El PNV ha defendido que la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso De Miguel deja claro que el partido ni conocía ni se benefició de la trama urdida por el exdiputado foral alavés. Sin embargo, a nadie se le escapa que este caso ha coleado durante años y que el PNV ha tenido que surfear la ola para evitar sufrir un daño reputacional. El lehendakari, Iñigo Urkullu, por aquel entonces presidente del PNV, ha vuelto a realizar autocrítica este viernes. Ha querido reconocer su “tristeza y dolor” por este caso, sin ocultar que los implicados eran afiliados jeltzales, aunque se ha mostrado con la “conciencia tranquila” y “orgulloso” de la respuesta que ofreció el partido. Todavía se recuerda el pulso que se mantuvo en esa época para que los implicados entregaran el carné, lo que a su vez provocó que el PNV tomara nota y modificara sus estatutos.
En unas declaraciones a los medios de comunicación con motivo de la inauguración de Fabrika en Donostia, Urkullu ha reconocido su “tristeza porque las personas condenadas fueran afiliadas al PNV”. “Tengo dolor. Tengo tristeza por sus familiares y allegados, pero orgullo por el exdiputado general de Araba Xabier Agirre, por el PNV, porque supieron reaccionar ante el riesgo de ensuciar el nombre del PNV y porque fueron ejemplo de la gestión de este tipo de situaciones. Tengo satisfacción por el trabajo de la Ertzaintza, por los servicios jurídicos, por la decisión del departamento de Gobernanza Pública de personarse en la causa”, ha defendido.
"Firmeza al tomar decisiones"
Urkullu se ha reivindicado también a sí mismo en la gestión de esta crisis. “Tengo la conciencia tranquila por haber ponderado desde el principio la situación”, en la que había que tener en cuenta la presunción de inocencia y, al mismo tiempo, la firmeza a la hora de tomar decisiones. “La sentencia es un recordatorio para mí, para los miles de militantes, de lo que es y tiene que seguir siendo la interpretación de la política al servicio del bien común”, ha dicho.