Polideportivo

Urko Berrade despliega las alas en la Clàssica Camp de Morvedre

El iruindarra, formidable, abre el curso de la mejor manera posible con una exhibición y se impone en solitario tras atacar en la ascensión a El Garbi
Urko Berrade, a su llegada a meta.
Urko Berrade, a su llegada a meta. / Clàssica Camp de Morvedre

En la renacida Clàssica Camp de Morvedre no había pinganillo, por eso de la categoría, pero todos escucharon con atención las órdenes en los buses antes de la salida en Estivella, principio y final de una clásica que en la década de los 80 del pasado siglo contó con ocho ediciones donde asomaron en el podio entre 1982 y 1989 nombres como Marino Lejarreta, Eduardo Chozas, José Luis Laguía, Bernard Hinault, Pedro Delgado o Laurent Jalabert.

Después se quedó en el arcén del olvido. El pulso de la vitrina lo recuperó Urko Berrade, que desempolvó la carrera con una exhibición. Nuevo año. Nueva vida. Lo gritó Berrade a los cuatro vientos.

El iruindarra, vencedor en la Vuelta en Izki tras una prodigiosa actuación, regresó a su mejor versión para estrenar el curso con una victoria formidable en la primera prueba del calendario europeo. El mejor despertar posible. Berrade se propulsó en El Garbi, el puerto que mandaba en la carrera, y aterrizó feliz en Estivella en el renacimiento de la prueba.

Unió 1989 con 2025. Después del desierto competitivo, el vergel acogió a Berrade en su segundo triunfo en el profesionalismo. Nada como la confianza, la llave maestra que abre las puertas de la gloria. "Gané muchísima confianza el año pasado con la Vuelta", dijo el navarro. Berrade se impuso a Breuillard y Chumil, que le tuvieron a un palmo, pero no pudieron con la determinación del iruindarra, un chupinazo en Valencia.

“Llegaba muy bien, he trabajado muy bien en pretemporada pero hasta que no estás en la carrera no sabes el nivel real del resto. El equipo ha sujetado muy bien la carrera y me sentía en deuda con ellos. Tenía que rematar el trabajo. Todo lo que no fuera ganar, siento que me iría decepcionado. Quería atacar ahí y he podido rematar a pesar de que se ha hecho largo y he acabado un poco acalambrado”, argumentó Berrade tras coronarse con una sonrisa.

El ciclismo que galopa y relincha como un caballo desbocado, salió azuzado hacia la búsqueda de los puntos UCI, el Santo Grial que determina la jerarquía. Berrade hizo la primera colecta para la causa del Kern Pharma. Los aristócratas tienen prisa, aunque menos necesidad. Les alcanza con el potencial y el talento que suelen amasar.

Ocurre que los equipos que no se mecen en el WorldTour temen quedarse fuera de los escaparates más rutilantes, donde se lucen las grandes carreras y vueltas. El equipo que no logre acomodarse al final del curso entre los 30 mejores no tendrá opciones de estar el próximo año en el reparto de las invitaciones.

Siempre decide el organizador, pero en caso de no clasificarse dentro de esa treintena, no habrá un lugar para una escuadra ni con invitación del anfitrión. Frente a ese marco restrictivo, el despertar en Valencia del ciclismo en Europa fue agitado, como esas carreras locas de la conquista del Oeste.

La fuga de Brunel

El Euskaltel-Euskadi, el Caja Rural, el Kern Pharma y el Burgos-BH pertenecen a esa estirpe de equipos que tratarán de rascar en cada competición en la que se alistan mirando a diciembre. Todos ellos se sabían la lección antes de conocer una carrera novedosa. Exploraban un territorio ignoto, pero tenían tatuada la ruta.

El sol de enero remataba el retablo en el corazón de la Sierra de la Calderona. De la escapada, quedó el estandarte del francés Alexys Brunel tras coronar por vez primera El Garbi, el puerto de primera que repartía esperanzas. Un gigante, talla de pívot, 1,91 metros, que se desenroscó del ciclismo profesional en 2022 después de un esperanzador debut en 2019.

Regresó a la ruta este curso tras coquetear con el gravel. En el contacto con la carretera, Brunel quiso dejar su huella. Al Kern Pharma, el Caja Rural y el Euskaltel-Euskadi les generó desasosiego el movimiento del galo, que se empeñaba en su misión en el repaso de El Garbi, que apaleaba voluntades en una carretera estrecha y deshilachada entre la foresta.

Urko Berrade, muy certero

A Brunel se le agotó el encanto de la libertad. Agitado el avispero, se retorcieron los cuerpos, estrujados por las rampas. Nadie subía cómodo en el pequeño grupo que tomó unas puntadas de ventaja. Urko Berrade, estelar en la pasada Vuelta, hizo palanca. Forzudo.

El iruindarra se catapultó en dos actos. En el primero, apenas abrió una rendija. En el segundo, a 20 kilómetros del nido del triunfo, aplanó la subida. El trampolín al triunfo.

Berrade, durante la subida a El Garbi, donde atacó

Berrade, durante la subida a El Garbi, donde atacó Kern Pharma / Sprint Cycling

Su estirón rasgó el grupo, que se quedó en los huesos ante el entusiasmo de Berrade, que cuando giró el cuello imaginó la persecución, porque en realidad los había tachado del alcance del retrovisor. Chumil y Breuillard le rastreaban. Aislado, sin comunicación, Berrade solo tenía una fijación: caminar o reventar.

En el descenso, el iruindarra era un kamikaze que deletreaba las curvas. Mandaba el frenesí. Sus perseguidores le lijaron pulgada a pulgada en la bajada, pero en el plano, Berrade reactivo su potencia, la misma que le validó una victoria lisérgica en la Vuelta cuando competía contra ciclistas del WorldTour. Urko Berrade despliega las alas.

El Tour Down Under continúa quemando jornadas al esprint, salvo la sorpresa del jueves con Javier Romo, líder de la carrera. En el cuarto día de competición de la carrera australiana, Bryan Coquard impuso su punta de velocidad ante Bauhaus y Narváez, que recolectó 4 segundos de bonificación. Esa es la distancia que separa a Romo de Narváez en la general.

Debut de Aranburu. Alex Aranburu debuta con el Cofidis en el G. P. de Castelló que se disputa este sábado. El de Ezkio buscará la victoria en una clásica que probablemente se resuelva al esprint. Michael Matthews, vencedor el pasado curso, es uno de los grandes favoritos de la carrera.

El Laboral Kutxa, en marcha. El Trofeo Marratxí-Felanitx, de 129 kilómetros, dará comienzo a la campaña del Laboral Kutxa, que quiere seguir creciendo. 

2025-01-24T23:55:14+01:00
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