Bajo la talla de la Virgen de las Nieves, ubicada en la ermita de Egiriñao, en pleno Parque Natural de Gorbeia se esconde una tarjeta con el nombre de la persona que la restauró. El vizcaino Juan Ignacio Legarretaetxebarria arregló la talla de manera altruista hace más de tres décadas. Según explica este maestro, la imagen llegó a sus manos por casualidad. Fueron los sacramentinos quienes se pusieron en contacto con él para encargarle esa labor. “Con el permiso de la iglesia, la Virgen de las Nieves estuvo en mi taller un año”, cuenta. “La fui restaurando poco a poco. Lo hice con mucho cariño, mimo y respeto”, explica el dorador. El próximo 31 de julio, festividad de San Ignacio, la ermita, situada a 1.119 metros de altura acogerá un año más la tradicional misa en la ermita que lleva su mismo nombre. Juan Ignacio recuerda cómo el año que devolvió la talla de la virgen restaurada le pidieron que hiciera de monaguillo. “Fue un día muy bonito y emocionante”, recuerda. Según explica Legorretaetxebarria cuando la talla llegó a sus manos estaba en muy mal estado. “Estaba muy deteriorada y tenía detalles rotos. Tuve que dedicarle mucho tiempo para arreglarla”, cuenta el restaurador vizcaino. Las duras condiciones climatológicas de esta zona de altura en el vizcaino monte aceleran el deterioro de la imagen, cuyo cobijo es una ermita de piedra bajo la peña. “Allí arriba nieva mucho y suele hacer mucho frío”, asegura. Lo que sí se ha debido romper es un lateral de la urna de cristal en la que está metida la talla. “Los contrastes del frío y del calor son muy grandes a tanta altura se ha debido de romper”, apunta.
“ “Estaba muy deteriorada y tenía detalles rotos. Tuve que dedicarle mucho tiempo para arreglarla” ”
En Euskadi apenas quedan restauradores de imágenes religiosas y en el Estado se pueden contar con los dedos. Es una profesión que ha ido desapareciendo y que en la mayoría de los casos tampoco cuenta con relevo generacional. El hijo de Juan Ignacio tiene un taller y éste le enseña los trucos y las técnicas de esta profesión. A sus 77 años, Legorretaetxebarria además de la talla de la Virgen de las Nieves de Gorbeia cuenta en su curriculum una larga lista de valiosas piezas restauradas a pulso, además de altares y espacios religiosos como la ermita de Zeberiogane. “Cuando empecé a trabajar por mi cuenta mi primer trabajo fue la catedral de Pamplona”. Después, ha restaurado muchos altares y los ha cubierto pieza a pieza con oro de 22 quilates. “Tienes que trabajar con sumo cuidado. El oro está en unas láminas muy finas que no se pueden ni si quiera tocar con los dedos. Es mucho dinero lo que vale y trabajar con ello precisa de un gran cuidado”, recuerda.
Aunque está jubilado, según explica hace cuatro años se volvió a dar de alta en la Seguridad Social porque le pidieron que llevase a cabo la restauración de el teatro de la Filarmónica de Bilbao. Subido en un andamio a nueve metros restauró con pan de oro una por una cada uno de los elementos que componen esta joya bilbaina.
Restauró los techos, las figuras, la pared frontal donde está el órgano. “En la zona de los palcos colocaron una máquina elevadoras para poder llegar más fácilmente, pero en la zona del escenario estuve restaurando el techo a pulso subido en el andamio”, recuerda el artista.
“ “Mi jefe me dijo. Si aprendes esta profesión no te va faltar trabajo nunca. Y así ha sido” ”
En un tiempo récord y sin levantar cabeza durante casi cuatro meses, Juan Ignacio se afanó en la restauración de las piezas que decoran los palcos, techos y paredes de la Filarmónica. “Fue mucho trabajo, pero disfruté. El espacio es maravilloso”, dice. La complejidad de este arte va mas allá incluso de la restauración misma, ya que las imágenes que durante años han llegado a manos de Juan Ignacio cuenta con un valor histórico incalculable, incluso emocional, lo que genera responsabilidad y una necesaria creatividad y paciencia para enfrentar a la reparación de las tallas. Juan Ignacio aprendió la profesión en un taller cuando apenas tenía 15 años. Según explica todo lo que sabe se lo debe a sus jefes que fueron los que le enseñaron las técnicas de restauración. “Mi jefe me dijo. Si aprendes esta profesión no te va faltar trabajo nunca. Y así ha sido”, reconoce. Hubo años en las que las figuras de los santos se colocaban por orden en el taller para su restauración. Cada una de las piezas que ha dorado o restaurado son parte de él. Este año, Juan Ignacio quiere regresar a Egiriñao para asistir a la liturgia que se oficiará en la fiesta del patrón de Bizkaia. “Al menos llevo 15 años sin subir y tengo ganas de regresar”, dice. Quiere volver a ver a la Virgen de las Nieves y comprobar cómo está la talla. “Son muchos años sin verla y es el momento de regresar. Espero que se conserve bien”, concluye.