El 26 de abril de 1937, la aviación nazi alemana y la fascista italiana descargaban sus bombas letales contra la población civil en Gernika, en un día de mercado, con mucho movimiento al aire libre. El 6 de agosto de 1945, en un día soleado y con 8.000 niños y adolescentes en plena calle realizando tareas de demolición de edificios para el Ejército japonés, Estados Unidos ensayaba su bomba atómica sobre Hiroshima, con un efecto devastador. Ese sufrimiento compartido ha forjado durante años un sólido vínculo entre ambas localidades que Urkullu ha reforzado este domingo con su visita al memorial de la paz del municipio japonés, para lanzar desde ahí un llamamiento a la concordia en plena escalada bélica.
A la pérdida de vidas humanas que se está produciendo en Ucrania tras la invasión perpetrada por la Rusia de Putin se le ha sumado en las últimas jornadas la cruenta guerra en la franja de Gaza entre Israel y Hamás, que está provocando una escalada bélica por el flanco este. En este contexto, el lehendakari lanzó un “llamamiento para la paz” desde su viaje institucional a Japón y, en concreto, desde Hiroshima, que sufrió el primer ataque nuclear de la historia en 1945, y cuyo sufrimiento volvió a hermanar con el padecido por Gernika como “ciudades mártires”.
Tras visitar el museo dedicado a la masacre civil, se reunió con el alcalde de la localidad nipona, Kazumi Matsui, un encuentro que aprovecharon para reforzar la colaboración entre el Centro para la Paz y la Cultura de Hiroshima (del que forma parte la muestra de la bomba atómica) y el Instituto Gogora, que se va a traducir en los próximos meses en un acuerdo entre ambas instituciones para el intercambio de estudiantes de Gernika y el municipio japonés. Urkullu colocó a ambas localidades en el frontispicio para lanzar un mensaje de paz “a los cuatro vientos” y para abrir “caminos a la convivencia”.
Iñigo Urkullu aprovechó este escenario para lanzar un llamamiento al apaciguamiento, en plena guerra en Ucrania, que se remonta ya al 24 de febrero de 2022, y también en pleno recrudecimiento del conflicto palestino-israelí, que se remonta a 1948 pero está derivando ya en un ataque por tierra en la franja de Gaza. Sobre Hiroshima, lamentó que esta localidad sufriera “los efectos de la barbarie”.
Sufrimiento injusto
El lehendakari lamentó que las guerras y los conflictos “no han terminado, y las tragedias que generan miles de víctimas todavía arrojan malas noticias”. “Hoy también estamos asistiendo a guerras y conflictos, dramáticos e injustos, que producen miles de víctimas y destrozan hogares, marcando así el destino de las futuras generaciones. Hiroshima y Gernika, Japón y Euskadi compartimos un llamamiento contra la violencia y la guerra que sale del corazón y la convivencia de la humanidad que anhela la paz. Apostamos por la esperanza, por la vida y por el futuro de generaciones que no tengan que conocer nunca más la barbarie. Trasladamos desde aquí al mundo un mensaje de esperanza. Es posible vivir y convivir en paz. Que así sea”, sentenció.
Sin quedar en el olvido "fatídico"
El ataque a Hiroshima “es un día que no podemos olvidar”. “No puede quedar en un olvido fatídico como lo fue el propio ataque. Hace cinco años tuvimos el honor de recibir al alcalde de Hiroshima en Gernika y plantar un retoño del Gingko Biloba (el árbol que sobrevivió al ataque de Estados Unidos pese a situarse tan solo a mil metros del epicentro de la explosión, y cuyo retoño se plantó en Euskadi a unos metros del Árbol de Gernika). Gernika e Hiroshima son ciudades mártires. Manifestamos, en un momento en el que estamos asistiendo a guerras, a dramas humanos, que este día sea también un llamamiento para la paz. Hiroshima y Euskadi estamos comprometidos desde la educación en valores”, dijo.
Ofrenda floral
Urkullu realizó una ofrenda floral en nombre del Gobierno vasco en el cenotafio que recuerda esta tragedia, en la que perdieron la vida 140.000 personas en tan solo un año, y sin contar las que murieron años más tarde a consecuencia de la radiación, entre graves padecimientos, o las malformaciones de los fetos. El cenotafio, que muestra el mensaje “descansad en paz, pues el error jamás se repetirá”, se convirtió en el objeto de las miradas de los japoneses que paseaban por la zona, que se acercaron a grabar el homenaje con sus móviles. Incluso se produjo alguna exclamación de admiración cuando una bandada de palomas alzó el vuelo justo en el momento final, lo que contribuyó involuntariamente a realzar el mensaje de paz.
El lehendakari dejó por escrito en euskera en el libro de autoridades del museo el reconocimiento en nombre de “todo el pueblo vasco”, y que Gernika e Hiroshima nos recuerdan la reivindicación de construir un mundo en paz. Firmó con un “así sea”, y la palabra “paz” bajo su rúbrica.
Emoción en la visita
Urkullu no ocultó que la visita lo conmovió y le generó escalofríos (su esposa Lucía Arieta-Araunabeña no pudo ocultar las lágrimas en un gesto de empatía), y recordó que ha estado también en el museo ESMA de Buenos Aires, en el memorial del 11-S, y en Auschwitz. Admitió las “sensaciones de inhumanidad que subyacen en las personas en tanto que no tomamos en consideración la dignidad humana y nos hacen ser salvajes”. “Poder asistir a un museo como el de Hiroshima genera un profundo sentimiento de dolor, de tristeza, remueve los sentimientos más primarios humanos que deben ser los de respeto a la persona. Siempre he pensado que las personas tenemos un lado bueno, pero también malo, y a veces se impone el malo”, lamentó.