No clavan sus tesis en la puerta de la catedral de Wittemberg. No son teólogos. Son médicos del Hospital Donostia, donde, por cierto, no hay ningún follón y todos los servicios funcionan con normalidad, en su línea, es decir, con los mejores resultados de la red hospitalaria vasca, en lo que a los indicadores de calidad se refiere.
Otra cosa es que la gerencia y la alta dirección no estén a la altura que debieran por su estilo de ordeno y mando y los responsables de los servicios, cabreados y con la sensación de engañados, lo exterioricen los lunes durante cinco minutos en una concentración de protesta en la que, no se percibe atisbo de intencionalidad política partidaria de ningún tipo, cada uno votará -si lo hace- a quien quiera, ni sindical al no ser, los «príncipes» que copan la cúpula de la pirámide, un colectivo de especial interés para los sindicatos, cuya actividad se orienta hacia los escalones inferiores, más numerosos, pero no por ello menos importantes, dentro de la organización.
Parece lógico que sus protestas reciban un tratamiento informativo diferente, según el medio que las trate. Corresponde a la ciudadanía obtener sus propias conclusiones si es cierto eso de que, somos una sociedad madura. Yo no me lo creo. Estos diferentes enfoques y resultados, estoy seguro, supondrán un coste político al partido gubernamental que aporta los gestores, a cinco meses de unas elecciones municipales y forales. Sus ejecutivos ponderarán los hechos y, si procede, adoptarán las medidas que consideren más oportunas. Me consta que algún significado político con mando en plaza, ejerciendo su responsabilidad, se ha procurado información directa.
Analizando las tesis que los «protestantes» someten a discusión con los gestores de la sanidad en particular y de la sociedad vasca en general, la mayoría parecen de sentido común en el siglo XXI, algunas de fácil e inmediata aplicación, si bien resultan excesivamente técnicas y nada lucidas para ser utilizadas contra el Gobierno Vasco por una oposición parlamentaria, poco dada al esfuerzo analítico.
No se percibe en la sombra la figura, que algunos analistas simplistas intuyen, de quien fuera consejero Jon Darpón, injustamente cesado en su momento por un problema que se viene arrastrando durante décadas.
El incremento producido en la venta de pólizas de seguros privados, no es consecuencia de las protestas, sino de las listas de espera y del deficiente servicio en Atención Primaria, pero eso es otra guerra que ahora no toca. Ya hemos hablado en alguna ocasión y hablaremos.
En la comarca del Bidasoa, por ejemplo, para una ecografía hay una demora de casi un año, para analíticas, de un mes y para traumatología, ni se sabe. Y esto, también tiene su coste político.
Piden que la dirección médica sea de la casa. Razonable. Reclaman cambios de calado en las ofertas públicas de empleo (OPE) comenzando por la próxima en 2023, que implicarían, dentro de las lógicas garantías de control y transparencia, una mayor racionalización y afectarían al perfilado más exacto de algunas plazas, al de otras de nueva creación y a las listas de contratación, lo que podría suponer un cambio del modelo estatutario hacia otro laboral, con las implicaciones legales que supondría.
Hacen gala los «protestantes» de su compromiso y lealtad para con Osakidetza y les creo. Sobre el concepto de “lealtad”, nunca ha existido un acuerdo entre filósofos y moralistas, pero interpreto que consiste en decir las cosas como se perciben con la información que se dispone, no como el interesado desea escucharlas, misión asignada a los pelotillas que pululan a su alrededor.
Hablan de cogobernanza, término manido y solicitan hacer efectivo el derecho a decidir, -algo que a todos nos suena-, en aquellos aspectos organizativos que les atañen directamente, en sus servicios o en el conjunto del hospital, para analizar y poder opinar sobre algunas decisiones estratégicas con respecto a la ubicación de unidades de referencia para terapias especiales o la implantación de altas tecnologías, partiendo de informes técnicos independientes, que aseguren que las decisiones se toman con criterios basados en la idoneidad, el trabajo, la trayectoria y la experiencia de los equipos que han de albergarlas y utilizarlas, así como de las necesidades de los pacientes. No por otras razones menos confesables relacionadas con cierto grupo de presión vizcaíno. No parece descabellado, incluso resulta innovador.
De la dedicación exclusiva a Osakidetza del personal sanitario, hablamos otro día. Es cuestión de presupuesto y ganas de abrir un nuevo frente. Quizás no sea el momento, pero llegará. Obviamente, con otro equipo directivo. El actual ya está amortizado.
Solicitan los «protestantes» cierta descentralización para que cada organización pueda planificar adecuadamente sus recursos en relación a sus necesidades y piden mayor transparencia, incluso respecto al futuro de Onkologikoa, cuya integración real, incluso física mediante la oportuna conexión, consideran urgente.
Echan en falta una mejora de la comunicación interna, a lo que se mostró favorable el propio Lehendakari y externa, que se le olvidó citarlo, tan indispensable como la primera, con un equipo profesional de eficacia contrastada, con o sin carnet.
Estas medidas, que, según sus tesis, deberían alcanzar a todos los hospitales de la red vasca, podían comenzar en plan piloto en Donostia, con periódicas evaluaciones. En realidad, es un problema de voluntad política que conllevaría la profesionalización de la gestión de recursos humanos y, del resto de directivos, reduciendo al mínimo los puestos ejecutivos de designación política que conviertan Osakidetza en un cementerio de elefantes.
HOY DOMINGO
Sopa de cocido con tropiezos. Xapo rebozado. Rosco de Reyes. Tinto Monte Real gran reserva de 2012. Café y chupito de Chivas regal 12 años, generosidad de mis cuñados de Durango.
Doctor en Veterinaria