Los tradicionales deseos de buena salud propios de estas fechas han adquirido una literalidad preventiva tras la crisis sanitaria que se desató a nivel global en 2020. Si este es un ámbito que resulta prioritario mantener entre algodones de cara a apostar por el bienestar de la ciudadanía, más aún después de la aparición del coronavirus y sus diversas variantes, pandemia que “seguimos padeciendo”, advierte el lehendakari Iñigo Urkullu. En su mensaje de fin de año, ha situado la “salud y la calidad de vida” como uno de los retos principales de lo que resta de legislatura en Euskadi, y muy especialmente del recién estrenado 2023. “Nuestra determinación es seguir mejorando un sistema de salud del que nos hemos sentido siempre orgullosos”, ha asegurado en su tradicional alocución de Nochevieja.
El Gobierno vasco tiene claros sus objetivos de cara a mejorar el sistema de salud propio, un proceso vivo sujeto a cambios, ajustes y en constante evolución. En el último tramo de 2022 se han producido fricciones muy focalizadas en Gipuzkoa, y que han derivado incluso en conatos de pugnas de carácter territorial entre diversos centros. Urkullu ha enumerado cinco retos y dejado la salud para el último lugar, dedicándole mayor espacio. Se ha expresado con claridad, y ha querido atajar cualquier atisbo de duda. “Seguiremos reforzando la plantilla profesional de Osakidetza”, afirma. “Vamos a priorizar la mejora de la atención primaria en una única Osakidetza de la que todos somos parte y compartimos como sistema público”, apostilla, con ese “única” escrito en mayúsculas en la transcripción del discurso remitida a los medios de comunicación.
Es una tarea no exenta de “problemas y dificultades”, admite. Ha citado como el principal de ellos una pandemia que ha cambiado las reglas del juego y que anticipa un horizonte de incertidumbre, ante las ominosas noticias que llegan desde China. “Ha puesto en el centro la atención sanitaria y sociosanitaria. Ha tensionado todos los sistemas sanitarios en el mundo, también el nuestro”, dice. “Nadie estaba preparado para ello”, apostilla. Tras sumarse a los deseos generalizados de buena salud, asevera que “nuestra responsabilidad es hacer posible que ese deseo sea una realidad. No vamos a escatimar esfuerzos para lograrlo”. Concluye este apartado asegurando que “la salud es nuestro bien más preciado y un objetivo que une a toda la sociedad”.
Herencia recibida
Por lo demás, el lehendakari ha comenzado su intervención certificando que, pese a los brotes verdes que se empiezan a atisbar como la relajación de la inflación, siguen existiendo “motivos de preocupación” de cara al futuro. Unos “retos” ante los que Euskadi está mejor preparada que otras regiones por su propia idiosincrasia y que llama a afrontar con determinación y teniendo siempre en cuenta la herencia recibida de las generaciones anteriores, en su habitual guiño al pasado. Unos desafíos que “han vivido todas las generaciones que nos precedieron. También nuestras generaciones; hemos tenido y tendremos que hacer frente a los retos para poder legar un mundo mejor y más justo”, certifica.
En este punto, ha hecho un repaso de la actualidad y enumerado las “noticias de guerras y de vulneraciones de derechos humanos, también en el corazón de Europa”, que se reciben a diario. A la pandemia se suman las “consecuencias de la inflación o la precariedad laboral”, así como las “situaciones de crispación política o social, con diversas expresiones”, que han marcado los últimos tiempos, con una crisis institucional sin precedentes tras el choque entre los poderes legislativo y judicial por la renovación del Tribunal Constitucional. Las dudas surgidas alrededor de la nueva ley del solo sí es sí, con más de un centenar de sentencias de maltratadores revisadas a la baja, han contribuido a tensionar la situación social.
De cara a enfrentar todo ello, Urkullu llama a “reflexionar sobre la responsabilidad que a cada quien nos pueda corresponder”. “Corremos el riesgo de resignarnos o ceder al pesimismo -añade-. No nos lo debemos permitir”, ha zanjado, con ese “no” redactado de nuevo en mayúsculas en el discurso plasmado negro sobre blanco en la pantalla o el papel. Para superar esas piedras en el camino de forma satisfactoria, ha propuesto una “mirada pausada, positiva y global”, que se aleje de estridencias y que se impulse en los recursos y puntos fuertes “que tenemos en la sociedad de la que formamos parte”.
Mucho camino recorrido
Entonces ha asegurado que Euskadi ya tiene mucho camino recorrido, dado su “nivel de vida, cohesión social y bienestar”, cimentado en la “generación de riqueza y su redistribución”. Todo ello, sumado a que la sociedad vasca está “entre las más cohesionadas y solidarias” de su entorno, “posibilita oportunidades para desarrollar un proyecto de vida, profesional o de familia”.
No se trata de un logro reciente, sino que hunde sus raíces en el trabajo llevado a cabo “a lo largo de las últimas décadas”. Ponerlo en valor es “reconocer el esfuerzo de quienes nos precedieron. Su visión y empeño permitieron superar las dificultades, salir adelante y mejorar nuestro presente”. Llama por ello a recoger la antorcha de ese legado para “responder a los nuevos retos”. Se trata de una “responsabilidad”, así como de la “obligación” de los representantes institucionales.
Pero no se trata de un salto sin red, sino que existe una metodología, un andamiaje que sostiene este empeño. Ha citado aquí el modelo de Desarrollo Humano Sostenible impulsado por Naciones Unidas y que Euskadi ha hecho suyo como hoja de ruta. Aquí se enmarca la decisión de la ONU de ubicar en la CAV la sede para implementar la Agenda 2030 y sus 17 objetivos de desarrollo sostenible, uno de los hitos del ejercicio que acaba de finalizar.
“En Euskadi aplicamos el modelo de Desarrollo Humano Sostenible. Contamos con recursos y un modelo de gestión colaborativa para seguir respondiendo a las consecuencias económicas y sociales de la crisis”, con la mirada puesta especialmente en “ayudar a quien más lo necesita”, ha relatado.