Vida y estilo

Vacaciones en paz, un programa que amplía las familias de Euskadi en verano

Este programa acoge cada temporada estival a niños y niñas que vienen desde los campamentos de refugiados saharauis a Euskadi a pasar el verano. Julio San Román ha sido familia de acogida durante casi veinte años
En verano son muchos los niños que se acercan a Euskadi a pasar las vacaciones / Cedida

Julio San Román (Bilbao, 1957) no puede ocultar la sonrisa cuando recuerda los bonitos momentos que han pasado haciendo de familia de acogida desde el año 2000 junto a Vacaciones en paz, un programa que cada año acoge a niños y niñas que vienen de los campamentos saharauis a Euskadi con el objetivo de pasar aquí el verano.

Y, aunque ya él y Maite, su mujer, no participan como familia de acogida, siguen siendo voluntarios de Getxo Pro-Sáhara, pues la ayuda siempre viene bien.

Recuerda que el primer año que solicitaron acoger a un niño o una niña fue en 1999, y en el año 2000 vinieron. “En el 99 nos inscribimos en la asociación, creada en 1997, y a raíz de ahí nos metimos a la junta con otra gente viendo cómo se hacía el trabajo”.

Porque desde la asociación se hace un proyecto en los campamentos, el ya mencionado Oporrak Bakean / Vacaciones en paz, la caravana de alimentos...

Julio San Roman lleva veinticinco años en la asociación. Cedida

“Nosotros hemos estado diecisiete años acogiendo”, añade San Román, que señala que en ese tiempo han acogido a cuatro menores distintos, hasta que dijimos que ya éramos mayores y ya no podía ser”, sonríe.

En esos diecisiete años han cosechado muchas anécdotas, y es por eso que anima a quienes lo deseen a que se apunten. “Creo que es una experiencia positiva tanto para los niños de allí como para los que estamos aquí. No hay nada negativo”, señala.

Y todo esto ayuda a hacer de una familia algo aún más grande. “Se adaptan muy fácil. Me parece que es positivo. Nosotros seguimos teniendo relación sobre todo con una familia porque en los campamentos los conocimos y seguimos manteniendo ese enlace”.

Si quieres contarnos tu historia, puedes escribir a: igandeaplus@ntm.eus

Porque cogerles cariño es muy fácil. “Tú procuras que pasen unas buenas vacaciones, les hacen revisiones médicas...”, nos cuenta. Y para este verano ya se ha cerrado el plazo de presentar solicitudes para ser familia de acogida, pero “este año se han apuntado muy pocas familias”, explica.

“Ha habido mucho bajón en todo el Estado, y aquí yo te diría que también, tanto en Araba como en Bizkaia y Gipuzkoa”.

Sin embargo, sí que anima a quienes quieran convertirse en familia de acogida para futuras ocasiones -pues llegarán a finales de junio o principios de julio-, a que se pongan en contacto con el programa para que les puedan tomar nota de cara al próximo año.

“Si tienen las mismas circunstancias que ahora, igual se animan”. Y, de cara al futuro, pide que las familias participen también en las asociaciones. “Las asociaciones a veces tenemos carencia de gente”, resume.

Una jaima durante el Ibilaldia de este año Cedida

El programa también hace visitas a los campamentos

Los voluntarios de la asociación Getxo Pro-Sáhara intentan hacer distintas actividades como charlas, caravanas de alimentos... “Cuando acaba el verano lo que más tienes es papeleo”, sonríe Julio San Román. Los cooperantes también viajan a los campamentos. “El proyecto se inició antes de estar nosotros en la asociación. Iba gente a formar a las personas sordas en materia de lengua de signos, y se fue ampliando.

Y hay que ir mandando cooperantes que van allí durante quince días”, explica. Estos últimos años también estudiantes en prácticas de la UPV/EHU van durante un mes a los campamentos. Él también ha ido varias veces, con la caravana pero no como cooperante, porque además en este tiempo han llegado a acoger a cuatro niños y niñas diferentes.

Aunque los años pasen, los objetivos que persiguen permanecen invariables

En los meses de verano, las temperaturas en el desierto pueden superar los 55º centígrados

Vacaciones en paz tiene como fin principal acoger temporalmente a niñas y niños saharauis con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años que residen en los campos de población refugiada situados en Tinduf.

Esto lo hacen con diferentes objetivos desde hace ya años, entre ellos alejar a los menores de las condiciones del desierto en verano, pues las temperaturas pueden superar los 55ºC, hay tormentas de arena...

También persiguen mejorar su salud a través de una alimentación equilibrada y realizar revisiones médicas básicas para atender los posibles problemas de salud difíciles de detectar y tratar en estos campamentos. 

También tratan de sensibilizar a la sociedad vasca sobre la situación del Sáhara Occidental y Pueblo Saharaui, así como “fomentar e impulsar el acercamiento entre la sociedad saharaui y la vasca”, resumen en la web. Todo esto les aporta distintos beneficios, tales como disfrutar de un verano (o varios) inolvidables -algo que también vivirán las familias vascas-, mejorar su estado de salud, aprender nuevas lenguas, así como hacer nuevos amigos y tener una segunda familia. 

También nos hablan de los beneficios para las familias vascas, entre los que destacan -como en el caso de los niños que nos visitan- aprender nuevos idiomas, tener la oportunidad de viajar a los campamentos para conocer a la familia del niño o niña que han acogido, así como conocer una realidad diferente y una nueva forma de afrontar las situaciones de la vida. 

20/06/2024