Lo que hacemos, lo que escribimos, lo que vemos, lo que buscamos, lo que compartimos… en las redes sociales, tiene un impacto directo en otras personas, seamos conscientes o no, y desde el momento en el que nuestras acciones afectan a otros tenemos una responsabilidad en lo que hacemos y la obligación de aceptar las consecuencias de nuestros actos.
Muy poca gente se para a pensar las posibles consecuencias de dar un like a una publicación, de buscar un vídeo en una red social o de seguir una cuenta. Tampoco se piensa en el impacto que puede tener una publicación. No ven que si seguimos una cuenta que hace contenidos cuestionables estamos dándole poder y facilitando que se creen más cuentas de ese tipo.
Si mucha gente busca contenidos concretos en los buscadores de las redes, los algoritmos van a promocionar ese tipo de contenidos dándoles más visibilidad, sean más o menos aceptables. Si damos likes a selfies con filtro, estamos apoyando que los selfies se muestren con filtro, estamos premiando ese tipo de publicaciones, con todo lo que eso conlleva respecto a los cánones de belleza y la autoestima en sus protagonistas y seguidores. Generalmente usamos las redes de forma automática. Como personas bien adiestradas hacemos lo que más dinero les proporciona: interactuar, interactuar e interactuar, sin pensar.
Usar un smartphone o redes sociales debería requerir de un nivel de madurez determinado, pero, ¿qué significa eso? Si buscamos las definiciones de madurez relacionadas con los seres humanos, nos encontramos con diferentes explicaciones.
La madurez afectiva se refiere a la adaptación a un medio social, a la empatía y la templanza. La empatía es importante en la relación con los demás para comprenderlos, ser más sensible a las necesidades ajenas para crear vínculos más fuertes. La madurez emocional se detecta con actitudes concretas, como la capacidad de tener un pensamiento crítico, una conducta razonable, aceptar críticas y brindarlas de manera educada. Una persona madura acepta las consecuencias de sus actos, es responsable. La tolerancia y la falta de reacciones ilógicas también son rasgos característicos de madurez emocional.
Empatía y templanza. Pensamiento crítico. Aceptar críticas y brindarlas de manera educada. Aceptar las consecuencias. Responsabilidad. Tolerancia. Y además, si somos personas maduras y responsables, estaremos dispuestos a asumir las consecuencias de nuestros actos, por lo que lo primero que deberíamos hacer es dar la cara y no escondernos tras una cuenta anónima. De esa forma, cuando hagamos algo que no está bien o que se pueda mejorar, las personas afectadas podrán pedirnos explicaciones. Y si cometemos un delito y nos denuncian, sufriremos las consecuencias correspondientes.
No son cualidades muy raras o difíciles de conseguir. Un poco de empatía para ponernos en el lugar de los demás y medir cómo decimos las cosas para no provocar en otras personas sufrimientos innecesarios; un poco de templanza y autocontrol para no saltar a la mínima y no freír a insultos a alguien; un poco de humildad para saber aceptar las críticas y darnos cuenta de que a lo mejor no tenemos siempre razón en todo y que siempre podemos aprender cosas nuevas; y un poco de tolerancia porque la mayoría de veces nos unen más cosas de las que nos separan y somos más parecidos de lo que pensamos.
Y si nos gusta discutir ideas con otras personas, en el buen sentido de la palabra, también vendría bien un poco de ganas de escuchar a los demás. Si echamos un vistazo a los comportamientos más habituales que hoy en día encontramos en las redes sociales no parece que muchas personas ejerzan estas cualidades.
En cuanto a las obligaciones, como usuarios de redes sociales todos tenemos la moral de respetar y ayudar a los demás, y la de denunciar contenidos y comentarios inadecuados, así como a usuarios tóxicos que solo buscan hacer daño.
Si todos hiciéramos esto veríamos que en realidad tampoco son tantos los que se comportan de forma tan negativa, pero sí que hacen mucho ruido.