Son muchas las voces que lo vienen avisando y recientemente el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada (DOC) Rioja avisaba de lo poco beneficiosas que son las olas de calor y el cambio climático que está padeciendo la planta de viñedo. Tanto si se debe a una razón u a otra, la realidad es que los viticultores van afinando sus técnicas y los bodegueros manifestando inquietudes porque las bayas cambian de parámetros.
Por eso, una de las expresiones que este verano se han puesto de moda es que los racimos deben estar a la sombra, que ya no se pueden exponer tanto al sol, porque las temperaturas de este año pueden deshidratar las uvas.
Recientemente se llevaba a cabo una evaluación de un proyecto de cooperación europeo, en el que han participado varias bodegas de Rioja Alavesa, como Solar de Samaniego y otras, y allí se han comentado las conclusiones y las necesidades a las que han llegado expertos de varios países para mitigar los efectos del calentamiento global o del cambio climático que estamos viviendo. Entre esas consecuencias está que las tendencias de calentamiento ya se plasman en el adelanto fenológico, que se cifra entre 5 y 10 días por cada aumento de grado, lo que supondría, en un término medio, que el ciclo de la vid puede estar adelantándose en 17 días, lo que significa un cambio enorme en cuanto a condiciones de maduración de la uva.
Por ello se aportaron medidas para tratar de corregir la situación: experimentación en las prácticas de eficiencia en la utilización del agua de riego empleando diferentes técnicas (goteo aéreo, goteo enterrado y riego por superficie) y asociando también estas técnicas al empleo de cubierta vegetal; el establecimiento de cubiertas vegetales como sistema de mantenimiento del suelo, para combatir la erosión, mejorar la calidad del suelo y equilibrar la componente vegetativa y productiva de la cepa; el estudio del material vegetal adaptado al cambio climático –para lo que se han evaluado clones de graciano y de tempranillo que mejoran la acidez de la variedad, así como variedades minoritarias que, por sus características enológicas, pueden resultar interesantes–; además de la experimentación de prácticas para la reducción de la temperatura del racimo y control de la maduración mediante el estudio de la topografía de las parcelas, la instalación de redes para sombrear a las vides, técnica que se ha aplicado a la variedad graciano; la reducción de pases de maquinaria, limitando el consumo de combustibles fósiles y ahorrando recursos energéticos; y, por último, el estudio de la realización de prácticas de poda en distintas fechas con objeto de evaluar su incidencia en el retraso de la brotación de la vid y en la duración de su ciclo vegetativo.
Actuar desde todos los frentes
Bien cerca de la tierra, Jesús Astorga, de Bodegas Loli Casado de Lapuebla de Labarca, señala a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA que desde hace unos años se venía notando algún cambio en cuanto a temperaturas, momentos en los que las temperaturas se manifestaban diferente a lo que históricamente habían sido las semanas de más calor en nuestra zona. Y este año es “cuando se ha encendido la alarma y realmente nos damos cuenta de que está aquí ya. Esperemos que en lo sucesivo no sea tan riguroso, o tan seguido y tan intenso como las dos olas de calor que acabamos de terminar. Pero cierto es que llegar, ha llegado”.
No hay recetas mágicas para mitigar las consecuencias. Para este experto viticultor y enólogo, “tendremos que actuar desde todos los frentes, aunque principalmente seremos los agricultores los que habremos de aprender a lidiar esta nueva etapa y adaptarnos a lo que la naturaleza nos exija”.
Aporta, como ideas, que se deberá tratar la masa vegetal de alguna forma diferente a como tradicionalmente se hace, quizás acortando los tiempos antes de la vendimia; plantearse el momento de inicio de poda para así poder regular la rotación para poder jugar un poco con el ciclo vegetativo de la viña; incrementar la posibilidad de riegos puntuales para que la viña no se estrese, no padezca un estrés hídrico que ralentice o que cambie la evolución del ciclo… “Tendrán que ser aprendizajes que tengamos que hacer por nuestra parte” y por ello opina que “hay que decir que habrá que afrontar la situación desde todos los frentes posibles”.
Rioja Alavesa juega con lo que parece una gran ventaja en el conjunto de la denominación y es “el microclima especial de Rioja Alavesa que consideramos que es beneficioso en estos momentos”. Explica que la Sierra de Cantabria “siempre nos ha beneficiado en cuanto a los vientos del Cantábrico y esa pantalla ha hecho también de barrera para la supresión de las nubes que venían sobre todo de la zona sur y que al parar en la zona montañosa podían producir lluvias en Rioja Alavesa”. En su opinión, eso seguirá estando y “por eso nos interesan que vengan frentes de sur a norte para que la Sierra de Cantabria haga de parada para que precipiten en Rioja Alavesa y será la forma de tener humedad para nuestras viñas”.
Lo que para esta bodega y para Jesús Astorga es una ventaja es para su vino de vendimia tardía, uno de los pocos vinos extradulces que se elaboran en la comarca. Y es que, explica, “seguramente estas olas no serán un mayor problema para estas uvas porque parte del tiempo en el que las uvas permanezcan colgadas en la viña, lo que tienen que sufrir es una pasificación y esas temperaturas más altas lo que harán es acelerar esa pasificación en esos racimos”, lo que resulta muy beneficioso.
