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Polideportivo

Unai Laso, campeón del Manomanista

Unai Laso, campeón del Manomanista.
Unai Laso, campeón del Manomanista.

"Te lo mereces". La frase proviene de Corpus, amitxi de Unai Laso. Los familiares le abrazan en las entrañas del frontón Navarra Arena de Iruñea. En su pescuezo, un hatajo de venas y músculo, un amasijo de cables tensos, reside un pañuelo a cuadros. La alegría se desprende de su entorno. Sabe lo que ha vivido el chico, que la txapela del Manomanista no es más que la guinda del pastel a su esfuerzo. Que el camino ha sido escarpado, que todo lo sufrido, lo llorado, lo sentido, forma parte de un aprendizaje. Que no hay alma ni cuerpo sin cicatrices. Todo forma parte de la mochila vital. "Pienso en ellos siempre", dice el errotarra.

Sucede que los detalles marcan el destino de un campeón. Laso es el número 77 de la historia del mano a mano, la especialidad más importante del año, la que viste el colorado. El espejo le devuelve la imagen del gigante. El reflejo del titán. Hace falta creérselo. Pies en tierra, cabeza alta, mentón alzado. "Este soy yo".

Tras recoger el título, disfrutar del momento más especial en la vida de un pelotari, viajar en mitad de la oscuridad del Navarra Arena, que jugó con las luces para ofrecer un espectáculo similar al de las funciones de cesta punta, Unai entra en uno de los baños para mirarse al espejo y colocarse bien la txapela. Allí, en la intensidad de un segundo eterno, en una instantánea efímera que quizás no recordará hoy, se contempló por primera vez con la camiseta colorada con el anagrama de campeón de 2022 y la lana en la cabeza. "Eres tú, campeón". En soledad. Después de dar un recital ante un Joseba Ezkurdia inerme. Exhibición. El Manomanista es así: si uno juega bien, el otro flaquea. La diestra eléctrica de Laso achicó al de Arbizu. Le sacó a pelotazos. No hay mucha más historia. 7-22.

Y un huracán de recuerdos se acoda en el retrovisor. Hace un año estaba en el campo aficionado tras pasar ocho meses fuera de Baiko Pilota. La empresa le ofreció un contrato de debutante cuando era estelarista con la coartada de la crisis económica derivada del covid-19. Dijo que no "por dignidad". Se vio con los pies en el abismo y la mayoría de los manistas de su empresa se pusieron en una huelga histórica para pedir su regreso a la pelota profesional –junto al de Mariezkurrena II, Eskiroz y Víctor, entre otras cuestiones–. Y se revolvió como solo hacen los elegidos: más trabajo, más furia, más madera. ¡Más! Cuando pierdes todo, nadie te puede quitar nada. Eres libre, Edmond Dantès. Eres libre, Unai. Bizkarreta-Gerendiain es Montecristo. Derecha de oro. Derecha brillante. Cabeza fría.

Y la furia del redivivo recorre al navarro desde que irrumpió de nuevo en la pelota profesional. Revolución. Dinamitero. Explosión. Hoz. Martillo. Se pone colorado.

Es el motor de su empresa: tres finales y una txapela cinco años después. Él, al que no habían mejorado el contrato. Él, el que estaba en la calle, cobrando el paro, sin hueco en el profesionalismo. Él, el desheredado. Él, el que se apoyó por un entorno que le ama, le cuida y le susurra con cariño una verdad como un templo: "Te lo mereces". Él, el héroe del pueblo, que ama las historias en las que una sola garganta puede hacer callar a una todopoderosa maquinaria, las revanchas y las victorias de los débiles. Él, un David que ya es campeón del Manomanista. Él, al que bailarán el agua de colorado, pero que no olvida. Él, el mismo del reflejo. Las cicatrices sirven para recordar errores y sumar aprendizajes. Arrolló este domingo a Ezkurdia. Paseo militar.

 

 

 

VICTORIA A DENTELLADAS

Unai Laso comenzaron evitando el aire de su adversario Finiquitó el de Aspe con un dos paredes.

Con el abrazo en el primer cartón, llegó la primera dentellada de Laso. Se lanzó hasta el 1-9. En otro tanto de complicada digestión, áspero, intenso, cansado, Joseba regaló una dejada en el txoko, dominado el peloteo, que aprovechó a la perfección su rival. El de Bizkarreta-Gerendiain percutió con el buruzgain y remachó con una dejadita (1-2).

Un derechazo atrás de Laso fue el 1-3. Aprovechando la velocidad del frontis,  Laso cruzó un saque perfecto a la altura del cuatro y medio que  Ezkurdia no pudo restar. En el siguiente, Joseba falló con la zurda. Cuando empezó a carburar la derecha de Laso, el brillo atropelló al de Aspe, demasiado estático. Un gancho apuntaló el 1-6. Luego se anotó un saque, un fallo rival y un gancho. Laso gozó cada pelota. Mal asunto para su rival. Mucha diferencia.

SIN REACCIÓN

Ezkurdia frenó la sangría con un dos paredes del cuatro. Era el momento de dar un paso adelante, agresivo. Sumó con el primer disparo, pero al perro flaco todo le son pulgas y una falta puso en órbita al de Baiko, que se fue al primer descanso largo de un tirón. Aprovechó un dos paredes con potencia y un derechazo cruzado, imposible para Ezkurdia. El 3-12 marcaba un antes y un después. Dos opciones: o reacción o rodillo. Ya saben el desenlace: lo segundo.

Laso cometió un error tras el paso por el set de descanso, pero Joseba firmó su segunda falta de saque de la final. El siguiente tanto, duro, fue un buruzgain de Ezkurdia, alejado de su mejor versión.

EL GUION DE LASO

El de   Bizkarreta-Gerendiain , con el 5-13 en el marcador, perpetuó el guion: pegar y pegar. Olor a sangre. Cruzó por la pared y exprimió su derecha volcánica. Terminó con un gancho. El 5-15 fue un dos paredes de Laso; el 5-16, un saque; el 5-17, una dejadita tras un bombardeo, y el 5-18, otro saque, el cuarto en su cuenta.

El campeón continuó en su línea. Un pelotazo cruzado, un dos paredes y un buruzgain le pusieron a un centímetro de la txapela. Dos tantos de Ezkurdia pusieron maquillaje. Era tarde. El de Sakana vivió una cita para olvidar. Llegarán mejores. Un derechazo del errotarra fue el 7-22.

El reflejo del espejo del  Navarra Arena devolvió a Laso una imagen rutilante, la del nuevo campeón del Manomanista. "Este eres tú". Puño al aire. Grita más alto. Disfruta por lo sufrido. Vive. 365 días de colorado y toda una vida en la historia.

2022-05-30T17:29:02+02:00
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