creo que con la excusa de que Van Aert pueda coger el amarillo, el Jumbo moverá la carrera. Va a haber corredores dispuestos a dinamitar la carrera ahí. Sobre todo los punchers”.
Un final exigente
Los llegadores con gas en los finales broncos y explosivos asomarán. “Además el final en Bilbao, en el que se sube una pequeña cota, al 5,2 por ciento al Parque Etxebarria habrá alguna que otra sorpresita”, apunta Antón, que zarandea la bici para subir por las cuestas que repartirán el primer sorbo de gloria en el Tour. “Con todo, sacar algo en esta etapa será complicado, pero perder algo, no tanto. Que Pogacar o Vingegaard se queden es muy difícil, pero hay otra clase de corredores que no se pueden permitir ceder nada”, cierra Antón, que sigue siendo un imán. Dos cicloturistas posan con él al lado de la Basílica de Begoña. Suenan las campanas. Advierte Antón. “En Bilbao te puedes dejar una parte del Tour. No es normal que una primera etapa sea tan exigente”. Su amarillo deja una estela a la espera de que le tomen el relevo. “Ojalá Pello Bilbao se vista de amarillo”.