Sombrear las uvas
Javier San Pedro, el joven vitivinicultor innovador de Laguardia, se afana desde hace meses en la búsqueda de soluciones a lo que comienza a notar en los frutos y en el vino.
Relata a este diario que los efectos del clima se están notando en Rioja Alavesa, porque analíticamente los vinos han cambiado. “Eso es un hecho y es así. Lo único es que yo no tengo muy claro si esto es el calentamiento global, que parece ser que es que sí, o son ciclos de frío/calor. Yo sigo queriendo creerme que son esos ciclos y no el calentamiento global porque tendría mucha mayor gravedad que fuera el calentamiento y no los ciclos”.
Comprometido con la experimentación con las variedades, en todas ellas ha encontrado una coincidencia y es que el calentamiento afecta a todo. “Hay que tener en cuenta que en estos momentos tenemos unos grados alcohólicos que no hemos tenido nunca y, lo que es peor, estamos perdiendo grado de acidez en los vinos. Y ese, para mí, es un problema peor que el que hayan subido un grado o dos los vinos”.
Ante ello, Javier y su equipo han tenido que poner el foco “no tanto en la bodega, en su clima intimista, en tratar de ser lo más técnicos posibles para que todo vaya bien, sino que estamos ahora muy, muy volcados en tratar de hacer una viticultura de precisión para poder elaborar buenos vinos. Porque el problema viene de ahí, de que no conseguimos tener el control para tratar de equilibrar esas plantas. Antes, de por sí, el clima todo lo hacía de otra manera pero ahora hay que controlar todo lo que se hace”.
Pero esta viticultura de precisión no es algo que encaje todavía muy bien en algunos sectores más tradicionales. “La viticultura de precisión es algo que sirve para que te critiquen en el pueblo”, ríe Javier San Pedro, “porque al final entiendo que es muy complicado entender que lo que antes era de una manera ahora cambia radicalmente”. Y adelanta que “estamos intentando que se solapen más las maduraciones alcohólicas y fenólicas, porque por desgracia la alcohólica va más rápida que la fenólica, y sobre todo en lograr esas acideces que se están perdiendo. Por eso estamos intentando que las plantas se equilibren al máximo posible a pesar de estas temperaturas”.
Unos intentos a base de muchas pruebas, como “realizar las cubiertas vegetales en las que estamos trabajando mucho, también nos empeñamos bastante en el sombreo de racimos. Intentar que haya una ventilación”. Cuenta que en el caso de Laguardia, estando tan cerca de la Sierra de Cantabria, es muy importante que haya una ventilación en la planta para no tener problemas de oidio, pero es más importante todavía intentar que la uva esté ventilada y a la vez sombreada. Porque “al final, nos hemos dado cuenta que en los picos de maduración con estas temperaturas tan altas ya no madura la uva, aunque pensemos que si. Lo que la pasa es que se está deshidratando de tanto calor”.
De esta forma, son necesarios cambios radicales, aunque muchas veces se tropiece con complicaciones como son los emparrados. “Estamos transformando todos nuestros emparrados de doble cordón a emparrados en vaso, porque con ello nos hemos dado cuenta que la acidez es bastante más alta”.
Cambiar el paso en el viñedo
Innovadora e implicada en todo el proceso de la vid al vino, la bodeguera de Sierra de Toloño, Sandra Bravo, reconoce que el hecho de contar con viñedos de altura en Rioja Alavesa es una ayuda, por el aporte de frescura, pero no es todo: “hay que adaptarse en las labores que hacemos en el campo a esta nueva situación. Esa es la clave”. Y opina que “en un año como éste, con tanto sol, hay otros compañeros que dejan las plantas como un año cualquiera. Creo que tenemos que olvidarnos de cómo es el trabajo de manera automática, siguiendo el santoral un poco, y adaptarnos a estos nuevos tiempos que nos tocan”.
Por eso coincide con San Pedro en que “la palabra clave este año es sombra. Tenemos que mantener la frescura en los suelos, hacer poco laboreo y mantener esa hoja que hace que no suba el grado de temperatura en la baya y no degrade el ácido málico y otros componentes. Hay que mantener la frescura y para ello no hay que deshojar, hacerlo más tarde y adaptarnos según viene la previsión del tiempo.
A ella, afortunadamente matiza, le está yendo bien en sus parcelas. “Mis viñas, gracias a Dios, no están sufriendo, están bien, tienen una hoja verde, sana. También el trabajarlas de manera ecológica, de manera biodinámica y haciendo una mínima intervención en el suelo donde este año solo lo he tocado una vez, porque la poca hierba que ha salido se ha secado sola”.
En definitiva, argumenta que “en suelos muy secos, el paso con el tractor destruye el suelo, más que otra cosa. Al final, un metro más abajo vas a tener una capa dura, como el cemento. La verdad es que ese conjunto de prácticas culturales y entender cómo viene el año hace que las viñas estén muy bonitas”.