Polideportivo

Una temporada con las alegrías justas

Balance
Una temporada con las alegrías justas

El Baskonia despidió ayer oficialmente una temporada donde estuvo muy lejos de ser esa alternativa de poder que deseaba. El proyecto confeccionado el pasado verano apuntaba muy alto con fichajes de campanillas, sobre todo Wade Baldwin, pero a la hora de la verdad quedó demostrado que los grandes nombres no hacen un gran equipo y que, por encima de otras consideraciones, debe crearse una química ideal para conseguir la pócima del éxito.

Fuera de la Copa del Rey de Granada –posiblemente el golpe más difícil de digerir teniendo en cuenta lo que supone este torneo para el baskonismo– y sin opciones casi desde el inicio en una Euroliga en la que tampoco pudo reengancharse a la pelea por el Top 8 tras la expulsión de los clubes rusos, tan solo el pasaporte para la semifinal liguera ha permitido cambiar ligeramente el mal sabor de boca de una campaña decepcionante y, por momentos, de muy difícil digestión con derrotas hirientes.

El equipo alavés mejoró el balance liguero de la pasada campaña, pero las sensaciones fueron muy distintas porque la afición sí se sintió plenamente identificada con aquel luchador grupo que lideraba Ivanovic y sostenido por incansables guerreros como Henry, Dragic o Polonara. De carácter, madurez competitiva, personalidad y oficio no ha andado sobrado esta vez un Baskonia que, al margen de apuestas fallidas o asistir a una versión muy pobre de jugadores que debían ser diferenciales, no ha transmitido esos valores que tanto gustan en el Buesa Arena ni ha cautivado en ningún momento más allá de alguna victoria puntual ante los grandes.

Pese a los ilusionantes fichajes del mercado estival que despertaron una ilusión inusitada –quizá también desmedida– entre la masa social, el Baskonia siempre fue en estos meses un grupo inestable, poco reconocible y de nuevo justo de efectivos para compatibilizar dos competiciones tan exigentes. Salvo el triunfo en La Fonteta ante el Valencia Basket en el tercer partido del cruce de cuartos, dio la de arena en todos los momentos comprometidos de la campaña donde se requería un paso al frente.

flancos muy débiles

El curso ya arrancó con mal pie con aquella fea derrota en la Euskal Kopa ante el Bilbao Basket y el arranque liguero dio continuidad a esas malas sensaciones hasta el relevo de Dusko Ivanovic en el banquillo. Con el equipo en estado de depresión y sin ningún tipo de feeling con fichajes como ese verso libre llamado Baldwin, un icono como el técnico montenegrino fue despedido a mediados de noviembre.

En su lugar llegó otro viejo conocido como Neven Spahija, con el que el panorama mejoró ligeramente en cuanto a resultados pero no así en el juego. De hecho, el Baskonia ha carecido de riqueza táctica y casi siempre ha vivido del acierto en el triple con una sorprendente pobreza en cuanto a argumentos baloncestísticos. El técnico croata, cuyo crédito entre las altas esferas ha sido escaso durante estos meses, se dedicó a recortar todavía más la rotación, saturar de minutos a los primeros espadas –incluso en días intrascendentes– y ningunear a los canteranos, sobre todo Sedekerskis. El ostracismo del lituano ha sido realmente incomprensible.

Una plantilla corta de por sí ha mostrado graves carencias en el timón –la llegada de Lamar Peters no alivió la falta de clarividencia en el ataque posicional– y la cuerda interior, más debilitada si cabe tras la rescisión de contrato de Nnoko. El ansiado refuerzo para la pintura, Yanni Wetzell, aterrizó en Vitoria con varios meses de retraso y, a la hora de la verdad, tampoco aportó grandes soluciones a la orfandad de dureza, intimidación y músculo en esta demarcación.

Entre los fichajes, hubo luces y sombras. La progresiva mejoría de Baldwin, un base enfadado con el mundo en muchos tramos de los partidos y sin un gran liderazgo, fue insuficiente. Para decepciones, también Marinkovic –que jamás se convirtió en una amenaza para sus pares desde la larga distancia– y Giedraitis, con la pólvora mojada. Sí estuvieron a la altura Costello y el plástico Fontecchio. Enoch, demasiado tierno a la hora de contener a sus pares atrás, demostró que todavía le queda muy grande el traje de pívot titular de un Baskonia a las puertas de otro verano agitado.

08/06/2022