La moción de censura es parte de las reglas del juego institucional. Es perfectamente válida. Es legal. Otra cosa es que no guste, sobre todo a quien ve cómo pierde su sillón mediante este mecanismo. Hemos visto varias mociones de censura en los últimos años, en el gobierno español. Únicamente una ha prosperado.
Ante la pataleta de no poder atacar el fondo de la cuestión, atacan las formas. Pero "la vida es así," como decía la canción, "no la he inventado yo". Se puede presentar una moción de censura, igual que se puede, aunque haya consecuencias, por ejemplo, romper la disciplina de voto en el Congreso. O también se puede suspender un pleno por la pataleta de que, precisamente, te hayan presentado una moción de censura. Estos últimos actos, por cierto, protagonizados por UPN. "O yo, o el caos". Una forma de reaccionar por desgracia habitual en política, nada extraña en estos tiempos que corren, aunque si algo nos enseña la vida y si algo estamos viendo también en política es que nadie es imprescindible, que luego ese anunciado caos resulta que no lo es tanto y que la vida mañana continuará en Iruña como lo hará en el resto del mundo.