UN selfi con Vincent Van Gogh. La exposición inmersiva Impresionistas que desde julio programa el Palacio Euskalduna cuenta con caja de luz a la que se puede entrar para posar dentro de uno de los famosos autorretratos del genio holandés. Y casi nadie se resiste. Anabel González y Juan Escribano, por ejemplo, se fotografiaron mutuamente junto al impulsivo pintor pelirrojo.
Según el personal de recepción, la visita dura unos 90 minutos y “suelen pasar unas cien personas por turno”. No está nada mal.
Impresionistas combina más de mil obras de diez artistas principales de esta corriente pictórica. Creaciones de Monet, Renoir, Van Gogh, Cézanne, Manet, Gauguin, Degas, Pisarro o Toulouse-Lautrec pueden percibirse de una manera distinta. Y no solo eso, la exposición también proporciona relevancia a la figura y la obra de Berthe-Marie-Pauline Morisot, pintora cuya calidad fue minusvalorada durante décadas.
Los cuadros se proyectan gracias a tecnologías de última generación en pantallas gigantes de cuatro metros de alto y hasta 24 metros de ancho. De esta manera, puede apreciarse la técnica y el talento de los impresionistas desde prácticamente dentro del lienzo.
Por otro lado, el sonido no solo ofrece información sobre artistas y obras, sino que emite piezas de grandes composiciones musicales coetáneas al impresionismo; por ejemplo, El vuelo del moscardón del ruso Rinski-Kórsakov.
En el interior de la gran caja semioscura rodeada de pantallas en las que aparecen, crecen y se mueven, entre otras, las Mujeres de Tahití pintadas por Paul Gauguin, mientras suena una composición de Debussy, el público deja de sentirse público para sentirse parte. Los ojos se abren como claraboyas. Y algunas bocas también.
“La belleza debe apelar a los sentidos, nos debe proporcionar un goce inmediato, nos debe impresionar e insinuar sin ningún esfuerzo de nuestra parte”. La cita no pertenece al folleto de presentación de la exposición. La pronunció el propio Claude Debussy.
Entre quienes ayer bucearon en Monet, Pissarro o Van Gogh estaba la familia leioarra formada por Igor García y Celia Antrueja, junto a sus hijos Garazi y Javier; acostumbran a visitar museos y exposiciones juntos, ya que les interesa a todos, en especial a Celia, licenciada en Bellas Artes. Por su parte, a Arantza Zabala y Jone Basabe les gusta la pintura, sobre todo, el impresionismo. Mientras que a Jesús Arias, de Bilbao, le atrajo “la novedad de la experiencia inmersión”, lo mismo que a Ángel Pérez y Auri Toledo, amantes del arte, que se acercaron desde Castro.
Ana Olmedo y Ernesto Lobo vinieron de Jerez de la Frontera a visitar a su hija, Gloria, y, ya puestos, quisieron ver la muestra junto a la zaragozana Cristina Almingol. Mari Carmen Iniesta y Antonio Martínez viajaron desde Albacete a Gasteiz a ver su hija Gloria; y desde allí se animaron a disfrutar de Impresionistas porque les había gustado mucho “la exposición inmersiva sobre Klimt del Centro Matadero de Madrid’.
A Marita Rodríguez, estudiante de Bellas Artes, le acompañaba Aizea Llanos. Eduardo Úcar y María Ángeles del Riego también se retrataron con Van Gogh. Susana Aramburu vio la expo con Naia y Oier Irujo, parisinos y del Athletic.
Ricardo Pascual y la italiana Alice Ventín, residentes en Cantabria, disfrutaron de la experiencia con el peque Leonardo Pascual, que “lo ha pasado muy bien”. Al margen de que toda la exposición resulta atractiva para peques –por ejemplo, los paneles explicativos de los artistas van ilustrados con retratos enmarcados y aparentemente al óleo que ¡parpadean!– disponen de un espacio con cuadernos y pinturas.
Los peques dibujan, conscientes, como Pissarro, de que “es absurdo buscar la perfección”.