Navarra

UPN coge aire en el 'bochorno' de Pamplona

La desunión de las fuerzas de progreso de Iruña permite a los regionalistas mantener la alcaldía de la capital pese al exiguo resultado de Ibarrola y la convulsión de la derecha desde hace año y medio
Javier Esparza, con gesto de satisfacción, a punto de abrazar a Cristina Ibarrola, de espaldas. La alcaldesa fue una de sus apuestas

Cristina Ibarrola lo reconoció en su primera cita con la prensa, ya como alcaldesa. Compareció con gesto frágil, la cabeza poco clara –le costaba retener las preguntas de la prensa–, y el perfil bajo de quien se sabe alcaldesa por incomparecencia del contrario, como quien dice. Las últimas tres semanas las vivió con “calma tensa”. Una forma edulcorada de describir más de quince días de declaraciones nerviosas de quien llegó a refugiarse en que, si todos decían la verdad, ella iba a ser alcaldesa.

Cuesta encontrar un ejemplo que refleje mejor el alambre en el que ha vivido la apuesta política de Esparza en el Consistorio, encargada de lidiar con los peores resultados de UPN en la ciudad fortín del regionalismo. Pero una mañana bochornosa –por el tiempo, por el calor sofocante, pero también por lo político– se lleva mejor con la tremenda bocanada de aire que supone para ella misma, para UPN y para Esparza recoger el bastón de mando de la capital.

Habrá tiempo para los análisis. Los hechos de la crónica son que los regionalistas se hacen con una ciudad de más de 200.000 habitantes con 9 de 27 ediles, y donde una mayoría absoluta sobrada que apuesta por otra agenda de gestión –y que ha acordado en otros escenarios– es incapaz de hacerse valer aquí. Es inexplicable. Pero es lo esencial. Y es más hiriente todavía en el mapa local, donde los alcaldes mandan mucho porque la estructura institucional se lo permite.

Aunque renqueante, Ibarrola afronta una legislatura de más o menos estabilidad para Iruña, pero con ella en el sillón de alcaldía. Y entre parches, inversiones estratégicas y cuatro anuncios, ir tirando. Y ya nos veremos en 2027.

Descoordinación

Es tan crudo como real. Esto lo conocía todo el resto del Consistorio. Especialmente las fuerzas progresistas, resignadas tras el fracaso de unas conversaciones al tran tran. De ahí que en los pasillos, las horas antes, los colaboradores y ediles que no eran de derechas repitieran un deseo: que esto pase cuanto antes. Como si fuera un bochorno.

El acto institucional de toma de posesión fue rápido y tuvo poco de celebración. En el salón de actos, solo concejales y familias. Caras largas de la mayoría progresista, que asumió las actas con escuetas fórmulas de acatamiento constitucional. Ni rastro de las proclamas de otros foros y otros tiempos.

Solo fue el anticipo de lo que luego se confirmó en la sala de prensa: unas fuerzas progresistas poco cohesionadas, cada una con un guion distinto. Como si la alcaldía de Ibarrola les hubiera desarbolado los argumentos. Txema Mauleón (Contigo Navarra) dijo que, desde ya, su voto apoyará cualquier iniciativa de moción de censura contra Ibarrola. Una idea que no secundó ninguna de las otras fuerzas.

“Ni se me pasa por la cabeza”, respondió Koldo Martínez (Geroa Bai), en una línea que de forma más o menos expresiva continuaron PSN y EH Bildu. Esa descoordinación fue la antesala de la búsqueda de culpables, expresada mediante fórmulas abiertas –ni unos ni otros han sabido ponerse de acuerdo, el uno por el otro, la casa sin barrer– y que solo abunda en una realidad: que ese bloque, en Pamplona, está de todo menos unido.

Es justo lo contrario a lo que ocurre en el Parlamento de Navarra, donde el bloque de PSN, Geroa Bai, EH Bildu y Contigo Navarra ha funcionado a una en lo fundamental. Con acuerdos y Presupuestos. El ejemplo más cercano, el viernes, con un acuerdo plural para la Mesa y la presidencia para Geroa Bai. Todo tras una semana de desavenencias, pero donde los límites están claros. Un escenario en el que UPN ha perdido mano y donde la derecha vive fragmentada en la oposición. Y sin visos de mejora. Son dos mundos distintos a un paseo de distancia.

Por eso la alcaldía de Ibarrola le da aire a UPN justo cuando más lo necesita. Cuando los resultados del 28-M le siguen siendo insuficientes para alcanzar el Gobierno, los doce años en la oposición despuntan en el horizonte y el espacio de la derecha está cada vez más concurrido. Un balón de oxígeno tremendo en uno de los sitios más sensibles, en la capital, allí desde donde UPN puede mantener su presencia y afrontar con más solidez lo que venga, sea lo que sea.

19/06/2023