Euskadi ve marchar a una de sus principales figuras institucionales de la etapa democrática pero el fallecimiento de José Antonio Ardanza genera en su partido, el PNV, una doble pérdida: la de quien cosió sus heridas internas en tiempos de convulsión ejerciendo de faro y la persona que sembró la semilla de un país “próspero y en paz”. En plena campaña electoral, el dolor ha golpeado a una formación nacionalista que reivindica la herencia de quien ejerció como lehendakari durante catorce años. En palabras del todavía jefe del Ejecutivo vasco, Iñigo Urkullu, “un legado vasto y extenso” que contribuyó “al progreso de nuestra sociedad” y a la consumación de “consensos sociales y políticos” gracias a su “firmeza ética” contra el terrorismo. “Él hizo de la necesidad virtud, tenía claro que tenía que gobernar para todo un país”, añadió ayer martes el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, mientras que el candidato jeltzale, Imanol Pradales, subrayó el hecho de que Ardanza fue un “referente para toda una generación” en la defensa de la paz y la convivencia con gobiernos que “pusieron las bases para darle la vuelta a una economía que se caía a pedazos”.
En una comparecencia institucional en el Palacio de Ajuria Enea, Urkullu realizó una semblanza del lehendakari ohia destacando que “representa una trayectoria de servicio público honesto e intensamente entregado al bien común de la sociedad vasca, así como al presente y futuro de Euskadi y de su autogobierno”. Un recorrido político de “incesante trabajo” para impulsar la recuperación económica de Euskadi “en medio de una profunda crisis industrial y reconversión” con medida sociales “pioneras” que perseguían asegurar la cohesión. Y presidiendo toda aquella gestión, “una lucha sin descanso” en favor de la pacificación con la “condena sin paliativos de la violencia y el terrorismo durante sus años más duros y sangrientos”. Como propulsor de los acuerdos entre diferentes, Urkullu loó de Ardanza su “defensa de la dignidad humana” y la “disposición al diálogo y al acuerdo” dada su “capacidad de tender puentes por encima de las diferencias”. Actitud forjada en su “paciencia y constancia para construir los consensos sociales y políticos que se necesitaban en cada momento, siempre con lealtad y con la más alta dignidad institucional”.
La declaración institucional de Urkullu, que trasladó sus condolencias y su afecto a los familiares y allegados de Ardanza, aludió a los valores “humanistas y democráticos” que guiaron la trayectoria del histórico líder jeltzale, del que valoró que “defendió su ideario siempre desde el respeto a los derechos humanos, la pluralidad y la convivencia democrática”. “Ha sido un referente político e institucional de primer orden en Euskadi, un ejemplo de entrega y compromiso con la sociedad vasca para todas las personas que asumimos una responsabilidad pública con nuestro país”, se explayó Urkullu, para añadir que Ardanza “inspira un profundo respeto y reconocimiento por lo que dijo, por lo que hizo y por todo lo que dio”. El lehendakari quiso evocar que quien fue uno de sus predecesores en el cargo estuvo marcado por las “ansias de libertad y democracia” de las que careció en su juventud.
Paralelamente, Ortuzar puso voz al sentimiento “de gran pena, de enorme dolor y de notable pérdida” que siente la familia del PNV ante la muerte de Ardanza. Aún conmocionado, el líder del EBB procedió a la lectura de una declaración elaborada por la ejecutiva del partido y, además de mandar “nuestra máxima muestra de cariño” a su esposa, Gloria Urtiaga, y a sus hijos Nagore y Aitor, argumentó que “quienes le hemos conocido sabemos que su familia natural y su familia política han sido los dos basamentos principales sobre los que ha construido su fecundo proyecto de vida. Hoy ambas familias somos solo una en este momento tan trascendental, y juntas despediremos a quien ha sido una de las figuras políticas vascas más relevantes de la segunda mitad del siglo XX”. Militante clandestino de Euzko Gaztedi, víctima del exilio, alcalde de Arrasate en las primeras elecciones municipales democráticas, diputado general de Gipuzkoa y, finalmente, lehendakari “en unas difíciles condiciones previas a la escisión en el seno del partido”. “Esta trayectoria deja patente la vocación de servicio a su país que siempre ha mantenido Ardanza, y también su férreo compromiso” con el partido, “especialmente en las situaciones políticas más complejas”, recalcó Ortuzar. “Sin él sería difícil entender la Euskadi próspera y en paz” que se conoce en la actualidad, ahondó, amén de precisar su profundización en el autogobierno. “Es remarcable el elevado desarrollo que conoció el Estatuto de Gernika, así como las múltiples iniciativas para que ETA desapareciera de nuestras vidas, entre las que destaca el llamado Pacto de Ajuria Enea y, posteriormente, la iniciativa que llevó su nombre, el Plan Ardanza”, remarca la formación nacionalista.
