Txiki no se separa de Unai Laso (Bizkarreta-Gerendiain, 1997). Se sienta a sus pies mientras el pelotari departe tranquilamente al lado de la plaza de Bizkarreta-Gerendiain. Bajo un sol de justicia, el delantero de Baiko analiza un año para recordar ante su primera final del Manomanista, que jugará este domingo ante Joseba Ezkurdia en el Navarra Arena. El contrato con que regresó al profesionalismo después de ocho meses fuera de Baiko finaliza el 31 de diciembre de 2023. Pase lo que pase, se ha ganado una revisión.
Está viviendo un año redondo. El domingo disputa su primera final del Manomanista, la tercera consecutiva de la temporada tras las del Cuatro y Medio y el Parejas.
—Sí, está siendo un año redondo. Estoy muy contento por todo el trabajo que estoy haciendo, tanto físico como técnico, y la rutina que llevo día a día. Es lo que me lleva a estar en las finales en estos momentos. Estoy feliz.
¿Se quitó una espinita al ganar la semifinal a Jokin Altuna (17-22)?
—Sí. Fue un partido grande. Estoy contento por haberle ganado ya y quitarme esa espina, pero más aún por cómo se desarrollaron los acontecimientos. Pude darle la vuelta a la situación (del 17-13 al 17-22). Eso me enorgullece más.
Aun así, en otras ocasiones ha jugado mejor contra el amezketarra y no ha sacado el partido.
—Seguro. No fue un partido muy bonito porque hubo bastantes fallos, pero también hay que tener en cuenta que el mano a mano es muy duro. Venimos de todo el año sin parar y tienen que salir partidos de este estilo. No van a ser siempre redondos, como los anteriores. Estoy contento con el trabajo que hice y por haberle dado la vuelta, porque estaba cansado al final.
Dos navarros en la primera final del Manomanista que se juega en Nafarroa. ¿Qué más se puede pedir?
—Es ideal. Ya vimos en la semifinal a Joseba Ezkurdia –ganó a Erik jaka por 22-2–. Está fresco, como un toro. Es un partido muy difícil, pero a la vez muy bonito. Jugar en el Arena ante toda nuestra gente está muy bien. Además, habrá llenazo.
Solo ha jugado un partido en ese escenario: el 29 de septiembre de 2018 jugó con Erasun ante Retegi Bi-Erostarbe.
—Fue el tercer partido de una final del Masters Codere, por lo que no puedo tener ninguna referencia sobre el frontón. No he entrenado allí nunca más. Además, la primera semana de preparación no pudimos entrenar por la Copa del Mundo de gimnasia rítmica. Siendo el recinto tan grande, me parece una falta de consideración con los pelotaris. Joseba ha jugado dos finales y ha entrenado allí para prepararlas. Además, ha jugado por parejas. Lo conoce más. En ese aspecto, me he llevado un disgusto grande, porque tenía previsto entrenar para conocer las características de la cancha. No se puede hacer nada. Al final, nos fastidiamos los pelotaris.
Además es un frontón que necesita actividad, ¿no?
—Es un frontón que no está utilizado. Está sin rodar. Para una vez que se hace una final grande allí, qué menos que entrenar tres o cuatro veces. Estoy muy disgustado con eso. La semana de final no puedes entrenar fuerte.
A Ezkurdia y Altuna III les sucedió algo similar en la final del Cuatro y Medio de 2018, la primera del recinto. Pusieron una pista de hielo que les impidió ejercitarse
—No sé por qué lo hacen así. Es un recinto muy grande. En este caso han utilizado el frontón para hacer los calentamientos y creo que se podía haber adaptado. Es lo que hay.
Para su gente, sus aficionados, será mucho más cómodo el desplazamiento del domingo, desde luego.
—Eso sí. Quería llegar a esta final para todos los que habían ido a las anteriores –fueron en el frontón Bizkaia de Bilbao– y se tuvieron que desplazar. Además, es un gran esfuerzo en domingo, porque la mayoría tiene que trabajar el lunes. Esta vez que se queden en casa ayuda mucho.
Les está saliendo caro...
—Me lo suelen decir. Sobre todo, en esta final, que los precios se elevan pronto. El que no pueda ir al frontón que no vaya. A veces les digo a los amigos, que si no pueden, que vean el partido por televisión en la sociedad y luego se vengan a la juerga.
El Manomanista es la modalidad con más nombre del curso. ¿Qué importancia tiene para usted?
—Tiene importancia porque vas todo el año de colorado. No creo que deba ser más importante porque es en todo el frontón. El Cuatro y Medio y el Parejas también son muy importantes. Es más por historia. La que más cuesta ganar es la del Parejas, que tienes que estar cuatro meses a tope. El Manomanista te pone el colorado y eres el campeón.
¿Sueña con la txapela?
—Sí, pero hasta que no llega el partido no me gusta darle muchas vueltas. Sí que cada entrenamiento que haces va enfocado en ese objetivo.
Lleva dos finales perdidas. Toca ganar.
—Será difícil. Joseba está fresco. Ha jugado tres partidos. A la semifinal seguro que llegó con dudas por las suspensiones de los dos encuentros anteriores, pero estar fresco también ayuda. Será una final dura.
Hablando de frescura, usted lleva un año, desde que volvió a Baiko el 25 de junio de 2021, en el que no ha parado, enlazando finales.
—No he tenido descanso. Cuando llegas a las finales sigues con los mismos entrenamientos. Mentalmente, te encuentras cansado también. Llevar todo ese peso durante el año es complicado. Yo lo llevo bien. Prefiero esto que estar descansando.
