Unai Laso se clasificó este sábado para la final del Manomanista de Primera en el frontón Labrit de Iruñea después de imponerse ante Javier Zabala, penalizado en la segunda mitad del partido por los problemas en la mano izquierda, por 22-12. El delantero de Bizkarreta-Gerendiain, de este modo, alcanza su segunda cita por el título más importante del curso manista profesional, después de la edición de 2022, en la que, además, se llevó el gato al agua ante Joseba Ezkurdia.
Laso aprovechó el saque y el poder de su derecha para maniatar a un adversario que tuvo que remar a contracorriente desde los primeros compases de la semifinal. Y es que el representante de Aspe se encontró de salida con un 4-0 –tres saques– y, pese a llegar a igualar el luminoso en el décimo cartón, no fue capaz de controlar al errotarra, que gozó de más facilidades de las esperadas en una cita llena de tensión por ambos bandos. Pese a las buenas sensaciones emitidas por el finalista, hubo instantes en los que la ansiedad le llegó a pasar factura en el juego, demasiado revolucionado en la toma de decisiones. Reconoció que durante la semana vivió incluso "demasiada" tensión. Con todo, la electricidad y el carácter le dieron argumentos más que de sobra para aterrizar en la final del 2 de junio en el frontón Bizkaia de Bilbao.
"No estaba para mucho más", significó, por su parte, el pelotari de Logroño al término del compromiso. Su mano derecha estaba bajo la lupa en las semanas previas, pero fue la izquierda la que se le destrozó. Mal asunto teniendo en cuenta que una de las mayores virtudes del juego manomanista de Zabala reside precisamente en su sotamano de zurda, demoledor. Javier se pasó medio partido empujando la pelota. Laso colaboró con un saque veloz y belicoso y pelotazos cruzados de genio. Fueron argumentos más que suficientes para controlar al riojano, quien, al principio, asomó sometido y con serios problemas para debatir a la misma intensidad que Unai.
Caras y cruces
Laso dio velocidad a su primer disparo para marcar el camino. Cruzó con la derecha para anotarse el 2-0. Sumó dos saques consecutivos para acelerar el pulso de Zabala. Hasta el 5-2, el navarro lo hizo todo: caras y cruces. El 6-2 fue un error de besagain de Javier.