El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha pedido a Rusia un alto el fuego en Ucrania y su "compromiso" para desarrollar de un plan de paz, al tiempo que ha reclamado el fin de la "invasión unilateral" y que se apueste por "vías diplomáticas que hagan posible una paz justa y duradera".
El lehendakari ha presidido este viernes, cuando se cumple un año del inicio de la guerra, un acto para reconocer la solidaridad de los vascos con Ucrania al que han asistido representantes de entidades del tercer sector como CEAR, Cruz Roja y Cáritas, asociaciones de acogida de niños de Chernobil, personas refugiadas y familias acogedoras.
Un año del inicio de la "barbarie"
"Hoy se cumple un año del inicio de la barbarie", ha relatado Urkullu, que ha apelado a no olvidar la vulneración de derechos humanos que supone usar "armas contra la población para ejercer la tiranía".
Ha expresado el "pleno apoyo" del Gobierno vasco a "la unidad en la respuesta europea e internacional" ante la "agresión unilateral" de Rusia, así como en la "exigencia del fin de la invasión unilateral y en el objetivo de explorar vías diplomáticas que hagan posible una paz justa y duradera".
En este sentido ha reclamado a Rusia "un alto el fuego" y también un "compromiso para con el desarrollo de un plan de paz".
"Están en juego los derechos humanos"
"Están en juego los derechos humanos, el futuro de nuestros pueblos y los principios y valores que sustentan la paz y la convivencia internacional", ha advertido Urkullu, que ha invitado a los asistentes a guardar un minuto de silencio en recuerdo a los muertos, heridos y desplazados por el conflicto.
El máximo mandatario vasco ha recordado que cuando el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, intervino en las Cortes Generales recordó el bombardeo sobre Gernika durante la guerra civil, ante lo cual su homólogo español, Pedro Sánchez, lamentó no haber contado entonces con la solidaridad internacional.
"Apelo al recuerdo de lo vivido en Euskadi, a lo sufrido por la mayoría del pueblo vasco para intentar ponernos en la piel de quienes hoy padecen" la guerra en Ucrania, ha expuesto el lehendakari.
Solidaridad vasca
La solidaridad mostrada por la sociedad vasca en "este año de atrocidad", ha valorado, encarna "la esperanza frente a la desolación". Ha destacado de manera especial "la solidaridad y esfuerzo" de las más de 1.500 familias que han ofrecido su casa a 3.500 refugiados y que por ello "merecen una mención expresa de reconocimiento".
Ha recordado además que la cooperación vasca también se ha desarrollado en la propia Ucrania, donde gracias a las instituciones de Euskadi se han construido dos campamentos infantiles, usados para acoger a refugiados con necesidades especiales, y se ha rehabilitado un hospital a 50 kilómetros de Kiev, que atiende a heridos de guerra.
"Hay una conclusión que podemos destacar después de este año: la crueldad e injusticia de la guerra no tienen por qué tener la última palabra" porque "frente a lo peor, brota también lo mejor de la condición humana. El compromiso y la solidaridad abren la puerta a la esperanza de la paz", ha valorado Urkullu.
Acogida en Euskadi
Ha detallado además que en este primer año de guerra 4.180 personas desplazadas desde Ucrania han obtenido el Estatuto de Protección Temporal en Euskadi, donde se han matriculado a 1.550 alumnos de aquel país y se ha prestado asistencia sanitaria a 3.100 ucranianos.
Para gestionar la atención a estas personas se creó apenas una semana después del inicio de la invasión una Mesa de Seguimiento para la acogida de personas refugiadas que este viernes ha celebrado su vigésima reunión justo antes del acto de reconocimiento a la solidaridad de la ciudadanía vasca.
En él se han escuchado el testimonio grabado de varias familias de acogida, de varios jóvenes desplazados y se ha celebrado un coloquio en el que han participado tres ucranianos -Sofía, Ana y Vasyl- y un integrante de Chernobileko Umeak.
En autocaravana hacia Polonia
Vasyl fue durante años un niño acogido por una familia vasca y vive desde antes de la guerra en Artziniega (Araba). Cuando comenzó la invasión viajó con su hermano -que reside en Tolosa (Gipuzkoa)- en una autocaravana hasta Polonia, donde recogió a su madre, su cuñada y sus sobrinos.
Su cuñada regresó después Ucrania con sus hijos, pero su madre sigue con Vasyl y tiene "el corazón partido porque tiene a sus nietos allí", en un país donde "nada es seguro".
Sofía es ahora estudiante de la Universidad de Deusto. Lleva diez meses en Euskadi y desde septiembre vive con una familia vasca que tiene dos hijos de su edad y con la que se siente "acogida y protegida". "Siempre me ayudan", ha agradecido.
Ana ha confesado que a su llegada a Euskadi le "impresionó" que hubiera "mucha gente muy implicada" con los refugiados. Gracias a ellos ha aprendido castellano, escolarizado a los niños y encontrado trabajo, aunque los ucranianos tienen problemas para homologar sus titulaciones.
Por ello ha pedido que se agilicen los trámites para convalidar títulos porque hay "muchos buenos profesionales que quieren ser útiles y no una carga para el sistema".
Por su parte, Enrique, de Chernobileko Umeak, ha valorado el "liderazgo" del Gobierno Vasco a la hora de canalizar la solidaridad al principio desbocada de los vascos y se ha mostrado crítico con el papel "muy deficiente y humillante en muchos casos para los refugiados".