Necesitará un respiro.
—El lunes me iré de vacaciones. Las necesito. Llevo desde 2019 sin ellas.
¿Había visto a Ezkurdia con la derecha tan fresca en alguna ocasión?
—Atrasó mucho la pelota. Sí que es cierto que Jaka no tuvo el día y Joseba encontró pelota en los cuadros alegres. Jugó a la perfección. Está fuerte físicamente. Veremos qué sucede.
¿Cómo terminó la semifinal usted?
—Cansado. Al día siguiente estaba dolorido. Contra Jokin siempre estás obligado a darle muchas veces a la pelota para hacerle el tanto.
¿Se acostumbra a todo el ruido que se monta en las finales?
—¿Acostumbrarme? No lo sé. Es fácil decir que hay que disfrutarlo, pero no se disfrutan tanto. Sí que lo haces al verlo por la tele, aunque pierdas. Solamente llegar a ellas es una satisfacción increíble. Estar ahí es muy bonito.
¿Qué ha sido lo mejor de esta temporada tan intensa?
—Te pones a prueba por si puedes estar todo el año arriba y ves que las cosas van saliendo. Estoy muy feliz por ello. Estamos planificando bien todo y estoy llegando en buenas condiciones a los momentos importantes. En un año tan duro es lo que más te fijas. Después, ganar o perder sí que importa, pero las cosas me han salido así. Seguiremos entrenando.
¿Ha madurado?
—Sí. Maduré mucho cuando estuve fuera. Me tocó hacerlo por el golpe tan fuerte que sufrí. En el juego se nota la madurez. Ya no soy el pelotari que falla diez pelotas por partido. De todos modos, esos encuentros llegarán. Todo me va bastante bien de momento. Hay que estar preparado porque las malas rachas vendrán. En eso también pienso mucho. Ahora es todo bonito, pero llegarán.
Está en un gran momento de juego pero la vuelta puede aparecer rápidamente.
—Hoy estás aquí arriba y mañana abajo. El deporte es así. Hay que saber gestionar eso. Es más difícil digerirlo cuando te van mal las cosas, pero cuando vas bien hay que gestionarlo bien, porque puedes tener una gran euforia y salirte de todo. Hay que tomarlo con tranquilidad y hacer lo mismo de siempre.
¿Puede hacer lo mismo de siempre ahora que es uno de los pelotaris más importantes de la LEP.M?
—Sí, hago lo mismo. Eso sí, se nota que la gente te conoce muchísimo más. Vas por la calle y alguno siempre te dice algo. Es bonito que te reconozcan lo que haces o te echen alguna bronca por perder un partido.
Entra en un bar y escucha que dicen su nombre por lo bajo...
—Pasa. Es lo que hay. Son unos años. No se me sube a la cabeza. Igual estás con algún amigo que no ves desde hace tiempo y te dice: "Eres famoso". Yo le contesto que no, que no diga eso. Eso no me gusta nada. Sobre todo, te piden fotos y tal. Se hace un poco raro. Es algo a lo que uno no llega a acostumbrarse. Lo que me suele decir la gente es que soy un chaval normal, con el que se puede hablar.
¿Su estatus en la empresa también ha cambiado?
—Es obvio. Es un poco raro. En un año he pasado de jugar el Torneo de Irurtzun a la final del Manomanista. Hay que saber llevarlo. Es lo que hay.
Lleva en los hombros el peso de Baiko Pilota.
—Está claro. Estoy llevando mucha gente al frontón y estoy jugando bien, que es lo que quiere la empresa. No lo pienso mucho. Lo llevo con normalidad.
Después de dos finales perdidas, ¿siente que esta ocasión tiene que ser en la que se lleve la txapela?
—No. Sé que puedo ganar o no. Estando ahí quieres estar en la historia, pero tengo 25 años y si no es ahora, llegará más adelante. Y si no llega nunca, espero estar muchos años peleando si me respetan las lesiones. En ese aspecto, quiero tomarlo con tranquilidad. Después, durante el partido, sí que quieres ganar. Igual vas perdiendo y piensas en que no vas a darle la vuelta. Algún día llegará como les ha llegado a otros, que no han ganado durante años. Si sigo en esta tónica, puedo alcanzar las txapelas.
Usted tiene 25 años, pero su botillero Jon Mariezkurrena, apenas 23. Es muy joven. ¿Qué le aporta?
—Un botillero no tiene que ser un licenciado en la pelota. Tiene que ser alguien de confianza, que te conozca muy bien y te sepa llevar durante el tiempo del partido. Jon y yo somos muy amigos y sabe cuándo me tiene que tranquilizar y parar el partido. Es bueno que él lo viva y sepa lo que es estar en el frontón. De todos modos, muchas veces te dice algo el botillero y ni te enteras, porque estás tú con tu cabeza.
¿Sus entradas volaron?
—Nos dieron pocas, unas 160 por pelotari. Tenemos muchos compromisos con la gente que nos ha seguido todos los partidos. Pensar que esas personas puedan quedarse fuera€ Hubiera encajado bastantes más entradas. Nosotros somos los monos de feria y deberíamos tener más. Luego, si nos sobran, que las vendan. A los de mi cuadrilla, que estudian, no tienen pasta y han venido a todos mis festivales, no les puedo dejar las entradas más caras. Es un día que se van a gastar mucho. Las entradas que tengan el precio que sea, pero que nos dejen a los pelotaris más de las baratas. Espero que eso cambie. Es un tema que se está hablando con la Asociación de Pelotaris.