Gobernó “para todos”
En este contexto, Ortuzar rememoró la parte más cercana: “Tuve la suerte de trabajar con él muchos años en Ajuria Enea y ser parte de su gabinete, llevándole los temas internacionales, y la pérdida es doble, política, pero también personal. Llegó al Gobierno vasco a su pesar, porque él no quería, no se veía en ese puesto. Y luego ha sido el lehendakari más longevo. Esa es la grandeza de la política de alguien que no quiere y, luego, no solo se consolida, sino que realiza una labor magnífica que hoy es reconocida ampliamente por todo el arco político de Euskadi y fuera de Euskadi”. El presidente del EBB se trasladó a la época de “las trincheras”, unos años 80 con una sociedad vasca “muy dividida y muy tensada política y socialmente”. “Él era profundamente nacionalista, un hombre muy abertzale, pero se sentó en Ajuria Enea y tomó la decisión de gobernar para todo el mundo y con todo el mundo. Y lo primero que se hizo fue un gobierno con los socialistas, que por aquella época, era nuestra alternativa política”, constató. “Se propuso deslegitimar la violencia de raíz. Fue muy combativo, tanto con quienes ejercían la violencia, pero también con quienes le daban cobertura política”, manifestó Ortuzar, incidiendo en que eso fue lo que hizo que la izquierda abertzale “más dura le pusiera en diana y, sobre todo, le intentara deslegitimar como nacionalista, cuando él era un hombre muy abertzale”. “Intentaron minar y dividir al partido, por un lado, y al lehendakari, por otro, cosa que no consiguieron”, zanjó. “Fue un lehendakari de todos y para todos”, le describió.
Por su parte, Pradales reseñó que Ardanza fue “un referente para toda una generación en términos éticos, de defensa de la paz, de la convivencia en este país, de una Euskadi que hay que hacerla entre todas y todos”. En su caso personal, cree que fue “muy importante” por su liderazgo “en términos de reconversión industrial de este país, cuando perdíamos grandes empresas por la alcantarilla casi todos los días, y hoy tenemos sin embargo grandes compañías industriales que dan trabajo, como ITP en el sector aeronáutico, a miles de personas que son punta de lanza de la tecnología, de la innovación y de la industria”. El candidato a lehendakari recordó en Radio Euskadi los últimos consejos que le dio recientemente: “Me dijo: haz el mejor equipo para este país y gobierna para todos, porque Euskadi es plural”.
Capilla ardiente en Ajuria Enea
El funeral, esta tarde en Elorrio
Agradecimiento desde Gautegiz Arteaga. La capilla ardiente de José Antonio Ardanza será instalada hoy a las 10.00 horas en Ajuria Enea para, por la tarde, a las 19.00 horas, celebrarse su funeral en la Basílica de la Purísima Concepción de Elorrio, de donde era natural. El Ayuntamiento de esta localidad emitió ayer una declaración institucional donde explicó la “estrecha relación” de Ardanza con el municipio a pesar de que vivió fuera durante años. Por su parte, el alcalde de Gautegiz Arteaga, Patrik Saitua, dijo que fue un “gran honor” para este feudo que fijara allí su residencia y elogió su “vida discreta y familiar”. Agradeció la “cercanía y disposición a ayudar con su experiencia” de Ardanza, así como los consejos recibidos.